1.- Gabinete de Objetos Obscenos de Nápoles
2.- British Secretum, el armario 55
3.- Salas secretas y pinacotecas eróticas en la España Moderna
3.1.- La Sala Secreta del Museo del Prado
3.2.- Los gabinetes reservados de los nobles
4.- El Infierno de la Biblioteca Nacional Francesa
_____________________________________________________
La Sala Secreta del Museo del Prado
Hoy en día cuando paseamos por los pasillos de un museo miramos casi con indiferencia las imágenes de desnudos que se despliegan ante nosotros, sin apenas ser conscientes del efecto turbador que causaron esas mismas imágenes a nuestros antepasados...
Por lo que nunca está de más recordar que la contemplación de un cuerpo desnudo en su totalidad es un fenómeno contemporáneo, ya que ni siquiera en la intimidad del lecho conyugal se solía ver el cuerpo desnudo de la mujer (incluso las más descaradas meretrices solían tapar sus partes más íntimas).
No nos puede sorprender que estas imágenes de desnudos fueran consideradas tan escandalosas que solo los personajes más poderosos se atrevían a custodiarlas en sus colecciones privadas.
Normalmente guardadas en salas reservadas o escondidas tras gruesas cortinas, incluso sabemos que desnudos de grandes artistas fueron pasto de la moral y el fuego de la Inquisición.
'Dánae' de Tiziano, una de las obras más sensuales (y polémicas) de todos los tiempos. |
Por ello os invitamos a poneros en la piel de uno de estos poderosos personajes y sentir por un momento la emoción que embriagaría sus sentidos al entrar en una de esas salas reservadas y contemplar la belleza de esos cuerpos desnudos destinados sólo para sus ojos. O el temblor que sacudiría todo su ser cada que vez que descorría la cortina que ocultaba alguno de sus más preciados tesoros.
Unos desnudos que sugerían mucho más que el mero placer estético de un cuerpo desnudo, sino que contendrían todo un simbolismo erótico y sensual que convertía estas obras en auténticas afrentas contra la moral imperante. De ahí que gran parte de ellas hayan pasado la mayor parte de su existencia escondidas en salas reservadas.
Y cómo no podía ser de otra manera nuestro Museo del Prado también albergó una Sala Reservada con más de 70 lienzos de desnudos. Una sala que apenas estuvo vigente 10 años, entre 1827 y 1838, y es que el efecto de concentrar todas estas obras sensuales en una sola habitación despertaba aún más las fantasías eróticas de sus posibles visitantes que el integrarlas entre el resto de colecciones del Museo.
Un viaje de 500 años...
Pero este viaje hay que iniciarlo varios siglos atrás, ya que se puede decir que fue Carlos V quién inició esta colección de obras eróticas.
Cuadros y lienzos que se fueron acumulando en las colecciones reales, adaptándose a los gustos y pasiones de nuestros monarcas, pero también a sus fobias y prohibiciones, sufriendo numerosos episodios de censura y confinamiento en salas reservadas.
Adán y Eva, Alberto Durero (1507). Óleo sobre tabla. Museo del Prado. |
Pero muy pronto la mojigatería de los reyes Carlos III y Carlos IV provocó que purgasen las colecciones reales de tan "inmorales" pinturas, y aunque algún rey tuvo la tentación de arrojarlas directamente al fuego, por suerte para nosotros, algún asesor le sugirió que era mejor conservarlas, aunque recluidas en una sala, por lo que durante años estos lienzos fueron "escondidos" en una habitación de la Real Academia de Bellas Artes, una sala a la que sólo tendrían acceso artistas de intachable moral y reputación que solicitaban su acceso por motivos artísticos o de estudio anatómico.
Finalmente y tras nuevos vaivenes entre su exposición pública y su reclusión en salas especiales estas grandes obras de arte "censuradas" fueron reubicadas en el Museo del Prado, donde hoy en día las podemos contemplar sin ser conscientes de que más de una vez estuvieron a punto de ser destruidas para siempre por la férrea moral sexual impuesta por la religión en esta España nuestra.
