martes, 29 de diciembre de 2015

Dictadores: sexo y poder


 El sexo es una de las formas primarias del poder
- Ernesto Sábato


Inauguramos una nueva sección donde analizando la figura de diversos dictadores queremos buscar qué relación existe entre sexo y poder. Y es que tras los muchos post publicados en este blog parece claro que el sexo es un ingrediente fundamental en el devenir de la historia, no sólo ha condicionado la personalidad y la acción política de diversos gobernantes, sino que también ha sido causa y motivo de guerras.

Además, como llevamos viendo desde la creación de este blog, muchas de las grandes figuras de la humanidad que han ostentado un poder absoluto no les ha dado ningún reparo en satisfacer sus más íntimas fantasías sexuales, dando igual época, credo o condición.

Y es que parece evidente que existe una estrecha conexión entre sexo y poder, infinidad son los ejemplos de hombres poderosos que han sido incapaces de refrenar sus apetitos sexuales, entrando en una espiral desenfrenada de conquistas sexuales. Por lo que podemos afirmar que, salvo escasas excepciones, como nuestro mojigato dictador Franco, el poder absoluto dota a los hombres de un apetito sexual casi compulsivo, los cuales se creen con total impunidad de satisfacer sus deseos.

Sienten que el mundo depende de ellos, y que por lo tanto son dueños de los cuerpos (y de las mentes) de los demás, desarrollando un fuerte deseo de sumisión del otro.

 
Stalin - Mao - Hitler
Con todo ello, podemos preguntarnos: ¿Existe alguna relación entre dictadura y sexualidad? ¿la sexualidad de los tiranos condiciona su forma de ejercer el poder? ¿tienen los dictadores unas características sexuales específicas?

A lo largo de los siguientes post veremos como la mayoría de los dictadores del pasado siglo fueron muy mujeriegos, incluso a la gran mayoría de ellos se les puede catalogar como desenfrenados sexuales, no dudando en utilizar su posición de poder para acceder a cientos de mujeres.

Y aunque nos cueste creer, el culto a la personalidad daba sus frutos, ya que muchas de estas mujeres se entregaban con gran regocijo a estos hombres, produciéndose un fenómeno fan muy similar al que padecen muchas estrellas del cine o de la música.

Miles de mujeres suspiraron por estos dictadores, acumulándose en sus despachos cientos de cartas de amor, por lo que el acceso al sexo femenino siempre les fue bastante sencillo.


Pero si algo define a estos hombres es su enfermiza personalidad, presentando la mayor parte de ellos rasgos claros de psicopatía, es decir, son personas que sólo piensan en sus intereses y sólo les importan sus sentimientos, siendo incapaces de sentir empatía por los sentimientos de los demás, y esto no sólo se refleja en sus terrible políticas de represión, castigo o incluso exterminio, sino también en el trato que dieron a las mujeres a lo largo de sus vidas.

Aunque no nos gustaría presentar a estas mujeres como simples e ignorantes víctimas, algunas de estas mujeres de dictadores fueron conscientes de los crímenes cometidos por sus crueles maridos y no dudaron en apoyar sus siniestras políticas, incluso influenciando en sus decisiones políticas, siendo el caso más representativo el de la cuarta mujer de Mao, quién fue fiel ejecutora de sus represivas políticas de adoctrinamiento.

Hitler.

Pero esto no quita otro rasgo común de todos estos dictadores, el menosprecio total a la mujer. No sólo utilizaron a sus amantes como simples mujeres con las de satisfacer sus deseos más básicos, sino que incluso las mujeres que les acompañaron a lo largo de sus vidas padecieron trágicos destinos, ya que la mayoría de ellas acabarían asesinadas o suicidándose.

Por último, aunque creemos que se trata más de propaganda de sus enemigos que hechos probados, ciertas biografías han apuntado que muchos de estos dictadores han tenido ciertas tendencias pedófilas, siendo acusados de mantener relaciones con chicas menores de edad.

En definitiva a lo largo de los siguientes post intentaremos ahondar en la psicología de estos siniestros personajes, y es que no hay nada mejor que adentrarnos en la sexualidad de estos sanguinarios caudillos para intentar comprender algunos de sus comportamientos.

1.- Mussolini
2.- Stalin
3.- Hitler
4.- Mao
5.- Franco
6.- Leónidas Trujillo
7.- Fidel

Para abrir boca, y antes de adentrarnos en la vida sexual de los siguientes personajes, os dejamos el documental 'Dictadores:Sexo y Poder' emitido en 'La noche temática' y que fue quién nos inspiró para iniciar esta serie de post: 





Bibliografía

Ducret, Diane; Las Mujeres de los dictadores, Aguilar, 2011.

Gasparini, Juan; Mujeres de Dictadores, Península, 2002.

Montero, Rosa; Dictadoras: Las mujeres de los hombres más despiadados de la historia, Lumen, 2013.

Suttora, Mauro; Mussolini secreto: Los diarios de Claretta Petacci (1932-1938), Crítica, 2010.


