domingo, 25 de mayo de 2014

Viaje a un prostíbulo de la Roma del siglo I

Índice de Capítulos:

 I.- La prostitución en la cultura romana.

II.- La prostitutas en el Derecho Romano.

III.- Viaje a un prostíbulo del siglo I.

IV.- La prostitución masculina en la Antigüedad clásica.

Los prostíbulos en Roma y Pompeya

En el siglo I d.c. el censo de Roma de prostituas era de 32.000, a las que hay que sumar todas aquellas que no se hubiesen dado de alto ante los ediles. Otro dato que nos indica la proliferación de este oficio es que en el siglo IV d.C en la ciudad de Roma estaban registrados oficialmente más de 50 locales de prostitución.

Así en Roma el punto de referencia obligada es el Foro, donde converge la vida ciudadana. Al Foro conducían una serie de calles con muy mala reputación. Al norte del Foro, se situaban los barrios próximos al Circo Máximo, como el Velabro, donde encontramos una alta concentración de sectores marginados. Al sur, nos encontramos el barrio marginal más conocida y de más triste fama, al Subura, situado entre el Esquilino y el Viminal, distritos V y XV. En estos sectores encontraríamos la prostitución más marginal y miserable. El trastevere también acogería los prostíbulos más sórdidos.


Frente a estas zonas marginales se encuentra el Aventino y el distrito IV, en cuyas laderas se situarían las casas de prostitución, con un nivel económico más elevado, regentadas por lenos, que hacían de intermediarios entre las prostitutas y el cliente.

Señalar que la discriminación entre las mujeres, no sólo se daba entre las matronas y el resto de mujeres, sino también entre las mismas prostitutas, ya que las del Aventino despreciaban a las de la Subura y a las que ejercían en lugares públicos.


En las ciudad de Pompeya se han censado unos 30 edificios relacionados con la prostitución, algunos eran simples habitaciones situadas en la planta superior o en la trastienda de tabernas, posadas, hosterías incluso casas particulares o almacenes.

Por otro lado, en la ciudad de Pompeya destaca el alto número de casas privadas que disponen de cubicula eróticas, estancias reservadas para satisfacer sus deseos sexuales con esclavas o prostitutas de alta clase. Estas habitaciones contaban con una rica decoración erótica: pinturas murales, espejos , incluso se han documentado unos pequeños cuadritos con diferentes escenas eróticas que pueden ser ocultados mediante unas puertecitas.

El ambiente de los prostíbulos

Señal en el suelo que indica la
dirección del prostíbulo.
Los burdeles de Roma se han descrito como lugares sucios, de escasa ventilación, llenos de malos olores y caracterizados por la falta de higiene y la acumulación de hollín y gases de las numerosas lámparas. Aunque también, estaban los locales más lujosos, perfectamente preparados y con todo lujos de detalles.

Estos locales eran fácilmente identificables, primero porque existían señales que te indicaban la dirección hacia el prostíbulo más cercano, ya sean falos grabados en el pavimento del suelo o señales verticales. Además estos locales tenían un enorme falo pintado de rojo bermellón, que servía de aldaba de la puerta, también se ha documentado este tipo de falos en algunas tabernas, lo que indicaría que tambíen se ejercía la prostitución en ese lugar.

Además por la noche, los establecimientos estarían iluminados por faroles de aciete con formas fálicas. Según el tipo de barrio donde te internases podías correr peligro, por lo que los personajes más ricos, irían acompañados de su propia escolta de esclavos armados con faroles y palos. Como bien nos dice Plauto "Aquí tenemos todas las categorías de hombres: caballeros, de a pie, emancipado, ladrón, esclavo fugado, presidario huido, y esclavos por deudas. Las suripantas reciben a cualquiera con tal de que tenga dinero".


Señal que indica el camino hacia el prostíbulo.      
Las prostitutas se exhibirían en la calle, paseando por la acera captando clientes, solas, en pareja o formando corrillos. También las habría las que te reclaamaban desde los balcones del lupanar o desde su misma puerta. Por último, estarían las camareras que también ofrecerían servicios de prostitución en algún cuartucho de la taberna.

En el interior de los prostíbulos, existían numerosas representaciones eróticas: falos de todo tipo de forma y tamaño, dibujos con recreaciones de escenas sexuales, o dibujos explicativos sobre la especialidad de cada meretiz. En las puertas de las habitaciones habría pizarritas con el nombre de la meretriz y sus tarifas, y por el otro lado, la palabra occupata, para colgarla en la puerta cuando estaba con un cliente.