Los inicios de la Colección
Aunque Carlos I ya empieza a coleccionar obras pictóricas de desnudos es su hijo, Felipe II, quien a pesar de la férrea moral católica que trató de implantar en todos los territorios de la Corona no dudó en coleccionar para su disfrute personal toda una serie de pinturas de desnudos, entre las que destaca la que para algunos ha sido una de las obras más escandalosas y polémicas de todos los tiempos...
Estamos hablando de las "Poesías" que Felipe II encargó a Tiziano para decorar su sala privada de descanso en el Alcázar Real, donde destaca sobremanera por su sensualidad y erotismo desenfrenado 'Dánae'.
"Y porque la Dánae, que ya mandé a V. M., se veía por la parte de delante, he querido en esta otra poesía variar, y hacerle mostrar la contraria parte, para que resulte el camerino, donde había de estar, más agradable a la vista. Pronto os mandaré la poesía de Perseo y Andrómeda, que tendrá una vista diferente a éstas".
Venus y Adonis (después de la restauración) Tiziano Óleo sobre lienzo, 186 x 207 cm Madrid, Museo Nacional del Prado |
Por contra, nos encontraremos con un buen número de reyes de carácter mucho más puritano, desde su hijo Felipe III que ordenó a su guardajoyas que retirase esas pinturas que ofendían "la modestia y la virtud" de quién las contemplaba, pasando por los primeros Borbones, como Felipe V, que vendió gran parte de estas pinturas, por no hablar de la beatería de Carlos III.
La sala íntima de Felipe IV
El otro rey aficionado al coleccionismo de lienzos eróticos fue Felipe IV, lo cual no nos debe extrañar, ya que si por algo destacó la faceta privada de este monarca fue por su adicción al sexo. Y aunque este rasgo de su personalidad lo analizamos en el post donde explicamos la adicción al sexo de Felipe IV, esta afición desmedida al sexo y al erotismo tuvo su mejor reflejo en el aumento constante de su colección de desnudos.
Y para ello no dudó en utilizar todos los medios a su disposición, desde usar su poderosa influencia para obtener apreciadísimo regalos, como el 'Adán y Eva' de Durero que fue un obsequio de la reina Cristina de Suecia, comprando directamente las obras de arte (envió a Velázquez a Italia para que adquiriese numerosos lienzos), e incluso realizando encargos personales a los mejores artistas del momento como "El juicio de Paris" que encargó a Rubens.
De esta forma Felipe IV reubicó la colección heredada de su abuelo Felipe II en una recóndita sala del Cuarto Bajo de Verano en la zona norte del Alcázar madrileño, curiosamente el lugar «en que S.M. se retira después de comer». La elección de esta sala no fue casual, ya que era una de las habitaciones más íntimas y recónditas de todo el palacio, alejada de miradas furtivas y habladurías indiscretas.
Conocemos la impresionante colección de pinturas que allí se albergaba gracias a la detallada descripción que hizo el erudito romano Casiano dal Pozzo, quien comenta que las poesías de Tiziano se hacían cubrir, por pudor, cuando la reina anunciaba su presencia.
Esta sala íntima debería suponer todo un canto al erotismo, la sensualidad y la voluptuosidad, ya que entre sus paredes destacaban no sólo las "poesías de Tiziano, sino también destacaban 'Adán y Eva', 'Venus con el amor y la música', 'Tarquino y Lucrecia'.
Años después, y debido al incremento constante de la colección pictórica real se trasladaron las pinturas de carácter más sensual a una nueva zona del palacio, conocida como las "bóvedas de Tiziano", donde junto a las numerosas obras de Tiziano se podían contemplar cuadros de Tintoretto, Veronés, Durero, Jordaens, Cambiaso y otro de esos grandes cuadros repletos de erotismo, 'Las tres Gracias' de Rubens.