[En Internet]

Las aberraciones sexuales en la Alemania Nazi ---> http://www.filosofia.org/aut/001/1949relg.htm

 http://www.abc.es/gestordocumental/uploads/Cultura/primeras-paginas-mujeres-dictadores.pdf

http://www.elplural.com/2013/12/26/la-vida-intima-de-los-dictadores-franco-cero-mujeriego-y-un-meapilas-a-diferencia-de-hitler-mussolinni-o-stalin/

http://elpais.com/elpais/2015/09/14/icon/1442246548_000555.html

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/lnt-dictadores-poder-230515-2330/3139201/

 http://www.semana.com/gente/articulo/tiranos-cama/255042-3

sábado, 19 de diciembre de 2015

Orgías en la Historia IV: Roma ¿mito o realidad?

 Orgías en la Historia:
- Introducción y Prehistoria
- Antiguo Egipto
- Grecia
- Roma
- Edad Contemporánea (en preparación)

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Orgías romanas ¿mito o realidad?

Si hacemos una encuesta a la gente y les preguntamos sobre sexo y Roma, seguramente la primera imagen que les venga a la mente sea la de unos romanos tumbados en sus triclinium, pegándose un festín con todo tipo de manjares, y vino, mucho vino, en un ambiente cada vez más desenfrenado que acabará en una gran orgía.

¿Mito....

Pues esta imagen, aunque muy difundida y sugerente, no representa la realidad histórica, ya que la cultura romana es su más de 1000 años de existencia estuvo regida por una estricta moral sexual, dirigida principalmente a proteger (y controlar) la virtud de las castas matronas romanas, y donde la mayor virtud de un ciudadano romano era la templanza y el autocontrol, por lo que dejarse arrastrar por las pasiones era visto como causa de degradación moral.

A estos conceptos generales podemos añadir otros tabúes como la homosexualidad pasiva, la felación, el cunnilingus y la homosexualidad femenina, que era tomada por uno de las aberraciones morales más espantosas. Incluso existía cierto pudor acerca de la desnudez en público, especialmente la femenina, ni las más atrevidas pinturas eróticas pompeyanas muestran a las prostitutas completamente desnudas.

Hay que recordar, que al contrario que en la cultura griega, los romanos no vieron con buenos ojos la desnudez pública del cuerpo masculino.


Escena de banquete en una casa de Pompeya

Por todo ello, parece muy improbable la existencia de orgías entre ciudadanos de igual extracción social, ya que sería considerado una auténtica infamia que una casta matrona romana mantuviese relaciones sexuales en público delante de otros hombres.

Tal vez la fama de los "eróticos" banquetes romanos es que fueron el lugar ideal donde las patricias romanas mostrasen todos sus encantos, era casi el único lugar donde podían flirtear con otros hombres, por lo que los banquetes serían el escenario ideal para miradas furtivas, coqueteos e intencionados roces, que podrían culminar en una pequeña aventura extramatrimonial.

Otro dato que apuntan los detractores de la existencia de orgías en la cultura romana es que los romanos canalizaron las actividades de sexo colectivo en fiestas relacionadas con cultos a la fertilidad, como las lupercales o las ludi floralis, donde a pesar de producirse en un ambiente festivo y de cierta relajación moral nunca trasgredían las barreras de la moral sexual imperante.

A todo estos argumentos podemos sumar que los principales testimonios de estas orgías provienen de autores cristianos, cuyo objetivo era mostrarnos la degeneración moral del paganismo frente a la virtuosidad del pensamiento cristiano, o historiadores romanos, que aunque contemporáneos, seguramente exagerasen los vicios de los emperadores, como metáfora de un régimen político corrupto y tiránico.

Si a eso sumamos la enorme cantidad de imágenes eróticas o sexualmente explícitas halladas en cualquier ciudad romana es fácil imaginar cómo esas pinturas o esculturas excitaron la mente de arqueólogos e historiadores, fomentando la perpetuación de muchos de estos mitos.


... o Realidad?



CONTRA SABELO

Los versos que me has leído, Sabelo, son de un estilo asaz elevado para las escenas de disolución que describes. Ni entre las prostitutas de Dídimo, no en los voluptuosos librillos de Elefántide, se hallaría cosa análoga. Pintas en tu obra nuevas posturas de amor, cual puede idearlas el libertino más desenfrenado: lo que hacen ocultamente los más avezados impúdicos; cómo se acoplan hasta cinco o más, formando una cadena , y por fin, cuanto la licencia imagina conforme se apagan las luces. Para tanto cinismo, no era precisa tanta elocuencia.
- Marcial, Epigramas (CLIV)

Pero tras la conquista de Grecia se produce una helenización de Roma, que al calor de nuevas corrientes filosóficas, como el epicureísmo, proporcionarán una nueva visión del hombre, rompiendo con los antiguos tabúes, produciéndose una progresiva liberación sexual, donde la mujer conquistará grandes cuotas de libertad y donde primarán nuevos valores como la pasión, la belleza o la idea de amor romántico.

