viernes, 18 de mayo de 2018

Stalin y el Sexo

 Dictadores: Sexo y Poder
1.- Mussolini
2.- Stalin
3.- Hitler
4.- Mao
5.- Franco
6.- Leónidas Trujillo

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Descudriñar la vida íntima de un personaje tan odiado como Stalin no es una tarea fácil, ya que normalmente estas grandes figuras de la historia están rodeadas tanto de silencios significativos como de falsedades históricas, hecho que complica sobremanera descubrir su verdadera personalidad, más aún, cuando tratamos de adentrarnos en un terreno tan íntimo como el de la sexualidad.

Toda su vida estuvo sumergida en un secretismo total, donde la manipulación y la propaganda se encargó de ocultar los rasgos más humanos del dictador soviético, presentándolo ante el pueblo ruso casi como un dios en vida, el gran padre de la patria soviética.


Y es que según que fuentes consultes podemos leer de Stalin todo tipo de testimonios, desde casos de violación o de pederastía, !incluso de incesto! o por contra aquellos relatos que han querido convertir la figura del tirano en un auténtico Casanova...  Por lo que a pesar de que recientes libros, como 'La corte del zar rojo' o 'Las mujeres de los dictadores' han contribuido a difundir algunos de estos rumores, nosotros preferimos rebajar alguno de estos testimonios tan impactantes y aferrarnos a relatos menos llamativos, pero en nuestra opinión, más acordes con la personalidad del dictador.

Una pasión desmedida... aunque por la política y el poder.


De manera resumida podemos decir que oficialmente Stalin tuvo dos esposas, un par de amantes reconocidas y probablemente algunas aventuras y flirteos en su época de juventud.

A diferencia de otros dictadores podemos afirmar que no era un mujeriego, ya que su única pasión, incluso su obsesión. fue la política y el poder.


Stalin, 1902
Por lo que las mujeres y el sexo fueron algo secundario en su vida. Esto no quiere decir, que no quisiese a las mujeres o hijos que tuvo pero siempre estuvieron supeditados a su acción política. Por lo que si analizasemos su figura desde una perspectiva freudiana se podría afirmar que invirtió toda su energía sexual en el ejercicio del poder.

Esto marcará a todas sus relaciones, ya que Stalin será una persona paranoica, que desconfiará de todo y de todos, sólo hace falta analizar alguna de sus purgas, donde no dudaba en mandar detener o asesinar a algunos de sus más estrechos y fieles colaboradores, incluso a algunos familiares directos de sus esposas. Esto hizo que la principal cualidad que buscase en una mujer fuese la confianza, es decir, poder confiar en ella, buscando ser confortado.

Sobre sus rasgos y gustos sexuales apenas conocemos nada, sólo podemos especular sobre algunos aspectos de su sexualidad.

Por su origen y carácter algunos autores le han definido como un 'macho georgiano', es decir, un hombre duro, frío, de hábitos rutinarios y aldeanos, con cierta indiferencia hacia las mujeres. 


Tal es así, que su segunda esposa se suicidó supuestamente por un ataque de celos, ya que llevaba años bajo una depresión por la actitud distante de su marido. Una muestra más de la frialdad de Stalin es el epitafio que se puede leer en la tumba de su segunda mujer donde reza: “Nadezhda Alliluyeva Stalin (1901-1932), miembro del Partido Comunista, de parte de Stalin”.

Analizando su figura desde un punto de vista psicológico, y compartiendo los rasgos de muchos psicópatas, se le ha considerado un hombre incapaz de sentir empatía por los demás, pero terriblemente sensible con sus propios sentimientos. Por lo que cuando su mujer se suicidó la primera pregunta que se hizo Stalin fue ¿cómo le podía haber hecho eso a él?, en vez de preguntarse sobre los sentimientos que llevaron a su mujer al suicidio.

Como buen psicópata Stalin va a utilizar su sexualidad con otros fines, ya que como todo dictador acabará utilizando el sexo con fines políticos, seduciendo a las mujeres de sus ministros y altos cargos para estrechar su control sobre ellos y poder conseguir ciertas informaciones que después resultasen útiles políticamente.