Venus recreándose en la música, Tiziano. Óleo sobre lienzo (148 x 217 cm.). 1547. Museo del Prado. Madrid. |
Los cuadros condenados al fuego por Carlos III
Pero no todos los reyes iban a compartir esta afición por los cuadros eróticos. Se sabe que Carlos III en 1762 hizo una selección de las pinturas más escandalosas de su colección para, nada más y nada menos, que ¡quemarlas!
Auténticas obras universales de la pintura estuvieron a punto de ser pasto de las llamas, en una hoguera avivada por la mojigatería y la nueva política moral impulsada por el despotismo ilustrado de Carlos III.
Por suerte para nosotros, la intervención del artista Mengs así como del Marqués de Esquilache evitaron tal tragedia y lograron convencer al monarca de conservar estas pinturas no sólo por su valor artístico, sino también, por su interés académico, por lo que finalmente estos lascivos cuadros fueron encerrados en la llamada "Casa de Rebeque", una estancia vinculada al pintor de Cámara de su majestad.
Gracias a esta intervención se salvaron obras cumbres de la pintura universal como Dánae y algunas de las más bellas Venus de Tiziano, grandes obras de Rubens como Andrómeda liberada por Perseo, Las tres Gracias, Diana y Calisto o El juicio de Paris u otras obras únicas como El tocador de Venus, de Franceso Albani; y Hipomenes y Atalanta de Guido Reni.
Aunque el precio a pagar por su salvación fue encerrarlas durante años. Con Carlos III permanecieron ocultas en discretas salas del Palacio, y posteriormente con Carlos IV muchas de ellas fueron enviadas a la Academia de San Fernando (en 1792 y 1796) bajo fines académicos, y aunque la Academia trató de dar cierta visibilidad a estas obras, Carlos IV se negó en redondo, por lo que estas pinturas siguieron encerradas en una sala reservada de acceso restringido.
Francesco Furini. Lot y sus hijas. Óleo sobre lienzo (123 x 120 cm). 1640. Museo del Prado. Madrid. |
Nuevos aires de libertad...
Con la llegada de José Bonaparte al trono se intentó airear las viejas y rancias instituciones españolas, mediante un soplido de modernidad y libertad proveniente de tierras francesas.
Por lo que se empezaron a cambiar algunos paradigmas relacionados con la moral sexual. De esta forma, durante un breve período de tiempo, estas obras fueron sacadas de su clandestinidad y expuestas públicamente para que sirvieran "de estudio a los discípulos de la Academia, de examen e imitación a los profesores y de complacencia a los amantes de las Bellas Artes".
Es más, el propio José Bonaparte también muy aficionado a la vida disoluta no dudó en quedarse tres de estas grandes obras para su disfrute personal en su residencia de la Casa de Campo.
Aunque el triunfo del Absolutismo y la derrota de los afrancesados supuso de nuevo el confinamiento de estas obras en la Academia de Bellas Artes, hasta que en 1827, a la luz de los nuevos conceptos museográficos y en plena expansión del Museo Real, se decidió trasladar de nuevo estas obras al Museo del Prado.
Nacía la Sala Reservada del Prado, ya que estas obras fueron expuestas en una sala especial situada en el extremo suroriental del piso bajo del Museo especificándose que "es la soberana voluntad de Su Majestad que de ningún modo se coloquen a la vista del pueblo aquellos que por razón de la poca decencia de sus objetos y demás circunstancias que reúnan merezcan ponerse en sitio reservado".
Por lo que el acceso a esta sala estuvo restringido durante muchos años y "que sólo se enseña a las personas portadores de un billete especial (…), pues contiene todas las desnudeces que hubieran podido asustar a las damas” señalaba en 1831 el francés Prosper Mérimée en su crónica de su visita al Museo del Prado
Finalmente esta sala fue desmantelada en 1838, ya que los responsables del museo eran conscientes del efecto provocador que causaba la existencia de esta sala, además de ser una división artística completamente anacrónica.