Porque aunque la sociedad romana tuvo unas normas morales muy estrictas en la esfera pública, en la esfera privada el ciudadano romano gozó de gran libertad, por lo que pudo dar rienda suelta a los vicios o gustos más atrevidos.

Bacchanalia - Auguste Leveque (1890-1910)
Y es que concubinas, prostitutas, esclavos y otros individuos de baja condición social, al no ser considerados ciudadanos romanos, no estaban sometidos a las mismas estrictas reglas morales, por lo que si un ciudadano romano, lograse vencer sus propios convencionalismo sociales, podría montar una orgía con individuos pertenecientes a estas categorías sociales.

Es decir, un esclavo o esclava era considerado un objeto más, que debía total obediencia a su amo, por lo que podían disponer de ellos con total antojo, incluso para satisfacer sus deseos sexuales: existen infinidad de testimonios de esclavos utilizados no sólo como esclavos sexuales al servicio de su amo, sino también dispuestos a satisfacer a alguno de sus invitados, o incluso prostituirlos abiertamente como una forma más de aumentar las rentas de su señor.

Con todo esto, no sería nada raro que aquellos patricios más libertinos realizasen auténticas orgías en sus villas, incluso como regalo para algún ilustre invitado, contratando a prostitutas o sirviéndose de sus propios esclavas o esclavos. Sólo hay que revisar los ácidos Epigramas de Marcial para descubrir todo un mundo de sexo y lujuria, incluso insinuando la transgresión de numerosos tabúes sexuales, como la homosexualidad pasiva:

No soy un adivino: pero si le duele / el pájaro a tu pequeño esclavo
y a ti, Névalo, el culo, / me hace sospechar.

- Epigramas, Marcial.


¿Pero qué pasa con los famosos banquetes?

Fresco de la Casa de los Amantes castos, Pompeya.
Sin duda alguna la idea más difícil de desenterrar del imaginario colectivo es la creencia de que los famosos banquetes romanos acababan en desenfrenadas orgías, de sexo y lujuria descontrolada. Se puede afirmar sin ningún tipo de miedo de que esta creencia es falsa, o al menos de la inmensa mayoría de banquetes.

Los banquetes no dejaban de ser una reunión de amigos, un acto social para charlar y entretenerse, claro que muchos de estos banquetes se desarrollaban en un ambiente de cierta distensión sexual, y es que el placer erótico formaba parte de la cultura romana, ya que el sexo era visto como algo positivo, al no estar ligado a ninguna idea de pecado.

Pero entonces ¿había sexo o no había sexo? Una vez descartada la participación de las castas matronas romanas en cualquier tipo de orgía, sí que era posible que un invitado se retirase a la intimidad de un cuarto con alguna esclava o liberta que le hubiese atraído físicamente, o incluso con alguna meretriz traída al banquete para tales menesteres.

Tal vez la causa de la extensión de este mito fueron los banquetes exclusivamente masculinos, aquellas reuniones destinadas a 'correrse una buena juerga', lejos de las miradas censoras de sus mujeres, banquetes regados con buena cantidad de vino, y donde la presencia de cortesanas versadas en diversas artes como la poesía, la danza o la música erotizaban la velada...

Las miradas y las insinuaciones irían dando paso a caricias y besos, los poemas más líricos y hermosos se irían tornando en poemas y canciones burdas y subidas de tono, los bailes sensuales se convertirían en auténticos striptease, y finalmente cuando los efluvios de Baco impregnasen el corazón y las almas de esos hombres, las escenas de sexo también harían acto de presencia, por lo que, sí que es muy probable, que terminasen en auténticas orgías de sexo en grupo, donde cada hombre daba rienda suelta a sus pasiones, tal y como muestran algunas pinturas de Pompeya, Herculano y Stabia.

Viñeta con orgía del cómic 'Astérix en Helvecia'.

Las orgías imperiales

Pero si alguien ha dado fama a las orgías romanas fueron los excesos de la gran mayoría de sus emperadores, excesos que nunca sabremos si se deben más a la pluma excesiva de vengativos historiadores o responden a una realidad.

Y es que historiadores como Tácito o Suetonio, no dudaron en retratar a numerosos emperadores como tiranos y perversos sexuales, incluso a sus esposas e hijas (Mesalina, Claudia) a los que se les atribuyen la transgresión de todos las tabúes romanos: felaciones, incestos, sodomía, cunnilingus, travestismo y como no orgías!

Un poder ilimitado sumado a la crisis moral y de valores que vivía la sociedad romana en los primeros siglos del Imperio fue el caldo de cultivo ideal para que el sexo, la lujuria y la promiscuidad se extendiese a las capas más altas de la sociedad romana. Y tal vez, aquí se esconda, la realidad de las tan famosas orgías romanas, en el binomio poder y sexo, ya que es fácil rastrear a lo largo de la historia numerosos ejemplos donde aquellas personas que han acumulado poderes absolutos se han atrevido a satisfacer sus fantasías sexuales más atrevidas y salvajes.