En cuanto a la proyección de su imagen pública, Stalin tomó un camino completamente diferente al de Mussolini, mientras el dictador italiano buscó siempre proyectar una imagen de conquistador, seductor, de hombre vigoroso y activo; Stalin quiso reflejar una imagen más sosegada, como un hombre tranquilo, padre de la patria y de todos los soviéticos, hasta convertirse casi en un dios viviente.

Una vez analizados a grandes rasgos algunos aspectos de su sexualidad pasaremos a ver la relación de Stalin con las mujeres que marcaron su vida, hecho que nos permitirá conocer con más profundidad algunos rasgos de su personalidad....

LAS MUJERES DE STALIN


Correrías de juventud


Para comprender mejor las primeras experiencias amorosas de Stalin hay que recordar algunas costumbres muy extendidas entre los revolucionarios soviéticos, ya que debido a su clandestinidad solían mantener relaciones exclusivamente con otros camaradas de lucha, es por ello que Stalin siempre se casó con mujeres cuyas familias estaban vinculadas a la acción revolucionaria. Además la infidelidad, tanto de hombres como de mujeres, no estaba mal vista, por lo que no eran nada raras las relaciones abiertas.

Stalin en sus primeros años de juventud se convirtió en un activo bandolero al servicio del partido comunista, dedicándose al robo de bancos y llevando una vida de fugitivo.

Todo esto sumado a su carácter fogoso y aventurero y cierta fachada de tipo duro le hizo merecedor de la admiración de numerosas mujeres.


Por lo que el número de amantes que se le atribuyen en esta etapa de juventud son bastante numerosas, manteniendo algunas aventuras amorosas en sus destierros por tierras siberianas. Fruto de estas relaciones, más o menos esporádicas, se le atribuyen un par de hijos ilegítimos a los que nunca quiso reconocer.

Ficha policial de Stalin realizada por la policía de Petrogrado.

Su primera mujer: amor a la fuga


Su primera esposa fue Ekaterina Svanidza, con quién se casó cuando aún era un jóven bandolero, por lo que ambos tuvieron que llevar una vida de fugitivos. Él debía estar locamente enamorado de ella, ya que aceptó casarse por la Iglesia a pesar de que detestaba dicha institución, ya que ella era profundamente religiosa.

Muy pronto su jóven esposa comprendió que la principal motivación de Stalin sería la política, incluso por delante de su familia.


Ekaterina Svanidze, 1904
Durante estos primeros años la pareja se ve obligada a vivir escondida y siempre alerta ante los agentes del zar. Ella sufrirá muy pronto la amargura de la soledad, ya que 'Soso', el apodo con el que se conocerá a Stalin, estará siempre en constante movimiento, de un lado para otro, conspirando para derrocar al régimen del zar. A pesar d ello la pareja parece que fue feliz y tuvo un hijo llamado Yakov.

Pero esta breve felicidad pronto se tornará en dolor y muerte. En 1907 su mujer caerá gravemente enferma, ante la falta de dinero para pagarle un tratamiento, la pareja decide que ella vuelva al hogar familiar en la capital Georgiana. Pero el duro viaje y las altas fiebres provocadas por el tifus provocarán, al poco de llegar a Tiflis, la muerte de su mujer el 25 de noviembre de 1907. Esta muerte repercutirá en el carácter de Stalin, que no dudó en culpar al estado zarista de la muerte de su mujer por la paupérrima situación de la sociedad rusa.

Incluso algunos historiadores han apuntado que el carácter despiadado de Stalin se forjó a partir de este momento, ya que según cuenta la leyenda, en el funeral de su esposa le confesó a uno de sus camaradas que todo sentimiento humano se había desvanecido de su corazón: "... Esta criatura podía suavizar mi corazón de piedra. Ahora está muerta, y con ella mis últimos sentimientos calurosos para los humanos."

El mejor remedio para superar el dolor de la muerte de su mujer fue su inmersión total en el mundo de la política, aunque esto no hizo que se olvidase del sexo femenino; ya que según cuentan algunas fuentes Stalin tuvo algunas aventuras amorosas, siendo la más sonora, la que mantuvo en 1911 con una joven viuda, llamada Maria Prokopievna Kuzakova, con la que tendría un hijo, que no dudó en condenar al obstracismo total, al igual que a su madre..