También existía una zona de recepción, mejor o peor preparada según el nivel del prostíbulo, que podía incluir servicios de comida y bebida, tal y como nos lo describe Plauto “lleno de rincones oscuros y cuartuchos. Se bebe y se come como en las tabernas. Alienados en anaqueles a lo largo de las paredes hay cántaros sellados con pez, de largas etiquetas, indicio de que es lugar frecuentado por buenos bebedores”.

Frescos del lupanar de Pompeya.

En esta zona las prostitutas se mostraban  a los clientes vestidas con gasas o desnudas, anunciándose según su especialidad, la mayoría con nombres exóticos y seguramente mintiendo sobre su lugar de procedencia, atribuyéndose un origen en algún punto exótico y lejano del Imperio Romano.

Cabe recordar que la prostitución no era una práctica exclusiva para las mujeres; los hombres, especialmente los esclavos más jóvenes, también se prostituían, atendiendo tanto a mujeres como a hombres.

No queremos cerrar este apartado, sin mencionar, una fuente de información primordial para conocer, de primera mano, los entresijos de la prostitución romana, los graffitis que clientes y prostitutas dejaron en las paredes de estas casas. En Pompeya se han documentado más de 120 inscripciones que expresan todo tipo de sentimientos: celos, satisfaciones, añoranzas, advertencias, etc..

“Así que llegué aquí, follé y regresé a casa” (CIL, IV, 2346)
“Festo jodió aquí con sus camaradas” (CIL, IV, 3935)
“Haspocras folló aquí muy a gusto con Drauca por un denario” (CIL, IV, 2193)
“Quien esto escribe está enamorado; quien lo lee, toma por el culo; el que escucha, se pone caliente; quien pasa de largo, es un maricón; que los osos se me zampen a mí, y yo, que lo leo, un cipote” (CIL, IV, 2360)
“Cayo Valerio Venusto, soldado de la primera cohorte pretoriana, follador máximo” (CIL, IV, 2145)
“Crisero y Suceso jodimos aquí tres veces cada uno” (CIL, 4816)


Un lupanar en Pompeya: Vicola de Lupanare

Este antiguo burdel es el edificio más visitado de todo el conjunto de Pompeya, fue descubierto en el siglo XIX y ha sufrido diversas restauraciones, hasta su definitiva reapertura en el año 2006. Como vimos en  anteriores posts en el mundo romano existían numerosos edificios relacionados con la prostitución (posadas, hosterías, termas, casas particulares) aunque las características de este particular edificio, nos hace pensar que fue construido exclusivamente como lugar de prostitución.


Vista general de Vicola de Lupanare

El lupanar "Vicola del Lupanare", situado en la Regio VII (12,18-19-20), está ubicado en la zona más antigua de la ciudad se encuentra entre el Foro, el mercado y la Via Stabiana. En la intersección de dos de sus calles secundarias, muy cerca de donde estaban ubicados los baños, tabernas y posadas. Por la impronta de una moneda en el estuco de la pared, se cree que data del año 72, pocos años antes de la erupción del Vesubio.

Es un piso de dos plantas, en forma de L, y en él se busca, la máxima racionalización del espacio. En la entrada principal se representa un Príapo bifálico cuya finalidad sería espantar los malos espíritus. Al fondo de corredor, tras un ligero murete,  se hallaba una letrina;  lugar donde arranca una escalera de madera, hacia el primer piso.

Vista del interior del prostíbulo.

La planta baja contaba con dos ingresos que daban acceso al corredor central donde se abrían cinco pequeñas habitaciones, a lo largo de este pasillo podemos ver sobre el dintel de cada cella meretricia, cuadros pictóricos pornográficos, donde se ven distintos acoplamientos y juegos sexuales. La finalidad de estos cuadritos pornográficos, aparte de la lógica excitación del cliente, se ha especulado que también pudiese indicar la especialidad de cada meretriz.

Las cellae meretriciae eran bastane pequeñas, sin ventilación y donde destaca la cama, pegada a la pared realizada en ladrillo, sobre la que se colocaría el colchón y la almohada. Estas habitaciones también contarían con una mesita y algún tipo de lamparilla, además de alguna jarra de agua para el aseo personal.