'Romanos de la decadencia', Thomas Couture.


Así Tiberio, cansado del ejercicio del poder, pasó sus últimos años retirado en su fantástica villa de la isla de Capri, lejos de las ambiciones y las envidias de la ciudad eterna.  Aunque Suetonio nos dice que en su retiro se dedicó "a favor de la soledad y lejos de las miradas de Roma, entregose finalmente sin freno a todos los vicios que hasta entonces, y aunque torpemente, había disimulado"


Por lo que pronto empezaron a correr toda clase de rumores y chismes sobre lo que allí ocurría donde según cuentan tenía: "un grupo de muchachas, de jóvenes y de disolutos, inventores de placeres monstruosos (...) formaban allí entre sí una triple cadena, y entrelazados de este modo se prostituían en su presencia para despertar, por medio de este espectáculo, sus estragados deseos".

Villa Jovis en Capri
Aunque fue su sucesor, Calígula, el que se lleva el dudoso honor de ser el Emperador más depravado de todo el Imperio, desde el momento de su coronación no dejó de celebrar fastuosos banquetes donde comida, sexo, danza y música se entremezclaban sin pudor alguno. Según las diversas fuentes estas fiestas imperiales derivaban en orgías colectivas, donde se mezclaban patricios y esclavos, que bajo los efectos del alcohol y otras drogas, realizaban todo tipo de actos sexuales.

Según avanzaba su reinado, sus problemas mentales también fueron agravándose, por lo que sus excentricidades y comportamientos desquiciados se multiplicaron: tomaba a su antojo a las mujeres de sus invitados, mantuvo relaciones sexuales con sus hermanas, casándose con Drusila, su hermana  favorita, incluso llegó a nombrar cónsul a su caballo.

Ponemos como último testimonio a Mesalina, la joven esposa de Claudio que murió ejecutada a los 24 años por orden de su propio marido, harto de sus corruptelas, intrigas y escándalos sexuales de toda índole. Se la acusó de organizar orgías, de participar en ritos paganos donde el desenfreno sexual era la regla e incluso se prostituyó en los burdeles más sórdidos de Roma, volviendo de madrugada al Palacio Imperial. Conocida es la leyenda de su apuesta entre ella y la prostituta más conocida de la ciudad, Escila, para ver quién lograba satisfacer más hombres, concurso que ganó la emperatriz, dándole placer a diferentes hombres durante varias horas más.



Conclusión

En este primer viaje hacia la historia de las orgías podemos diferenciar dos períodos, un primer período donde estas orgías están marcada por su componente mágico, ritual; y un segundo período, donde el peso de la religión desaparece y simplemente estas prácticas de sexo en grupo pasan a practicarse por puro placer hedonista.

La segunda conclusión que queremos dejar reflejada es la dificultad para discernir cuánto hay de mito y cuanto de realidad en las famosas orgías romanas, ya que a pesar de contar con múltiples testimonios es difícil pensar que siglos de rígida moral sexual puedan borrarse de un plumazo.

Tal vez la mejor forma para analizar este enigma histórico sea hacer una pequeña comparación con nuestra realidad, ya que a pesar de que hoy en día vivimos en una sociedad cada vez más abierta respecto a todo lo relativo al sexo ¿cuántos de nosotros ha participado en una orgía? ¿realmente participarías?¿por qué la mayoría de la gente nunca ha practicado ninguna actividad de sexo grupal?

Y es que a pesar de que el peso de la moral sexual cristiana es cada vez menor, parece que sus casi dos mil años de presencia ha configurado en nuestro subconsciente colectivo ciertas prácticas sexuales como negativas, cuando no ciertamente como completamente amorales, por lo que imaginamos que algo similar sucedería en los corazones y mentes de los hombres romanos, marcados por cientos de años de una estricta moral sexual.

Aunque a la vista de los numerosos testimonios, tanto gráficos como escritos, parece absurdo negar una realidad, que aunque menos frecuente de lo que pensamos, tuvo que darse en ciertos ambientes de excesivo lujo y libertinaje moral.

Y es que todo parece remitirse a una cuestión más relacionada con el poder y el dinero que de determinada moral imperante de una época, sólo hay que ver los paralelismo entre Tiberio y el ex-presidente de Italia, Silvio Berlusconi implicado en varias tramas de prostitución y orgías, y que al igual que el emperador italiano, se hizo edificar una lujoso villa para sus 'fiestas privadas' en la isla de Córcega.


Bibliografía

Alberto Angela, Amor y sexo en la Antigua Roma, La esfera de los  libros, 2012

Jean-Noel, R.; Eros romano: sexo y moral en la Roma antigua, Ed. Complutense, 1999.