Nadia: una relación de amor-odio


El otro gran amor de su vida le llegó con su madurez, ya que en 1919 y con 41 años se casó con una jovencísima Nadezhda Alilúyeva, hija de conocido revolucionario soviético, y que apenas contaba con 16 años de edad.


Fruto de este matrimonio nacerían dos hijos: Vasili y Svetlana. Aunque como sus anteriores relaciones, ésta también estuvo marcada por el abandono y la desidia, ya que su joven esposa muy pronto cayó en depresión por las constantes ausencias de su marido, depresión acompañada de ataques de histeria y manía persecutoria, ya que sospechaba que parte de sus ausencias eran debidos a flirteros y aventuras amorosas con nuevas amantes.

Stalin, su mujer Nadezhda Alliúyeva, K.E. Voroshilov,
descansando a principios de los años 20
Por lo que el matrimonio derivó en una apasionada, intensa e incluso violenta relación amor-odio, donde se mezclaban el amor conyugal y celos, y donde Nadezhda pasó de la admiración personal hacia la figura de su marido, a un cada vez más y profundo desprecio a medida que iba siendo consciente de las terribles secuelas que iban provocando las políticas de su marido.

Nadezhda Sergeyevna Alliluyeva
(1901–1932)
El distanciamiento fue tal que Nadia en 1929 optó por abandonar el hogar conyugal, aunque lógicamente el regimen no iba a permitir tal escándalo, por lo que muy pronto fue 'obligada' a regresar, sumiendo a Nadia en un estado de depresión continuo.

La relación se fue tornando insoportable hasta su estallido final en 1932, cuando en un cena oficial del partido, conmemorando el aniversario de la Revolución, se produjo una nueva discusión delante de todos los asistentes. Aunque hay varias versiones sobre lo sucedido, la realidad es que hubo un sólo y triste final...

Para algunos la discusión empezó cuando Nadia echó en cara a su marido que flitearse delante de ella con otras mujeres, otra versión alude que Nadia recriminó a Stalin la forma vulgar de tratarla, ya que "!eh, tú!" no eran formas de tratar a una mujer... de cualquier forma parece ser que Stalin le arrojó un puro encendido a su mujer.

Nadia, humillada públicamante, abandonó en silencio la fiesta y se fue a su dormitorio, donde se suició con una pistola Walter.


Sobre su muerte ha habido todo tipo de especulaciones, el regimen comunista anunció oficialmente que había muerto de apendicitis, aunque también ha habido quien a afirmado que fue el propio Stalin quien la asesinó en un arrebato de ira.

A pesar de su aparente frialdad, este hecho tuvo que marcar profundamente a Stalin, ya que nunca comprendió los motivos que llevaron a su mujer a suicidarse. Ella fue una mujer muy competente, que había trabajado por y para la causa comunista, primero bajo el mando de Lenin y después al lado de Stalin. Era una mujer que representaba el modelo de la nueva mujer soviética, una mujer que estudió en la universidad, trabajadora incesante y firmemente defensora del ideal bolchevique.

Por lo que algunos investigadores han apuntado que la causa real de su suicidio fue descubrir con qué clase de hombre se había casado, ya que había convertido el sueño bolchevique en una pesadilla, al descubrir como todos los antiguos compañeros de Lenin eran eliminados sistemáticamente, al descubrir los campos de trabajo y las terribles secuelas de las hambrunas en Ucrania.

Stalin y su hija Svetlana.

Una especial atracción hacia las artistas


A pesar de los numerosos rumores sobre las amantes secretas de Stalin, nunca sabremos hasta que punto estos rumores son ciertos, aunque parece evidente que para Stalin sería difícil rechazar a todas las mujeres que se le ofrecían.

Por lo que si parece probable que mantuviese distintos affairs amorosos, antes y después del fallecimiento de su esposa.


Quizá el romance más sonado lo mantuvo con la cantante de ópera rusa, Vera Davídora, relación que se inició en 1932 estando aún casado con Nadia y que lanzó al definitivo estrellato a la diva del Teatro Bolshói que desde aquel momento no dejó de recibir premios y ostentosos regalos.

