jueves, 27 de septiembre de 2018

Eunucos en Bizancio

Eunucos en Bizancio
Parte I:  Historia de los eunucos en Bizancio.

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 "Su rostro era el de una rosa; la piel de su cuerpo, blanca como la nieve, era bien formado, rubio, estaba dotado de una suavidad poco habitual y desde lejos se percibía su olor a almizcle"
- Vida de san Andrés el Necio (s.X)

El imperio bizantino representa la fusión entre varios mundos: Oriente y Occidente,  el esplendor de la antigua cultura romana y el nacimiento de una nueva cultura medieval, creando una cultura fascinante donde sobreviven aspectos de la Antigüedad clásica, fusionados con la ferviente religiosidad impulsada por la rigurosa Iglesia Ortodoxa, y uno de esos elementos que mejor caracterizan ese contraste entre esos dos mundos es la figura de los eunucos.

Ocuparon puestos de importancia en el gobierno, en la Iglesia, en el Palacio, en las casas de las grandes familias aristocráticas, incluso en el ejército. Los cruzados de Occidente cuando llegaron a la capital Bizantina quedaron asombrados al descubrir los numerosos eunucos existentes en su sociedad, y más aún, cuando se dieron cuenta que éstos no eran simples esclavos, sino que muchos de ellos tenían cargos de enorme poder.

¿Cómo es posible que los eunucos, considerados seres inferiores en época romana, ahora hubiesen alcanzado tanto poder? ¿cómo se convertía una persona en un eunuco? ¿de dónde venían?


En el siguiente artículo intentaremos descubrir qué se esconde tras la enigmática vida de estas personas...

Mosaico Bizantino en la Basílica de San Vital de Rávena.
Representa a la Emperatriz Teodora flanqueada por un capellán (eunuco) y una mujer de la corte.


Admiración y envidia


La presencia de eunucos en sociedad bizantina fue muy numerosa, sobre todo porque al no poder tener descendencia, se consideraba que sus funciones, tanto en el gobierno como en el cuidado del hogar, iban a ser mucho más eficientes. Primero, porque al no tener familia, automáticamente sus señores se convertían en la única familia posible; y dentro de los ambientes palaciegos, esta incapacidad les imposibilitaba acceder al trono, por lo que se les suponía más fieles que otros posibles colaboradores.

A esto se sumaba la creencia que eran el mejor tipo de sirviente existente, ya que suponía que estaban exentos de sucumbir a una de las más peligrosas pasiones: el sexo y el amor, volcando todo su ímpetu e inteligencia en cumplir las tareas encomendadas.

Por lo que pronto encontramos sirvientes eunucos en la mayoría de las casas de las grandes familias.


Atendían las necesidades de la señora de la casa, educaban a sus niños, manejaban la economía familiar o actuaban como intermediarios en los negocios de su señor.

Mosaico de Teodora en San Vital.
A su derecha, un eunuco.
Todo esto los convertía en personajes con numerosas responsabilidades y poder, por lo que también levantaron envidias y recelos, sobre todo porque muchos de estos eunucos lograron amasar enormes fortunas, como el caso de los eunucos Antíoco y Calopodo, que donaron todas sus riquezas a la Iglesia Ortodoxa.

Muchos nobles consideraban indigno que estos eunucos tuviesen más poder que ellos mismos y que muchas veces su fortuna dependiese de la voluntad de un eunuco que había hecho carrera en la administración del reino.

Los clérigos también miraban con envidia a estos eunucos, que podían hacer carrera dentro de la Iglesia, incluso sabemos de eunucos que alcanzaron el cargo de obispo o fueron santificados. Su peculiar sexualidad les suponía libres de caer en los pecados de la carne, por lo que muchas veces eran los encargados de atender las congregaciones femeninas. Aunque esa misma ambigüedad sexual les cerraba la puerta de muchos monasterios, ya que los veían como una tentación para el resto de hombres.

No nos puede extrañar que la literatura nos haya transmitido una imagen bastante peyorativa de los eunucos, presentándolos como individuos avariciosos, glotones y bebedores. Personajes volubles, caprichosos, irascibles, charlatanes y maquiavélicos. Con modales y formas propias de gente afeminada, con risas exageradas y sin mirar nunca a sus interlocutores a los ojos.

Castración:


Si buscamos el motivo inicial que impulsó a los hombres a castrar a otros hombres, imagino que habría que buscar la respuesta en su naturaleza más cercana. ¿por qué los hombres castran a los animales? La respuesta es para aplacar su agresividad y volverlos más mansos.

Por este mismo motivo se empezó a castrar a los prisioneros de guerra, la falta de testosterona les convertía en seres más serviles y dóciles. 