Grimal, P.; El amor en la Roma antigua, Paidós Ibérica, 2000.

http://www.galeon.com/culturaarcaica/orgiabaston.htm


domingo, 13 de diciembre de 2015

Fernando VII y su gran sable

Sexo y Corona: Los escándalos sexuales de las monarquías europeas

Monarquía Hispánica:
Alfonso XIII: El rey del porno (1886-1941)
Isabel II: Un reinado repleto de escándalos (1830-1904)
Fernando VII: El gran sable (1784-1833)
Felipe IV: El rey adicto al sexo (1605-1665)

Monarquías Europeas:
Catalina la Grande

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Si por algo destacaron nuestros monarcas en el siglo XIX fue por convertir el palacio real, en una (y perdón por la expresión) auténtica casa de putas, y ¡no!, no exageramos... durante todo este siglo gobernaron reyes y reinas, pero también amantes de reyes y amantes de reinas, donde personas de toda clase y condición opinaron e intervinieron sobre asuntos de Estado, desde generales advenedizos, pasando por religiosos piadosos, políticos corruptos y todo tipo de representantes del pueblo llano, desde cortesanas hasta panaderos.

Dentro de este convulso siglo, con tan malos y nefastos gobernantes, el que se lleva la palma, sin duda alguna, es el infame Fernando VII, considerado como el más inepto, inútil e incapaz de todos los regentes que le ha tocado sufrir a nuestro país.

Pero dejando al lado su faceta política, Fernando VII también destacó en otro rasgo característico de los Borbones, su enfermiza obsesión por el sexo, una lujuria incontrolada que como ya vimos en anteriores post heredaron tanto su hija, Isabel II, como su bisnieto, Alfonso XIII.

Retrato de Fernando VII.
El 'gran sable' de Fernando VII

El principal mito sexual acerca de Fernando VII es el descomunal tamaño de su miembro viril, hecho que le acarreó numerosos problemas a sus sucesivas esposas. Este gran tamaño se debía a una enfermedad conocida como macrosomía genital, derivada de la costumbre borbónica de contraer matrimonio con familiares consanguíneos. Y para que se hagan una idea de su 'monstruoso' aspecto les dejamos la descripción que hizo del mismo el escritor francés Prosper Mérimée: "Fino como una barra de lacre en su base, y tan gordo como el puño en su extremidad, además tan largo como un taco de billar".

Este problema no era asunto baladí, ya que la falta de descendencia acarreó un grave problema de Estado. Y es que el enorme tamaño del miembro fue la causa de que sus tres primeras mujeres sufrieran numerosos abortos  y desgarros vaginales, incluso circuló el rumor que la muerte de su segunda esposa fue a causa del aborto provocado por dichos desgarros. Por todo ello, sus médicos idearon una almohadilla circular con un agujero en medio para que hiciese de tope y no penetrase tan profundamente a sus esposas en sus arrebatos amatorios.


Reconstrucción de la almohadilla para el pene.

También era comidilla de todo el reino la afición del rey a frecuentar las tabernas y prostíbulos de los bajos fondos madrileños, correrías nocturnas que no se esforzaba mucho en disimular. Partía del Palacio de Oriente por una pequeña escalinata secreta, que aún hoy en día es conocida como la "fernandina", siempre acompañado de un nutrido séquito, formado por gente de toda clase y condición, para acabar en locales tan poco recomendables como el prostíbulo de Pepa la Malagueña, donde según cuenta la leyenda alardeaba de las doncellas que había desflorado en Palacio con su 'gran sable'. Por lo que no nos debe sorprender que pronto circulasen coplillas en su honor cantado sobre sus 'virtudes'.

Los matrimonios de Fernando VII

El problema fisiológico de Fernando VII, como decimos, trascendió a la política, tanto nacional como internacional, ya que sus tres primeras esposas no pudieron darle descendencia a causa de lo complicado de las relaciones con el Monarca. Pero los rumores sobre la ajetreada vida sexual de Fernando VII no acaban aquí, sus cuatro matrimonios también estuvieron salpicados de escándalos de todo tipo, especialmente los episodios relativos a las noches de boda:


María Antonia Borbón
Dos Sicilias
Primera boda: El despertar de la lujuria

Su primera boda fue con 17 años y se casó con su prima hermana, María Antonia Borbón Dos Sicilias, en 1806. El pobre príncipe se presentó a la noche de boda sin que nadie le hubiese dado ninguna noción básica sobre sexualidad, por lo que a la hora de consumar no sabía muy bien qué tenía que hacer. Su flamante esposa, algo más instruida en estas labores se despojó de sus ropajes para dejarle hacer, aunque lo único que consiguió fue que el heredero al trono se lanzase a lamer sus pechos cual lactante. Una vez "saciada su sed" y pensando que ya había cumplido con su deberes matrimoniales se retiró a sus estancias.

Y así pasaron varios meses, sin que ninguno de los dos esposos pusiese fin a esta situación. María Antonia hastiada, por la repulsión que le provocaba su nuevo marido, tampoco tuvo mucho interés por enseñarle los secretos del sexo femenino. Otros autores, algo más benignos, apuntan que este matrimonio no se pudo consumar hasta un año después debido al retraso en el desarrollo hormonal de Fernando.

