jueves, 24 de octubre de 2019

El Concilio de Constanza: Prostitutas, cortesanas y una estatua.


Parte I: El Concilio de Constanza: prostitutas, cortesanas y una estatua.
Parte II: Imperia, la primera cortesana.

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Quién tenga la suerte de poder viajar al lago Constanza, una maravilla de la naturaleza, por algo es llamado la "costa azul alemana", podrá descubrir con asombro, si se acerca a la ciudad del mismo nombre, cómo a la entrada de su puerto les recibirá la enorme escultura de una provocativa mujer .

La mujer va vestida con unas finas gasas transparentes, que se abren para mostrarnos sus larguísimas piernas y su ropa interior. El vestido, abrochado con un cinturón, apenas cubre sus prominentes y redondeados pechos.

Escultura de Imperia.

Pero que la belleza de su figura no os impida ver lo que sostienen sus manos: la figura de dos personajes desnudos, una ataviado como un rey, y el otro, como un Papa, son la representación del emperador Segismundo y el Papa Martín V, dos de los hombres más poderosos de su época, y como bien simboliza la escultura, a pesar de todo su poder, sus corazones estuvieron en manos de esta hermosa mujer.

¿Quién es esta misteriosa mujer? Imperia Cocagna, era su nombre, y según relatan las fuentes, era la cortesana más bella que hubo en su época. ¿Queréis conocer la historia que se esconde tras esta estatua? Pues acompáñanos a una de las épocas más convulsas para la cristiandad y os mostraremos como el sexo y el poder siempre han mantenido un estrecho vínculo, y la importancia histórica que tuvo Imperia, considerada como la primera cortesana de la historia.


La estatua


Esta singular escultura fue inaugurada en 1993, mide 9 metros y es obra de Peter Lenk. Como podrán suponer su inauguración fue todo un escándalo en la localidad, y es que ese puritanismo calvinista tan frecuente en estas tierras sigue muy vigente en la actualidad. Por suerte, la estatua se erigió sobre los terrenos privados pertenecientes a una compañía ferroviaria, por lo que la campaña pública para censurarla tuvo poco efecto. Además, poco a poco, se fue ganando el corazón de sus habitantes, convirtiéndose en uno de sus principales valores turísticos.

Para los más voyeristas podemos añadir que la estatua está situada sobre un pedestal que gira sobre su eje, por lo que cada cuatro minutos, la bellísima Imperia da una vuelta sobre sí misma, para que podamos admirar sus atributos sin problemas.

Como decíamos sobre sus manos sostiene dos personajes caricaturescos que personifican el poder terrenal y el poder espiritual... En su mano derecha se posa la figura del Emperador Segismundo que sostiene el globo imperial, en su mano izquierda se asienta el Papa cubierto por la tiara papal. Ambos poderes sucumben a la tentación, no sólo de la lujuria, sino también de la riqueza, del poder, de la ambición...

Aunque tal como dijo su creador: "Las personas de la bella Imperia no son ni el papa ni el emperador, sino saltimbanquis que se apoderaron de insignias del poder secular y espiritual. Libre a la interpretación histórica del observador decidir en qué medida los verdaderos papas y emperadores han sido, también, unos saltimbanquis."


Constanza


Nos situamos, estamos a las orillas de la ciudad de Constanza, ciudad que da nombre a este lago que hace frontera con tres países: Alemania, Suiza y Austria. Como podéis suponer esta maravilla natural ha sido un enclave histórico desde tiempos inmemoriales, tanto por su posición estratégica como puente sobre el Rin, como por ser un punto de cruce comercial de toda Europa,  por lo que numerosas culturas han dejado su huella en este territorio.

La pequeña ciudad de Constanza se convirtió en un importante paso comercial y durante los siglos X al XV ganó enorme protagonismo, tanto que allí se celebró el Concilio de Constanza, un intento de poner orden dentro de una Iglesia Católica dividida, corrupta, analfabeta y pecaminosa. Sus objetivos: finalizar con el Gran Cisma de Occidente, un hecho insólito, ya que hubo varios Papas gobernando simultáneamente y, por otro lado, intentar reformar la Iglesia.