Por lo que pronto, numerosas culturas, desde la Antigua Sumeria hasta la Italia del siglo XVIII, recurrieron a la castración para obtener esclavos, cuidadores de harenes, prostitutos, e incluso motivos tan superfluos como cantantes de ópera.



Por lo tanto, las técnicas de castración fueron variando a lo largo de la historia, pero normalmente se emplearon métodos brutales y sin muchas contemplaciones, lo que conllevaba un porcentaje altísimo de mortandad.  Esto hecho explica el elevado precio que alcanzaron los eunucos en el tráfico de esclavos, ya que muy pocos sobrevivían a la intervención.

Los romanos aplicaron distintos tipos de técnicas según la edad o la condición social del futuro eunuco. El aplastamiento de testículos se solía realizar en niños de corta edad, se les sumergía en bañeras de agua caliente para relajar los testículos, y luego se los machacaban con los dedos o con piedras destinadas a estos menesteres.

La técnica de la torsión también era muy utilizada, y como la palabra indica se trataba de retorcer los testículos y atarlos en una cuerda hasta atrofiarlos.

Por último, estaba la opción quirúrgica, que consistía en una pequeña incisión para quitar los testículos del saco escrotal. Este tipo de intervenciones se realizaban normalmente a partir de los 7 años.

Aunque dentro del imperio la castración estaba prohibida, muchos padres lo realizaban con sus propios hijos ilegalmente porque sabían que, si sobrevivía, tenía muchas opciones de entrar en la corte y, de ese modo, garantizar el sustento para toda la familia.

Representación de la castración de Uranus.

Tipos de eunucos:


A grandes rasgos se puede hablar de dos tipos de eunucos, según la edad de la intervención. El primer tipo de eunuco, y más apreciado, era el sometido al procedimiento antes de su pubertad, ya que debido a la falta de testosterona durante su desarrollo como persona, hacía que este tipo de eunuco destacase por sus rasgos efébicos o "femeninos".

Entre los principales cambios físicos destacaban el tono de voz, algunos de ellos conseguían conservar una extraordinaria voz angelical que los convertían en objeto de deseo para los mejores coros. Pero también solían ganar bastante obesidad en la zona abdominal y caderas, aumento del pecho, alargamiento de las extremidades, estrechamiento de la pelvis, fragilidad en los huesos y ausencia de vello facial.

Y aunque muchas veces se nos relata la belleza angelical de los efebos, también eran frecuentes los eunucos de cuerpos orondos, de voces afeminadas, convirtiéndose en objeto de mofa y burla.


Eunuco en un harén, pintura de Jean-Léon Gérôme, siglo XIX. Óleo sobre lienzo de 73,5 × 62 cm.
Actualmente en el Museo del Hermitage (St. Petersburgo).

El segundo tipo era sometido al procedimiento después de la pubertad, por lo que cómo ya habían desarrollado sus rasgos masculinos, los mantenían el resto de su vida.

Por otro lado, según el tipo de intervención realizada también podríamos diferenciar dos tipos de eunucos, ya que la amputación podía ser parcial, sólo testículos, o total, pene y testículos. Estos últimos eran mucho más codiciados, ya que su supervivencia a la operación era aún más complicada.



El auge de los eunucos

De la infamia...


Aunque en muchas civilizaciones antiguas ya existieron los eunucos, fue en Bizancio cuando su figura se puso realmente en alza. ¿cómo es posible que pasasen de simples esclavos a ocupar los cargos más importantes de la vida política y religiosa bizantina?

Empecemos por el principio, la Antigua Roma, donde eran considerados casi una aberración, y no nos puede extrañar, ya que en una sociedad tan "viril" y falocéntrica como la romana, la castración era un gran deshonor, sólo aplicable a seres inferiores como los esclavos o prisioneros de guerra, por lo que estaba completamente prohibido castrar a ningún ciudadano romano.
Relieve de un sacerdote de Cibeles.

Pero a pesar de la vergonzosa opinión que se tenía sobre los eunucos, su eficiencia como esclavos esta fuera de toda duda.  Poco a poco, fueron ocupando cargos más importantes en la sociedad romana, hasta convertirse en un elemento vital para el buen funcionamiento de la corte imperial romana, pasando a ser esclavos cada vez más solicitados, especialmente en la parte Oriental del Imperio.

Y aunque hubo emperadores, como Adriano o Constantino, que intentaron detener esta espantosa tradición, dictando severas leyes contra estas prácticas, la castración siguió vigente durante todo el Imperio Romano hasta que eclosionó definitivamente en el mundo bizantino.

Incluso, el mismísimo Justiniano llegó a prohibir la castración de esclavos dentro de los límites de su Imperio, pero siguieron siendo considerados esclavos de alto nivel y por lo tanto muy apreciados. ¿La solución a la prohibición del emperador? Tan sencilla como castrarlos en las regiones situadas en los limes del Imperio y después venderlos dentro de las ciudades romanas.