Finalmente esta situación, siendo ya la comidilla de toda la Corte, llegó a oídos de su padre, el rey Carlos IV, que rápidamente tomó cartas en el asunto, instruyendo a su vástago en todo lo relativo al sexo, y de qué manera! a partir de esas lecciones nuestro futuro rey se convirtió en todo un semental, y pronto la princesa quedó embarazada. Aunque la princesa, débil de salud y tras sufrir dos abortos, murió de tuberculosis en 1806.

Segunda boda: El rey de los prostíbulos

María Isabel de Braganza.
Su segundo matrimonio, con su sobrina María Isabel de Braganza, tampoco tuvo mucha mejor fortuna. Y es que la nueva reina, nacida en Lisboa, de cuerpo rollizo, ojos saltones y expresión bobalicona, pronto fue el blanco de las burlas del pueblo español, que a otra cosa no!, pero a mala leche no le gana nadie, por lo que el día de su boda fue recibida con la cantinela de: "Fea, pobre y portuguesa, ¡Chúpate esa!"

La princesa poco agraciada y con numerosos problemas para mantener relaciones sexuales con el rey, nunca fue del agrado del monarca, por lo que prefirió apaciguar su fogosidad en los burdeles madrileños. Cuenta la leyenda que la reina harta de las escapadas nocturnas del rey, una madrugada le esperó en las escaleras de palacio vestida a la manera de las prostitutas madrileñas, ocasión que no desaprovechó nuestro fogoso monarca para tomarla allí mismo.

Aún con todo esto, la reina fue capaz de dar a luz una niña, que muy débil de salud solo vivió cuatro meses. Su siguiente embarazo, un año después, acarreó peores consecuencias, ya que madre e hija murieron en un terrible parto anticipado, como terriblemente cuenta el cronista Wenceslao Ramírez de Villaurrutia: "hallándose en avanzado estado de gestación y suponiéndola muerta, los médicos procedieron a extraer el feto, momento en el que la infortunada madre profirió un agudo grito de dolor que demostraba que todavía estaba viva".

  
Tercera boda: La peor noche de bodas de la historia

María Josefa Amalia.
Su tercer matrimonio fue aún más esperpéntico, su mujer María Josefa Amalia de Sajonia, una joven de apenas 15 años y criada en un convento entre monjas y rosarios, sólo conocía del sexo aquello que le habían contado las monjas, por lo que todo lo que sabía sobre el sexo era que un acto pecaminoso y vergonzante.

Por lo que la pobre reina esperaba la noche de bodas con auténtico pavor, más aún, cuando el lascivo rey, un hombre veinte años mayor que ella, atraído por la gran belleza de su nueva joven esposa, se abalanzó sobre ella sin ningún tipo de recato. Cuentan que la pobre reina, muerta de miedo, se hizo sus necesidades encima, hecho que llenó de asco al rey, que salió en estampida de la habitación.

La situación no mejoró en los meses siguientes, la beata reina se negaba a cometer ese terrible pecado que condenaría su alma eternamente (imaginamos que el enorme tamaño del falo real también le ayudó a tomar dicha postura); por su parte, el rey harto de que su mujer se negase a consumar el matrimonio le escribió una misiva al Papa para que le concediese la anulación del matrimonio.

Por fin, y tras mediar la Santa Sede asegurando la salvación del alma de la reina, la puritana dama accedió a consumar el matrimonio, eso sí! siempre rezando un rosario antes de cada acto. Aunque imaginamos que a pesar de los rezos, los contactos entre los reyes fueron escasos, porque a pesar de sus más de 10 años de matrimonio, la reina nunca quedó embaraza, muriendo finalmente de fiebres en su Palacio de Aranjuez en 1829.


Cuarta boda: ¡Mi reino por una almohadilla!

Reina María Cristina.
La falta de descendencia de un ya maduro Fernando VII era un evidente problema de Estado, ya que su hermano Carlos María Isidro de Borbón conspiraba en la sombra para hacerse con el trono, por lo que se le buscó una nueva esposa al rey felón. La elegida fue su sobrina María Cristina de las Dos Sicilias, quien conocedora de los problemas que habían arrastrado las anteriores esposas de Fernando VII por el tamaño de su pene, y sabedora, que tenía que quedar pronto encinta, rogó a los médicos de Palacio que buscasen un solución eficaz.

La mejor solución que encontraron los médicos fue la almohadilla perforada que hacía de tope durante el coito y aunque fue un remedio algo artesanal parece que fue bastante efectivo, ya que, la reina María Cristina pronto quedó embarazada de nuestra futura reina Isabel II, al que siguió un segundo embarazo de otra niña, Luisa Fernanda.

Poco tiempo después Fernando VII morirá, quedando como regente su mujer María Cristina, que intentará por todos los medios que su hija Isabel herede la Corona frente a los derechos dinásticos de su tío Carlos. Aunque los escándalos sexuales no terminarán con la muerte del rey, ya que tanto la reina regente como su hija Isabel II, seguirán protagonizando escándalos sexuales de todo tipo.