Y es como bien se señala en la propia página del Museo del Prado "era más un exponente del Antiguo Régimen que del mundo contemporáneo, y no extraña que su existencia coincidiera con los últimos años de la vida de Fernando VII, un monarca absoluto con una mentalidad más cercana a la de sus colegas de siglos pasados que a la de los más destacados gobernantes europeos de su época."
Pero aun así el peso de la censura siguió vigente, ya que la obra más erótica de todas, la 'Dánae' siguió oculta a la vista del público general durante varios años más, exponiéndose en el "gabinete de descanso" del Museo, una sala con unas magníficas vistas al Jardín Botánico y que servía de descanso para cuando acudían las más altas dignidades a visitar el Museo.
Conclusión
La existencia de estos gabinetes privados son un claro reflejo de la moral imperante durante gran parte de la historia de España, ya que desde el Renacimiento fueron muchas las voces que se alzaban contra la presencia de cualquier tipo de desnudo en las obras de arte, por lo que las obras con los desnudos más explícitos y sensuales siempre estuvieron bajo sospecha, recluidas en estancias apartadas y discretas.
Pero a pesar de ello, o precisamente por ese motivo, fueron considerados objetos de lujo y de gran valor económico e incluso político.
Por eso no nos puede sorprender que estas salas reservadas fuesen de gran importancia para algunos de sus dueños, ya que no sólo eran estancias para recrearse visualmente o estéticamente, sino que eran todo un símbolo de poder y de estatus social.
Perseo liberando a Andrómeda. 1640. Óleo sobre lienzo. 267 x 162 cm. |
Uno de mejores ejemplos de esto lo representa el cuadro de 'Perseo liberando a Andrómeda', un lienzo que se expuso sin ningún tipo de reparo durante el siglo XVII en una de las habitaciones de mayor importancia dentro del real Alcázar de Madrid, el Salón de los Espejos, destinado a recibir importantes visitas protocolarias.
Pues en pleno siglo XVIII este cuadro fue apartado de este lugar público por ser considerado demasiado indecente y pasó a engrosar la lista de cuadros censurados, ya que con el paso de los años el trasfondo político de este lienzo, la representación del buen gobierno, se fue diluyendo. Y por contra, fue aumentando la simple visión estética del cuadro, por lo que el desnudo de la mujer tomaba mucho mayor protagonismo.
Otro hecho curioso en este camino de moral y censura es que con la llegada del despotismo ilustrado, aunque pueda parecer contradictorio la moral sexual de nuestros monarcas se volvió mucho más conservadora. Y es que como buen representante del despotismo ilustrado su ideal era ser reflejo para sus súbditos de una moral intachable, por lo que acabaron desterrando cualquier conducta u objeto que pudiese ser tildado de inmoral. A todo ello, seguramente, también contribuyó los siniestros personajes religiosos que siempre rodearon, y lo que es peor, influyeron, a nuestros soberanos, inculcándoles visiones de lo más retrógradas relativas a la sexualidad.
BIBLIOGRAFÍA:
-GEORGE, B.: “Las lágrimas de Eros”. Tusquets. Barcelona, 1977.
-KENNETH, C.: “El desnudo. Un estudio de la forma ideal”. Alianza Ed. Madrid, 1981.
- PORTÚS, J.: “La Sala Reservada del Museo del Prado y el coleccionismo de pintura de desnudo en la Corte española, 1554-1838”. Museo del Prado. Madrid, 1998.
- VV.AA.: “El desnudo en el Museo del Prado”. Fundación de Amigos del Museo del Prado y Círculo de Lectores”. Madrid y Bacelona, 1998.
[En Internet]
https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/sala-reservada/91593a25-dd47-40c5-95b6-6a2f709155d2
http://artetorreherberos.blogspot.com/2011/09/las-obras-secretas-del-museo-del-prado.html LAS OBRAS SECRETAS DEL MUSEO DEL PRADO . ARTE TORREHERBEROS
http://www.gabitos.com/elalmacendelconocimiento/template.php?nm=1355680048
No hay comentarios:
Publicar un comentario