Escultura en la entrada del puerto con el lago Constanza de fondo.


Marco histórico


La Iglesia, que durante todo el medievo había ido sufriendo diversas herejías y descontentos, entró en el siglo XIV en plena crisis institucional y de valores, desde su cabeza hasta sus pies. 


El cuerpo sacerdotal estaba formado por hombres analfabetos, sin apenas formación espiritual, muchos de ellos vivían abiertamente con su concubina, cuando no tenían familia directamente, a la gran mayoría se les acusaba de ser poco menos que borrachuzos y de abusar de su posición de poder para intimar con mujeres.

Su jerarquía era incluso peor, ya que a los vicios antes descritos sumaban una ostentación del lujo y de riqueza insultante, y una desmedida ansia por el poder. Los Papas no eran muy diferentes, hijos de poderosas familias que se aferraban al peligroso trono de San Pedro y ejercían su poder como cualquier otro noble.

A todo ello hay que sumar el desconcierto que suponía para los fieles el Cisma de Occidente, con la existencia de varios Papas al mismo tiempo, con sus propias cortes. En tiempos del Concilio de Constanza hubo hasta tres Papas gobernando al mismo tiempo.

En el momento de la proclamación del Concilio coexistían 3 Papas que se disputaban la silla de San Pedro


Si a este panorama de crisis espiritual sumamos la difícil situación social que vivieron los reinos medievales durante el siglo XIV tenemos el caldo de cultivo para el surgimiento de toda clase de movimientos religiosos que hicieron tambalear los cimientos de la Iglesia Católica. 


Entre las causas de este malestar social tenemos la llegada de la Peste Negra a Europa, así como un período de hambrunas generalizadas debidas a la concatenación de una serie de malas cosechas por un cambio climático que enfrió varios grados el clima de Europa; sin olvidar la siempre inquietante sombra acechante del poder musulmán, encabezado por el Imperio Otomano.

Retrato del emperador Segismundo.
Por lo que no nos puede extrañar que en una sociedad profundamente religiosa, y bajo este clima de inseguridad y zozobra, surgiesen toda clase de individuos, desde profetas que proclamaban el fin del mundo, visionarios que profetizaban el advenimiento de cristo, pasando por intelectuales reformistas que exigían la reforma de la Iglesia y aireaban la corrupción del trono de San Pedro.

Por todo ello, Segismundo de Hungría, el Emperador del Sacro Imperio Germánico, única persona con poder para proclamar un concilio ecuménico en lugar del Papa, intentó poner orden en la Iglesia convocando el Concilio de Constanza, el único celebrado en territorio alemán, y que se
alargó durante más de 4 años, entre 1414 y 1418.  Un período en el que la pequeña ciudad de Constanza vivió una eclosión económica con la llegada de más de 70.000 personas, entre ellos, las inmensas cortes que arrastraban tanto el Papa, como el propio emperador, como los embajadore de todos los países allí convocados.



Las cortesanas del concilio


Con la llegada del Concilio la ciudad prosperó rápidamente, y ante el gran número de visitantes pronto empezaron a eclosionar nuevas viviendas, mercados, fondas y hostales, ¡y como no! prostíbulos. A la ciudad llegaron monarcas, cardenales, nobles, eclesiásticos, soldados y toda clase de sirvientes, y tras el sonido de sus tintineantes monedas también se instalaron mercaderes, ladrones y sobre todo prostitutas.

Algunos historiadores apuntan que apaciguar los ánimos de los asistentes y contentar a los allí reunidos se hizo llegar de todas las ciudades próximas más de 700 mujeres públicas. Y que el propio emperador Segismundo escribió una misiva desde Constanza requiriendo los servicios de 1500 prostitutas más.