Cella Meretricia

La planta superior cuenta con una amplia balconada que recorre toda la doble fachada, en esta planta encontramos 5 nuevas habitaciones, un poco más espaciosas que las de la planta de abajo, y abiertas al balcón corrido, por lo que eran más luminosas y mejor ventiladas. Se ha especulado que estas habitaciones estuviesen reservadas para los clientes más ricos, aunque la ausencia de pinturas eróticas hace pensar que pudiesen ser las habitaciones privadas de las chicas.






Bibliografía:

Eslava Galan, J., La Vida amorosa en Roma, Temas de Hoy, 1996.

Herreros González, C., Las meretrices romanas: mujeres libres sin derechos, Iberia: Revista de la Antigüedad, Nº 4, 2001 , págs. 111-118.

Poveda Navarro, A.M., Negotium sexual: la prostitución en la cultura romana, Sexo y erotismo: Roma en Hispania, [catálogo de la exposición] / coord. por Antonio Manuel Poveda Navarro, Francisco José Navarro Suárez; Ana María Vázquez Hoys (col.), José Miguel Noguera Celdrán (col.), 2009, págs. 97-117.

Robert, J.N., Los placeres en Roma, Madrid, Editorial Edaf, 1992.

Robert, J.N.,  Eros romano: sexo y moral en la antigua Roma, Complutense, 1999.

Violaine Vayoneke, La prostitución en Grecia y Roma, Editorial Edaf, 1991.

 http://arraonaromana.blogspot.com.es/2014/05/la-prostitucion-romana-en-plauto.html

miércoles, 14 de mayo de 2014

Las Prostitutas en el Derecho Romano


Índice de Capítulos:

 I.- La prostitución en la cultura romana.

II.- La prostitutas en el Derecho Romano.

III.- Viaje a un prostíbulo del siglo I.

IV.- La prostitución masculina en la Antigüedad clásica.



Retrato pompeyano.
Las prostitutas romanas es una de las figuras más controvertidas de la sociedad romana; cuando nos acercamos al estudio de las prostitución romana hay que alejarse de la imagen glamurosa o lúdica que nos ha transmitido el cine o la televisión,  y acercarse más a la realidad de la mayoría de ellas, un mundo sórdido, sucio y maloliente, de prostíbulos oscuros y tabernas de mala muerte.

Necesarias pero repudiadas; libres pero sin derechos; aceptadas socialmente pero rechazadas moralmente. Fueron víctimas de una sociedad machista y patriarcal cuya doble moral condenó a las prostitutas al rango inferior de derecho romano. 

Antes de adentrarnos en el estudio de jurídico de la figura de la prostituta hay que recordar que la sociedad romana era una sociedad libre de prejuicios respecto al sexo y donde la búsqueda del placer no estuvo mal vista hasta la llegada del estoicismo primero y del cristianismo después.

Incluso su mitología está estrechamente vinculada con el sexo y la sexualidad. Tenemos el mito fundacional de Roma, cuyos orígenes están relacionados con una loba, la lupa, uno de los muchos nombres que recibían las prostitutas romanas. Por otro lado, sus dioses también eran dioses sexualmente muy activos, con una diosa del placer abiertamente sexual como Venus.

Análisis jurídico

Mujer romana.
Lo primero que hay que destacar para ver su tratamiento jurídico es que las prostitutas son mujeres. Es decir, ya nacían sin derechos, y sólo podía adquirir algunos derechos bajo la cesión de su tutor legal, ya fuese su marido o su padre, o cualquier otro figura masculina. Y esto sólo sucedía entre las élites ciudadanas, ya que la mayoría de mujeres carecían de cualquier derecho: extranjeras, libertas, esclavas, campesinas, etc.

A lo largo de la historia del derecho romano, nunca se legisló ninguna ley sobre la prostitución, como a día de hoy, era un oficio admitido y tolerado, la prostitución en sí misma, no era ilegal, incluso se consideraba que tenía un fin social. Es más, la prostitución era un oficio incluido en el registro civil y también las meretrices tenían que pagar sus impuestos al edil de turno como cualquier otro trabajador, por lo que de cierta manera su actividad estaba bastante regulada por el estado. Es decir, se acepta el oficio pero no a quién lo ejerce; se acepta la prostitución pero se repudia a la prostituta.