Y si hablamos de castración durante el Imperio Romano no podemos dejar de mencionar a los "galli", los sacerdotes del culto a Cibeles a los cuáles se les exigía como prueba de fe la castración.

De esta forma estos eunucos fueron ocupando puestos notables como intermediarios, consejeros o confidentes de muchos emperadores, especialmente en los últimos siglos del Imperio. Emperadores, como Diocleciano, no dudaron en rodearse de una corte de serviles eunucos dispuestos a satisfacer los caprichos del emperador. Incluso no han faltado historiadores modernos que culparon a los eunucos de la decadencia del Imperio.

La presencia de los eunucos en la Corte Bizantina puede ser herencia de los últimos monarcas absolutos tardorromanos.


Pero habrá que esperar a la división del Imperio, para que estos eunucos se alcen como auténticos protagonistas históricos, al auparse a los principales puestos de poder, ya fuesen políticos, religiosos e incluso militares; Primero, en el Imperio romano de Oriente, y posteriormentr, durante el Imperio Bizantino.



... a la gloria

 Aunque si queremos buscar las causas de su auge, hay que ir más allá de la simple eficiencia que pudieran tener como esclavos, o del extra de "confianza" que suponía a sus dueños el que estuviesen privados de sus atributos masculinos.


Algunos historiadores han apuntado que este auge de los eunucos sólo pudo darse en el Imperio Bizantino por su particular y estricta cosmovisión de su propia sociedad. Una sociedad fuertemente jerarquizada y con roles muy definidos para todas las personas: hombres y mujeres, nobles y plebeyos, emperador y súbditos, religiosos y laicos, ...

Este rígido sistema necesitaba de un elemento que pudiese actuar de engranaje entre estas separaciones tan estrictas, y estos intermediarios fueron los eunucos. 


No eran ni hombres, ni mujeres, no tenían herederos, no estaban sometidos a las pasiones más comunes del resto de hombres, todo ello les permitió ser vistos como elementos prácticos y muy útiles en múltiples aspectos de las vida política, religiosa y económica de Bizancio. Su polivalencia en la sociedad era tan amplia que podían ocupar cargos tan prestigiosos como generales, doctores o maestros, pero al mismo tiempo desempeñar las profesiones más infames como actores, cantantes o prostitutos.

El emperador bizantino Justiniano y parte de su corte.


En resumen, su importancia radica en que la misma cultura Bizantina fue otorgándoles cada vez funciones más exclusivas y específicas, por lo que muchos puestos en la corte imperial solo podían ser ocupados por eunucos. De esta manera, lo que en un principio fue simple moda o conveniencia, pronto se transformó en una tradición, tornándose la figura del eunuco esencial para el buen funcionamiento de la administración imperial.

Es por ello, que muchos romanos bizantinos empezaron a cambiar la consideración que se tenía sobre los eunucos, ya que observaron como la carrera de eunuco podía ser muy beneficiosa para los intereses familiares, por lo que no dudaron en castrar a algunos de sus hijos para que iniciasen una carrera como eunuco en la corte imperial o en la Iglesia, con la esperanza que alcanzase un futuro prometedor, por lo que pronto se pudieron encontrar eunucos provenientes de regiones locales del Imperio.

Uno de estos eunucos locales fue Nicetas el Paflagonio, que sirvió en la corte de la emperatriz Irene en el siglo VIII. Estos eunucos a diferencia del resto, eran hombres libres y de lengua griega.

La existencia de estos eunucos locales nos indica a las claras el éxito de estos eunucos, por lo que su presencia cada vez era más numerosa dentro de la sociedad bizantina. Tal es así, que el cronista francés Foucher de Chrartres, que visitó Constantinopla en tiempos de la I Cruzada (1096-1099), narraba sorprendido que en la ciudad había más de 20.000 eunucos.

Emperador Nikephoros III y su corte.
Se cree que el hombre sin barba situado a la derecha sería un eunuco importante de su corte.



Tráfico de esclavos. Los eunucos


Con la consolidación del Imperio Bizantino y la posterior expansión del Islam, la consideración de los eunucos varió enormemente, convirtiéndose en un tipo de esclavos cada vez más demandado, tanto en la cultura bizantina como en la cultura musulmana.

Y a pesar que la Iglesia se posicionó claramente en contra de este tráfico de esclavos, los eunucos que sobrevivían a la castración se convertían en un bien muy caro y que proporcionaba enormes beneficios. Así comenzó el lucrativo negocio del tráfico de esclavos eunucos y todo lo que ello implicaba: incursiones en otros territorios, quema de aldeas y raptos de los menores para después castrarlos, con más o menos habilidad, y los afortunados que sobrevivían pasaban al mercado de esclavos.