Vera Davídora.
Este romance vendría confirmado por la propia Deva que en 1985 publicó un libro titulado 'Yo fui la amante de Stalin' y donde nos narra el largo romance que mantuvo con el dictador soviético cuando éste contaba con 54 años de edad.

Pero no sólo Davídora contó con los favores del Zar Rojo, otras grandes artistas también se vieron colmadas de regalos y premios, como la bailarina Olga Lepeshínskaya o la cantante Valeria Bársova, aunque nos parece algo atrevido afirmar que mantuviese relaciones con cada una de ellas.

Una truculenta historia...


Una de las historias de más dudosa credibilidad acerca de la vida íntima de Stalin es el supuesto affair que mantuvo con la hermana de su difunta mujer, ponemos en duda esta historia ya que parece estar diseñada perfectamente para confirmar el carácter paranoico, cruel y despótico de Stalin.

De esta forma y según algunas fuentes, poco después del entierro de su mujer, Stalin se encaprichó de Ana Genia, la hermana de su difunta esposa. Al mismo tiempo y dentro de las purgas políticas de Stalin, el marido de Genia muere en extrañas circunstancias, propiciando el acercamiento del dictador hacia ella.

Hasta que le proponen convertirse en la nueva "ama de llaves" personal de Stalin, puesto que ella rechazaría horrorizada conociendo la terrible e irascible personalidad del dictador, por lo que rápidamente buscará un matrimonio de conveniencia que le libre de tal 'honor'.

Este hecho, sumado a las acusaciones veladas hacia Stalin de haber envenenado a su anterior marido provocará las iras de Stalin que le costará a Genia su deportación, siendo encarcelada bajo horribles condiciones, y siendo liberada años después sufriendo terribles secuelas psicológicas.

Valentina Vasilevna Istomina: su último gran amor


Valentina Istomina
Aunque, sin duda alguna, la mujer más importante en la vida de Stalin en sus últimos años de vida fue su ama de llaves, Valentina Vasilevna Istomina. Es bastante curioso que apenas conozcamos nada de esta mujer que convivió con uno de los mayores dictadores del siglo y que formó parte de su círculo más íntimo, compartiendo con él intimidades y secretos durante más de 20 años.

Valentina era una mujer de belleza sencilla, origen humilde, discreta, trabajadora, de buen carácter y de cuerpo generoso, en suma, una mujer que encarnaba los ideales de la mujer campesina soviética.

Aunque el rasgo que sin duda más cautivó a Stalin fue la absoluta lealtad que ella le profesaba así como su discrección, ya que siendo una mujer de carácter sumiso u algo simplista nunca trató de implicarse en asuntos de política.

Una mujer a los que muchos han calificado como esposa secreta, ya que incluso le acompañó en muchos de sus viajes más importantes, estando presente en citas tan históricas como Yalta o Postdam. 


Aunque ella se hacía cargo de sus ropas, sus comidas y sus habitaciones privadas, no sabemos si realmente hubo algún tipo de relación sexual entre ellos. Siendo más una compañera que una amante, ya que como bien sentencia Reyes Blanc:

" A Stalin le gustaba físicamente, pero además él va teniendo sus años y ella lo cuida... Los hombres, cuanto más mayores somos, más nos importa que nos tengan la sopa caliente... y la ropa preparada".

El amor inquebrantable de esta mujer por Stalin salió a relucir el día de su entierro, la pobre Valechka cayó de rodillas ante su ataud y lloró desconsoladamente sobre el pecho del tirano muerto durante largo tiempo, sin que nadie se atreviese a apartarla.

Esta mujer, aunque nos parezca difícil de creer, representaba el sentimiento de millones de soviéticos que lamentaban sinceramente la muerte de amado lider..



Bibliografía

Ducret, Diane; Las mujeres de los dictadores, Aguilar, 2011.

Montero, Rosa; Dictadoras: Las mujeres de los hombres más despiadados de la historia, Lumen, 2013.

Sebag Montefiore, S.; La corte del zar rojo, Crítica, 2010.


http://es.rbth.com/blogs/2014/10/20/las_mujeres_de_stalin_44463

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