Incluso las esclavas que ejercían la prostitución tenían una mejor consideración social que las prostitutas libres. Ya que en el momento en que son libres se convierten en "personas torpes", sin derechos, por lo que ingresan en la categoría social más baja de las personas libres. Se podría decir que hasta una esclava tiene más “derechos”, ya que aunque a ambos carecen de derechos o privilegios, al menos, la figura jurídica del esclavo está reconocida por la ley, mientras que la de la prostituta no.

En resumen, a pesar de que la figura de la prostituta carecía de cualquier derecho y protección legal: testamento, herencia, matrimonio, votación, incluso tampoco podían denunciar ante la ley por robo o violación, etc, podemos decir que su presencia en la sociedad romana era altamente aceptable, incluso algunas de ellas, lograron amasar pequeñas fortunas.

Bibliografía:


Eslava Galan, J., La Vida amorosa en Roma, Temas de Hoy, 1996.

Herreros González, C., Las meretrices romanas: mujeres libres sin derechos, Iberia: Revista de la Antigüedad, Nº 4, 2001 , págs. 111-118.

Poveda Navarro, A.M., Negotium sexual: la prostitución en la cultura romana, Sexo y erotismo: Roma en Hispania, [catálogo de la exposición] / coord. por Antonio Manuel Poveda Navarro, Francisco José Navarro Suárez; Ana María Vázquez Hoys (col.), José Miguel Noguera Celdrán (col.), 2009, págs. 97-117.

Robert, J.N., Los placeres en Roma, Madrid, 1992.

miércoles, 7 de mayo de 2014

La prostitución en la cultura romana

Índice de Capítulos:

 I.- La prostitución en la cultura romana.

II.- La prostitutas en el Derecho Romano.

III.- Viaje a un prostíbulo del siglo I.

IV.- La prostitución masculina en la Antigüedad clásica.

Fuentes:
Pintura mural romana.
Para conocer y aproximarnos a la realidad histórica del ambiente y desarrollo de la prostitución en la cultura romana tenemos la suerte de contar con diferentes fuentes y puntos de vista muy diversos. La mayor parte de la información proviene de textos históricos y literarios, aunque se limita a la propia Roma. Otro tipo de fuente, abundante y de gran interés, es la legislación romana que regula la prostitución. También contamos con información epigráfica, de especial interés por ofrecernos una visión del pueblo llano, son los graffiti y los textos pintados en murales pictóricos de Pompeya. El último tipo de fuente que nos aporta información sobre el mundo de la prostitución son algunos papiros procedentes de Egipto.

El sexo en la sociedad romana:
La civilización romana contemplaba la prostitución como algo habitual y cotidiano. El sexo por placer, el sexo social, estaba reglado y permitido, incluso difundido y aceptado como una necesidad en el seno de la comunidad. La sociedad romana toleraba unas conductas y éticas bastante promiscua y liberal, donde las relaciones extramatrimoniales  eran totalmente normales. La única exigencia era mantenerse dentro de los límites de la normativa legal y social. La edad media en la que un hombre debía iniciarse en el sexo era a los 17 años, y si no disponía de una esclava a su alcance se iba a un prostíbulo.

Así Horacio en una de sus sátiras nos habla de las bondades de la prostitución para el bienestar de la sociedad ¿El cuerpo de una princesa es acaso más hermoso, más deseable, que el de una cortesana? ¿Por qué arriesgarse a recibir un terrible castigo atacando a matronas cuyos encantos están siempre ocultos por un traje largo?...Resulta más satisfactorio y menos peligroso para el patrimonio y para el honor ir a buscar fortuna en los callejones donde una belleza poco huraña ofrece a todo el que llega sus encantos”

La búsqueda de placer era  primordial y se imponía sobre todo lo demás. Esta forma de vida, caracterizada por dejarse llevar por las pasiones y los placeres, era de clara influencia griega, por lo que numerosos autores  utilizaron términos despectivos, como  graeculus , para referirse a este modo de vida a la griega. La mayoría de los datos proceden de la época imperial, momento donde Augusto impulsó un nuevo cambio de moralidad ante la falta de interés por el matrimonio de los jóvenes romanos.

Un claro ejemplo de esta moralidad la encontramos en una anécdota de Catón el Viejo que vio salir al hijo de un amigo suyo de un prostíbulo, éste avergonzado retiró la mirada, aunque Catón le espetó “lo que haces está bien, así cuando el deseo te hinche las venas no abusarás de las mujeres decentes”. Pero al día siguientes volvió a cruzarse con el joven que salía otra vez del prostíbulo y esta vez le recriminó diciéndole “Muchacho, te dije que estaba bien que visitaras ese lugar, no que vivieras en él”.