Aunque eso ya es otra historia....




sábado, 5 de diciembre de 2015

Orgías en la Historia III: Grecia

 Orgías en la Historia:
- Introducción y Prehistoria
- Antiguo Egipto
- Grecia
- Roma
- Edad Contemporánea (en preparación)

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Seguimos avanzando en el tiempo para adentrarnos en el estudio de las orgías a lo largo de la historia. Esta semana nos detenemos en la Grecia clásica, ya que es en esta cultura donde se origina uno de los cultos orgiásticos más conocidos universalmente... las famosas orgías dionisíacas. Unas orgías realizadas en honor al dios Dionisio y famosas, no sólo por la posterior adaptación del culto que hicieron los romanos, con sus famosas bacanales, sino por haber sido una fuente de inspiración constante tanto para artistas como para literatos.

En este post nos centraremos exclusivamente en el culto al dios Dionisio en la Grecia Clásica, un culto, que aunque tardío, llegó a ser enormemente popular en toda Grecia, y donde las mujeres tuvieron una especial relevancia a la hora de su celebración, ya que ellas fueron las protagonistas de las famosas Orgías Dionisíacas.

El porqué de la importancia de las mujeres en este culto se explica porque según el mito, durante el viaje de Dionisos a las tierras orientales fue acompañado de un séquito formado por Silenos, Sátiros y Ménades, estas últimas eran mujeres que danzaban y gritaban al son de flautas y tambores, como personificación de las fuerzas orgiásticas de la naturaleza.

Pero antes de descubrir que hay de cierto en esas famosas orgías de sexo, alcohol y desenfreno realizadas en honor al dios del vino, nos gustaría acercarnos brevemente al origen de este culto, con un gran componente mistérico y ancestral; a su celebración, que iba mucho más allá de las famosas orgías; y especialmente a su significado, que nos ayudará a entender el concepto de orgía, muy alejado del carácter hedonista que le damos actualmente.

N. Poussin, The Triumph of Pan.
National Gallery, London

Origen del culto

El origen de este culto se pierde en la noche de los tiempos, algunos investigadores opinan que hunde sus raíces en las primeras sociedades matriarcales, asimilando los ritos y cultos de la Gran Diosa que dominó el mundo mediterráneo, otros apuestan que surge por sincretismo entre alguna deidad griega de la naturaleza y un dios más poderoso proveniente de las tierras de Tracia o Frigia, también están aquellos que le dotan de un origen egipcio, por su similitud con el viaje de dios Osiris a la India y su posterior retorno.

La mitología clásica nos dice que estas fiestas fueron introducidas en Grecia por Orfeo para celebrar la vuelta de Dionisio de su viaje hacia las Indias.


Fiestas Dionisíacas o Dionisias

Bacante - Bernhard Rode (1785)
Aunque originalmente este culto fue considerado como un culto extranjero, poco a poco, fue alcanzando gran popularidad en toda Grecia hasta convertirse en uno de sus festivales más famosos y populares.

En la región del Ática se celebraban dos festivales anuales en su honor: Las Dionisias Rurales celebradas en Diciembre y las Grandes Dionisias celebradas en Atenas durante el mes de marzo.

Durante estas fiestas, famosas por sus representaciones teatrales, se realizaba una procesión donde se portaba la imagen del dios hasta su templo. En este desfile participaban tanto hombres como mujeres, y durante la procesión se portaban algunos de sus elementos más representativos como jarras de vino, hojas de vid, hiedras, cestos con serpientes y ramas de sarmiento...

Siguiendo a este grupo iban los falóforos y los italóforos, los primeros portaban en procesión un gran falo mientras entonaban cantos explícitos, los segundos vestidos como mujeres imitaban los pasos de los borrachos.

Cerrando la comitiva estarían las bacantes, mujeres ataviadas como las míticas ménades, cubiertas sólamente con pieles de animales, ciñendo una corona de vida o de hiedra y portando varas con una piña en su punta.

Las conocidas orgías se celebrarían por la noche, donde matronas y doncellas iban en procesión a montes solitarios o a algún claro escondido entre los agrestes bosques, donde durante varios días, sin contacto con hombre alguno, se lanzaban a un desenfreno místico sostenido por la ingesta de alcohol y/o plantas alucinógenas.

Pero antes de adentrarnos en más detalles sobre estas orgías es necesario conocer el significado real de este tipo de cultos, ya que así podemos comprender el porqué de la existencia de estas orgías.


El significado del Culto a Dionisos

Su culto, de gran popularidad, se oficializó en las principales ciudades griegas allá por el siglo V a.C., su éxito se basaba en que era un culto liberalizador del individuo, con cierto mensaje de rechazo a los convencionalismos sociales y con un alto grado de igualdad social.

Y es que si por algo destaca este dios es por su dualidad: Es la muerte y la resurrección, la vida y la muerte, puede ser portador de oscuridad pero también de luz, es divino pero también es el más humano de todos los dioses del Olimpo. Es el delirio pero también la extrema lucidez. Por todo ello, es un dios oscuro, salvaje, misterioso, irracional.

