domingo, 15 de noviembre de 2015

Fetichismo y Parafilias en la Antigüedad: Agalmatofilia


Fetichismos y parafilias en la Historia:

- Capítulo I: Agalmatofilia
- Capítulo II: Candaulismo

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La Agalmatofilia es una parafilia sexual que se caracteriza por el amor desmedido por las estatuas o las imágenes de arte, especialmente por aquellas que están representadas desnudas o en actitud sensual, pudiendo incluso experimentar un violento deseo físico y sexual por ellas.

Este síndrome también es conocido por «pigmalionismo», «estatuofilia», «monumentofilia» o «petrifilia»; y aparte del deseo físico hacia estas imágenes, también puede implicar el deseo de dotarlas con vida o hacer que parezcan seres vivos, recordar que en la antiguedad las esculturas se pintaban para intentar dotarlas del mayor realismo posible.

Este síndrome, aunque hoy en día, nos puede parecer bastante extraño, en la Antigüedad clásica pudo ser bastante más frecuente, ya que los grandes artistas griegos fueron capaces de dotar a un frío bloque de mármol de un realismo y una sensualidad que tuvo que despertar la admiración y el asombro de sus contemporáneos.

Buena muestra de ello son los numerosos mitos y testimonios que nos han dejado numerosos autores clásicos sobre sucesos de esta naturaleza, donde tal vez el mito de Pigmalion sea el más conocido...


PIGMALION:

La historia más conocida que relata un episodio de agalmatofilia es la del rey de Chipre, Pigmalión. Este rey buscó durante mucho tiempo una mujer con la que casarse, aunque cansado de no encontrar a la mujer perfecta, decidió abandonar dicha búsqueda y dedicar su tiempo a crear hermosas esculturas de mujeres para suplir dicha ausencia.

Una de estas escultruas, Galatea, resultó ser de tal belleza, que Pigmalión se enamoró perdidamente de ella. Una noche, y gracias a la intervención de Afrodita, soñó que la estatuta cobraba vida:

"Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos."
- Las Metamorfosis, Ovidio.

Pygmalion de Jean-Baptiste Regnault de 1786,
Musée National du Château et des Trianons.
Cuando despertó Pigmalión se encontró con la mismísima Afrodita, que conmovida por el amor del rey hacia la estatuta de Galatea decidió cumplir sus deseos y transformarla en humana con estas palabras: "mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal".

Aunque la versión más antigua de este mito nos la ofrece Filostéfanos, autor griego del siglo IV a.C., y cuya historia tiene un carácter mucho más mundano. En esta versión, el rey se enamora de la estatua de Afrodita situada en el santuario de Pafos, pero en este caso, ninguna estatua cobra vida, sólo la mente enferma del rey, en pleno delirio erótico, la verá como una mujer.


AFRODITA DE CNIDO:

Copia de Afrodita
de Cnido.
Aunque el caso más flagrante de agalmatofilia nos lo cuenta Plinio el Viejo en su 'Historia Natural', según narra, el famoso escultor Praxíteles esculpió dos fabulosas estatuas de Afrodita, que "adelantaba a todas las suyas y a las de todo el orde de las tierras". Una estatuta estaba velada, mientras la otra estaba completamente desnuda.

Los habitantes de la ciudad de Cos, que eran los que habían realizado el encargo, prefirieron la estatuta cubierta ya que la consideraban más pudorosa, por lo que la ciudad de Cnido o Knidia compraron a Praxíteles la versión desnuda.

La belleza de esta estatua fue tal, que pronto la ciudad de Cnido se convirtió en centro de perenigración de muchos viajeros, "hasta donde muchos habían navegado para verla". Incluso el rey Nicomedes quiso comprarles dicha estatua, a cambio de pagarles las cuantiosas deudas que la ciudad de Cnido tenía, pero sus habitantes se negaron, ya que gracias a ella, la fama de la ciudad se estaba extendiendo por todo el mundo griego.

Así Plinio nos ofrece un primer testimonio de contacto sexual entre un hombre y esta estatua:

"El templete donde estaba colocada estaba abierto por todas partes para que pudiera verse desde cualquier ángulo la efigie de la diosa, esculpida, según se creía, con el favor de ella misma. La admiración que producía no disminuía desde ningún punto. Dicen que uno, que se había enamorado de ella, se escondió durante la noche y la abrazó fuertemente, y la mancha dejada sobre ella fue el indicio de su pasión."
- Plinio el Viejo, Historia Natural, XXXVI, 20-21


Luciano de Samosata, en su 'Erotes' o 'Amores' también nos ofrece una versión similar de estos hechos. Primero nos cuenta como uno de los visitantes del templo, llamado Caricles, ante la visión de la estatuta perdió todo control de sí mismo y se abalanzó sobre ella para besarla.