Mapa del Imperio Bizantino en tiempos de Justiniano.


El historiador bizantino, Procopio de Cesarea, nos relata que muchos de estos eunucos procedían de los territorios del Cáucaso, especialmente famosos eran los de la región de Abjasia, situada cerca del Mar Negro, pero también los traían de los Balcanes, Asia e incluso de las regiones bajo influencia árabe.

Y este dato es importante, ya que con la expansión del Islam, los mercados de esclavos comenzaron a resurgir en numerosas ciudades de Europa, y con ellos la demanda de eunucos. El obispo de Cremona, de nombre Liutprando, nos relata como funcionaba el mercado de esclavos allá por el siglo X: "eunucos a quienes se les ha quitado tanto los dos testículos como el pene...  la realizan los comerciantes de Verdún, que se llevan a los muchachos a Hispania y obtienen un enorme beneficio". 

Este mercado de Verdún, situado en el norte de Francia, se había especializado en proporcionar eunucos a los territorios bajo dominación islámica, como el Califato Omeya de Córdoba, donde este tipo de esclavos era muy apreciado.

Por último, añadir que estos eunucos de alto rango eran tan apreciados que muchas veces se enviaban como regalos en embajadas o en presentes para el emperador, ya que el valor de un eunuco bien formado podía equiparse al precio de las joyas o de caballos pura sangre.


Tráfico de esclavos en el campamento de los eslavos orientales, pintura de Serguéi Ivanov.

En contra del eunuquismo:


Como podemos intuir esta terrible práctica chocaba de pleno con la moral de la Iglesia que nunca vio con buenos ojos este tipo de intervenciones, por lo que numerosas voces se alzaron contra esta cruel práctica. Ya vimos como Justiniano trató de prohibir la castración dentro de los límites de su Imperio, e incluso mandó a un embajador (eunuco él) a la región de Abjasia para intentar frenar esta costumbre.

Por lo que no es raro encontrar testimonios a lo largo de toda la historia rechazando esta inhumana práctica. 


Desde el médico del siglo VII, Pablo de Egina, que se quejaba amargamente de estar obligado a realizar esta intervención por los deseos de sus ricos clientes: "Nuestro arte tiene por objeto restituir el cuerpo del hombre a su estado natural cuando de él se ha separado; la castración no puede negarse que tiene un fin opuesto; pero por mandatos superiores, es preciso indicar sumariamente el modo de verificarla"


Hasta el cirujano italiano del siglo XIII, Bruno de Longobucco, que criticaba a los señores de su época de querer esclavos mansos y fieles por medio del eunuquismo, y como buen profesional que era, quejándose del escaso instrumental médico que poseía para ese tipo de operaciones, contando sólo, con una navaja y un hierro candente para cauterizar la herida.


En el siglo X, León VI, introdujo dos nuevas leyes que abordaban el tema de los eunucos. Y aunque la primera de ellas prohibía a los eunucos contraer matrimonio (ya que el fin del matrimonio es la procreación), la segunda ley si que articulaba una visión más humana sobre la figura de los eunucos, al permitirles adoptar niños, pudiendo transmitir sus bienes y riquezas a estos hijos. 


Incluso no faltó un "Trado en defensa de los eunucos", redactado por Teofilacto de Ohrid, donde se relata el desprecio que sentía el pueblo de Constatinopla hacia los eunucos, a los que consideraba individuos crueles, avariciosos, perversos y repletos de vicios. Pero el autor, hermano de un eunuco de nombre Demetrio, presenta una serie de hechos que ensalzan la entrega y la virtud de numerosos eunucos a lo largo de la historia de Bizancio.




Parte II: Los roles de los eunucos en Bizancio.


Bibliografía

Herrin, Judith. Bizancio: la vida sorprendente de un imperio medieval . Inglaterra: Penguin Books, 2008.

Herrin, Judith; Bizancio: El Imperio que hizo posible la Europa moderna, Editorial Debate, 2009.
 
Rautman, Marcus; La vida cotidiana en el Imperio Bizantino, Connecticut: Greenwood Press, 2006.

[En Internet]

La cruel historia de ser eunuco, en https://franciscojaviertostado.com/2014/12/01/la-cruel-historia-de-ser-eunuco/

Eunucos de Bizancio. Castración y vileza en el Imperio Romano de Oriente, en http://www.lacasamundo.com/2014/04/el-imperio-bizantino-eunucos-de.html

El tercer género en Bizancio, los eunucos, en http://elocasodebizancio.blogspot.com/2011/02/el-tercer-genero-en-bizancio-los.html





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