Su culto está rodeado de misterios y leyendas. Era un culto mistérico, con varios grados de iniciación, con juramentos para salvaguardar el secreto y la unidad sagrada del grupo. Se celebraba en recónditos bosques o en lo alto de solitarios montes, donde iban respetables madres y esposas para convertirse en las Bacantes del dios, sumergiéndose en un orgía de alcohol, misticismo y drogas, donde confluían ancestrales ritos de fertilidad, y aunque sus rituales se habían moderado, aún se escuchaban escalofriantes rumores sobre un culto aún más primigenio y salvaje que se seguía ejerciendo en tierras orientales.

Mediante este culto se pretendía conseguir la purificación del cuerpo y del espíritu, volver a un estado incivilizado para conseguir la liberación del individuo y alcanzar la paz interior. Por ello, estos ritos trasgredían las leyes de los hombres, ya que las leyes aprisionan al ser humano; hay que volver al estado animal, al inicio de la humanidad, la naturaleza salvaje frente a la polis ordenada de los hombres.

La danza de las Bacantes, Charles Gleyre (1806-74)

Por eso el rito contenía elementos primitivistas y bárbaros, como el sacrificio de animales vivos, el descuartizamiento de carneros y la ingesta de carne cruda, ya que representan el rechazo a la tecnología humana, al progreso, renunciando al fuego de Prometeo para volver al estado de comunión total con la naturaleza.

Las bacantes bailaban danzas frenéticas al amparo de la noche, completamente desnudas, al son de flautas y timbales, entrando en salvajes trances y éxtasis. Las oficiantes más antiguas ofrecerían vino a sus compañeras y posiblemente también les proporcionaban placer a las más jóvenes, por lo que seguramente estas explosiones dionisíacas acababan con orgías femeninas, ya que el sexo es una poderosa fuerza primigenia, salvaje, llena de fuerza y locura, de magia.

El éxito de este tipo de asociaciones secretas de mujeres se ha atribuido a que fueron una válvula de escape del tradicional machismo bajo el que vivían las mujeres en la antigüedad, rompiendo con algunas de las prohibiciones a las que estaban sujetas por su condición de mujer, como beber vino y quizá también disponer libremente de su cuerpo y de su sexualidad.
 

Las Bacanales romanas 

Aunque en el siguiente post hablaremos de las orgías en la sociedad romana, creemos que es necesario explicar, aunque sea brevemente, la pervivencia de estos ritos dentro de la cultura latina.

Este culto, como ya vimos en este post, se extendió por tierras itálicas con la II Guerra Púnica, aportando elementos mucho más cercanos y “humanizadores” para algunas capas de la sociedad, sobre todo en ambientes rurales.

La principal diferencia con el culto griego es que tras el liderazgo de Paculla Annia, se permitió la iniciación en el culto a los hombres  adolescentes de menos de veinte años, aunque la prohibición de participar en la Bacanales seguía vigente para el resto de hombres

Pero pronto surgieron acusaciones de asesinato y de orgías criminales ideas relacionadas con una mala interpretación de sus ritos, muy similar al de otras muchas sectas, donde se simboliza la muerte del iniciado y su resurrección como nuevo miembro del grupo. Imitando la muerte de Dioniso a manos de los Titanes y su posterior resurrección. 

The Death of Orpheus (Bacchantes) - Lovis Corinth
Por lo que en el 186 a.C., las autoridades de Roma lanzaron la primera gran persecución religiosa del Imperio romano contra los adeptos del dios Baco, acusándolos de cometer actos inmorales y de brujería durante sus ritos nocturnos. 

Aunque los verdaderos motivos de su persecución fue que estos cultos agrupaba a los marginados de la sociedad romana: esclavos, mujeres, extranjeros, que representaban una formación social nueva, un culto extranjero, que escapaba al control del Estado, y lo que es incluso más grave, era un brote de rebelión ante autoridad y supremacía masculina, que representaba el Pater Familias, una subversión al sistema social establecido que no se podía tolerar. 

Posteriormente en tiempo del Imperio se retomaron estos cultos báquicos pero perdiendo su significado original, ya que bajo el influjo del epicureísmo y el hedonismo su celebración fue una excusa para celebrar banquetes y ¿orgías sexuales?, y las imágenes relacionadas con el mundo báquico se hicieron realmente populares, poblando buena parte del mundo iconográfico romano.

P. Picasso, Bacanal de Poussin.



Bibliografía

López Puertas, G.; El mensaje liberador de Dioniso en las Bacantes de Eurípides,  Espéculo: Revista de Estudios Literarios, Nº. 28, 2004-2005.

http://www.taringa.net/posts/info/900590/Dionisos-vino-y-orgias-lesbicas-megapost.html
http://sololasbrujastienenollas.blogspot.com.es/2010/12/dionysos-dios-de-las-mujeres.html