Posteriormente nos cuenta otro incidente mucho más sacrílego:

"Sin embargo, la diaconisa que estaba a nuestro lado nos contó una historia extraña e increíble. Nos dijo que un joven procedente de una familia bastante distinguida... que visitaba con frecuencia el templo, se enamoró de la diosa por funesto azar. [...]  Al final, las tensiones violentas de su pasión se convirtieron en desesperación y descubrió la audacia como alcahueta de su lujuria. En efecto, un día, cuando ya se había puesto el sol, se deslizó en silencio sin que lo vieran los presentes detrás de la puerta y se ocultó en el interior del templo... Esas huellas de los abrazos amorosos se advirtieron cuando llegó el día, y la diosa tiene esa mancha como comprobación de lo que sufrió."
- Luciano de Samosata, Amores, 13-16.

El Juicio a Friné

Como curiosidad añadir que la mujer que sirvió de modelo para esta escultura fue la famosa hetera Friné que fue amante y musa de Praxíteles. Su belleza era tal que se la acusó de impiedad al comparar su belleza con la de la diosa Afrodita, un delito muy grave en la antigua Grecia, y por el cual fue conducida a juicio.

A pesar de que fue defendida por el prestigioso orador Hipérides, éste fue incapaz de convencer a los jueces, por lo que como último recurso optó por apelar al amor a la belleza por parte de los jueces. Así ordenó desnudar a Friné delante de los jueces que estupefactos ante la belleza de esta mujer fueron incapaces de condenarla, ya que sería como condenar a la misma Afrodita.

Friné ante el areópago (1861), obra de Jean-Léon Gérôme — Hamburg Kunsthalle.

CUPIDO DE PARIO.

El mismo Plinio, nos narra otro caso de Agalmatofilia, esta vez con una escultura masculina del mismo Praxíteles, un Cupido desnudo de la ciudad de Pario. Este Cupido también fue famoso por su extraordinaria belleza y por haber sufrido un episodio de arrebato amoroso, donde Alcetas el Rodio, enamorado de esta escultura de bronce, también ultrajó a la estatua manchándola con su semilla.


CULTURA ROMANA

Esta parafilia no fue sólo cosa de los griegos, ya que numerosos autores latinos nos siguen contando  hechos similares acaecidos en la misma Roma.

Koré del Peplo
(Museo de la Acrópolis, Atenas )
Plinio cuenta varios casos: Por un lado, el de Junio Piscículo que se enamoró del grupo escultórico de las Tespíades situado junto al Templo de la Felicidad. Otro caso es el de la escultura realizada por Estróngilo, una Amazona de tan bella factura que fue denominada Eúcmenos, la de las hermosas pantorillas, y la cuál Nerón se llevaba consigo a todas partes.

Y es que incluso autores tan tardíos como Ateneo de Náucratis (siglo III d.C.) siguen recordando casos donde esta parafilia sigue muy presente. En su obra 'El banquete de los eruditos' cuenta la anécdota de Clísofo de Selimbria que se enamoró de una koré de mármol situada en un templo de Samos, y realizado por Ctesicles. El tal Clísofo se encerró en el templo con la koré e intentó satisfacer sus apetitos sexuales, pero ante la dureza y frialdad del mármol dedició utilizar un trozo de carne para simular la textura de la cerne humana.
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Bibliografía

González García, J.L.; Por amor al arte. Notas sobre la agalmatofilia y la Imitatio Creatoris, de Platón a Winckelmann, Anales de Historia del Arte, 2006, 16, 131-150

 http://revistas.ucm.es/index.php/ANHA/article/view/ANHA0606110131A/31094

http://www.jotdown.es/2015/11/una-mancha-de-semen-sobre-la-afrodita-de-cnido/

2 comentarios:

  1. Interensantísimo, como siempre.
    Reconozco que estoy enganchada a este blog, me encanta la temática y como lo desarrolláis.
    Un saludo

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    1. Gracias Mary por leérnos y dejar comentarios tan bonitos como este!

      Que son siempre un empujoncito para seguir publicando e indagando en temas relacionados con la sexualidad en la historia.

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