Panorámica de la ciudad de Constanza

Por muy devoto cristiano que fuese el Emperador esto de la castidad y la fidelidad conyugal no iba con él. Ya que aunque a su llegada a Constanza vino acompañado de su segunda esposa, Bárbara de Celje, viendo el ambiente que iba adquiriendo el concilio no dudó en enviarla rápidamente de vuelta a Hungría.

Y es que la afición del emperador por las mujeres de vida licenciosa era por todos sabidos. Por ejemplo, sabemos que en su visita a la ciudad de Berna en 1434, las autoridades de la ciudad abrieron las puertas de las casas de prostitución de forma gratuita tanto para él como para su ejército. Un detalle, que el emperador agradeció públicamente en su discurso a las autoridades locales, destacando su calurosa hospitalidad y que hubieran puesto a su disposición, y de su séquito, las casas de mujeres públicas durante tres días seguidos.

Prostíbulo medieval.

Otro testimonio sobre la vida licenciosa del Emperador nos lo ofrece el Papa Pío II, que en su novela erótica "Historia de los dos amantes", ¡sí! habéis leído bien... una novela erótica, aunque la escribió antes de ser Papa, y ¡claro está!, después tuvo decir que se arrepentía mucho de haberla escrito.

Pues en esta novela también nos habla del gusto de Segismundo por las mujeres, especialmente aquellas mujeres de alto rango, inteligentes y bellas, por lo tanto no es de extrañar que quedase prendado de nuestra Imperia:

"Por muchas partes se ha difundido con cuántos honores se recibió al Emperador Segismundo al entrar en la ciudad de Siena, de donde somos tú y yo.(...)  Una vez acabadas las ceremonias, cuando Segismundo se acercó a este palacio se encontró por el camino con cuatro mujeres casadas, casi idénticas en nobleza, belleza, edad y elegancia (...) Segismundo, aunque viejo, era proclive al deseo y le deleitaban especialmente las palabras de las mujeres, disfrutaba con sus encantos femeninos y nada le parecía más agradable que el aspecto de aquellas ilustres mujeres".

 

Recordar que durante la Edad Media las mujeres públicas estaban agrupadas como cualquier otro gremio, con sus propios derechos y deberes dentro de la ciudad, al igual que cualquier otra profesión.


Normalmente estas casas de prostitución estaban agrupadas en torno a un barrio, y es que, por aquella época, la prostitución, aunque mal vista, estaba tolerada, siendo una práctica pública y visible. Aunque las mujeres que caían en el mundo de la prostitución solían ocupar una posición social baja y despreciable, muchas veces obligadas a lucir algún tipo de prenda distinguible (cintas amarillas en los brazos).

 

Pero de todas las prostitutas llegadas a la ciudad destacaron especialmente las cortesanas venidas de Roma, encabezadas por Imperia Cognati, que acompañaban al séquito de nobles y eclesiásticos provenientes de la ciudad eterna. 

 

 


Fotograma de la película "La ramera errante"
Vemos a las prostitutas con sus lazos amarillo como signo de diferenciación social.

Cortesanas italianas: el surgimiento de una nueva clase de prostitución


Tintoretto. 1576. Retrato de Veronica Franco.
Worcester Art Museum, Massachsetts.
Este grupo de cortesanas causaron admiración no sólo por su físico, sino sobre todo por sus habilidades en tan diversas artes como la poesía, la música, la pintura. Eran mujeres sofisticadas, cultas, refinadas, osadas y muy inteligentes, expertas en el arte de la seducción, muy alejadas del resto de prostitutas que se habían congregado en la ciudad alemana.

Algunos historiadores apuntan que el surgimiento de este tipo de "mujer de compañía" de lujo se debió precisamente a la postura cada vez más intransigente de la Iglesia sobre el amancebamiento de sus clérigos. Al prohibirles vivir con una mujer de manera estable y pública se dedicaron a disfrutar de la compañía de este otro tipo de mujeres: prostitutas que hacían las veces de amantes, pero también de compañeras de conversación, juegos y entretenimiento.

Por lo que muy pronto surgió en torno a la corte Papal un buen número de mujeres especializadas en tratar el ambiente distinguido y educado de la corte romana. Estas mujeres acompañaban a sus amantes en sus viajes, y en casos excepcionales como el Concilio de Constanza, se asentaban en la ciudad con ellos. Y es aquí, precisamente, en este Concilio, cuando la fama de estas cortesanas se extendió por toda Europa, ya que los nobles y príncipes llegados de todos los rincones de Europa se quedaron anonadados ante la belleza, la etiqueta, la conversación y las habilidades de estas mujeres.

Estas mujeres, sabedoras que su fortuna era tan efímera como su belleza, supieron acumular grandes fortunas jugando con las pasiones y sentimientos de sus numerosos amantes. Por lo que solían mantener una relación estable con algún cliente poderoso, al tiempo que flirteaban con otros hombres. 
Imperia retratada por Rafael como la poetisa griega Safo.

Para saber más sobre estas famosas cortesanas del renacimiento podéis visitar nuestra entrada de "Cortesanas poetisas: la prostitución en el Renacimiento", donde analizamos más profundamente la figura de estas mujeres

La celebración del Concilio supuso una conmoción para la comunidad católica de la época, ya que a pesar que uno de los objetivos de este concilio era regenerar el cuerpo de la Iglesia y ofrecer una imagen menos pecaminosa, en realidad supuso todo lo contrario. Convirtiéndose la ciudad en una nueva Babilonia del pecado, con la presencia de cientos de prostitutas y meretrices que convivieron públicamente con los eclesiásticos, nobles y caballeros allí reunidos.

No nos puede extrañar que una de las medidas tomadas en este Concilio fuese condenar a la hoguera por herejía al pobre Jan Huss (precursor de la reforma protestante), a pesar de haberle prometido salvoconducto si se presentaba allí a explicar sus postulados.  Y es que Huss pregonaba la desobediencia a la Roma, ya que vivía sumida en el pecado y no tenía ninguna autoridad moral sobre el resto de fieles. Imaginamos que todas sus ideas se vieron reforzadas al llegar a la ciudad y ver la vida depravada de las altas jerarquías eclesiásticas allí presentes.

Jan Huss, en el Concilio de Constanza.


Imperia: La primera de las cortesanas


Retrato de Imperia.
Aunque poco sabemos de los avatares de Imperia en su estancia en Constanza, su leyenda como mujer fatal en ese Concilio nace gracias a la pluma del escritor francés Balzac quien la inmortalizó en un texto denominado "La Bella Imperia", su biografía resulta tan interesante que hemos decidido realizarle un post sólo para ella, y es que pocas mujeres han tenido el honor de servir de musa para uno de los grandes artistas del renacimiento como Rafael.

No podemos despedir este post sin recordar que existe otra novela que utiliza el trasfondo de este concilio como parte de su trama, titulada "La ramera errante" de Iny Lorentz, donde una honrada doncella es arrojada por engaños al mundo de la prostitución. Esta novela ha sido llevada a la televisión con un telefilm de escasa calidad del mismo nombre, tendré que hacer el esfuerzo de ver la película para terminar de documentar el post.




Bibliografía


https://www.laviajeraempedernida.com/constanza-el-lago-y-las-cortesanas-del-concilio/

 https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/el-concilio-de-constanza/20140511235000666898.html

https://periodicoirreverentes.org/2012/11/08/ciertos-lugares-imperia/
https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/el-concilio-de-constanza/20140511235000666898.html

2 comentarios:

  1. "y es que pocas mujeres han tenido el honor de servir de musa para uno de los grandes artistas del renacimiento como Rafael."... Es hora que te vayas desconstruyendo, será que Rafael habrá tenido el honor de pintar a tamaña diosa.

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  2. El parecido de la estatua con la diosa cretense de las serpientes resulta evidente.

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