Por otro lado, como bien nos señala Plauto, la prostitución era entendida como un bien para apagar la fogosidad de la juventud, por eso estaba mal visto que los viejos recurriesen a este tipo de servicios.
 “Será preciso que a tu edad te abstuvieras de esta clase de desorden... Como cada estación, cada edad tiene sus ocupaciones. Si se permite a los viejos perseguir a las muchachas… ¡donde irá el Estado! ¡Son los jóvenes los que deben entregarse a los placeres!”.



Como decíamos la prostitución era vista como necesaria para la sociedad, ya que permitía a los jóvenes desfogarse, evitando que molestasen a las mujeres casadas y de vida íntegra. Incluso autores como Catón el Viejo o San Agustín vieron en la prostitución como necesaria para el bienestar de la sociedad.  Así Catón el Viejo decía: “los jóvenes dominados por la lujuria vayan a los burdeles en lugar de molestar a las esposas de otros hombres”. La prostitución estaba tan enraizada que formaba parte del listado de oficios que se registraban ante los ediles, por lo que a mediados del siglo I d.C. se empezó a cobrar una tasa de impuestos por ejercer.  

Con la consolidación del cristianismo como religión oficial en Roma se fue prohibiendo la homosexualidad y la práctica de la prostitución masculina y femenina, ya que para el cristianismo la única razón para el sexo es la procreación, cualquier otro tipo de sexualidad era vista como algo negativo  y punible.

Imagen del cómic Murena.


Legislación y prostitución: (para ampliar el tema pulsa aquí)
La legislación romana se centró en defender la integridad de la mujer libre, a ella se prohíbe ejercer la prostitución, reservada a esclavas y libertas. En el caso de que una mujer libre de familia de orden ecuestre o patricia practicase esa actividad, perdería gran parte de sus derechos como ciudadana libre. Y es que los cambios de las normativas, nos indican que cada vez más mujeres de la alta sociedad se inscribían como prostitutas ante los ediles de la ciudad. Estas mujeres perdían sus símbolos de rango, como el vestido, la stola, por una toga femenina o amiculum, más propia de siervas y rameras. 

También debía cambiar su peinado de trenzas recogido en un moño, por peinados propios de plebeyas y libertas, es decir, cabellos cortos y sin cintas, o largos y sueltos o anudados al cuello. Además tenían prohibido el uso del velo, así como llevar calzado, aunque existen testimonios de uso de calzados con el grabado en su huella de “sequere me”, sígueme. Otras prohibiciones en tiempo de Domiciano fueron la prohibición del uso de literas y el derecho de recibir herencias y legados. Es decir, a lo largo del tiempo van surgiendo numerosos textos legales que van limitando los derechos sociales y políticos de las prostitutas.

En resumen, y como veremos en el siguiente post, la categoría jurídica de las prostitutas era de las más bajas, junto la de los gladiadores o actores. Las leyes dejaban bastante desamparadas a las prostitutas, ya que no podían votar, ni casarse, ni recibir herencias ni donaciones, ni testar, y lo que es peor en caso de sufrir algún abuso tampoco podían reclamar por robo o violación.

Vestimenta:
Afrodita ajustándose strophion.
Museo del Louvre.
La mujer romana solía ir vestida con una stola blanca, su uso les estaba vetado  a prostitutas y adúlteras, que estaban obligadas a vestir en la vía pública una túnica corta y de color pardusco, para diferenciarlas de la sobria matrona romana. Aunque dentro de los prostíbulos, las meretrices podían llevar todo tipo de vestidos lujosos que indicasen su refinamiento y su posible precio.

Señalar que el uso de esta vestimenta diferenciado en la vía pública también suponía un peligro para las prostitutas, ya que al ser mujeres sin derechos, se podía abusar de ellas sin temor a ninguna represalia, por lo que su uso se tuvo que limitar a la propia Roma y no al resto de ciudades de provincia.

Así con el paso del tiempo, las meretrices fueron vistiendo trajes cada vez más lujosos y sensuales, con colores de todo tipo, por lo que las mujeres romanas, cansadas de su aburrido estilo de vestir, copiaron e imitaron la forma de vestir de las prostitutas.

Las prostitutas se dejaban una banda pectoral (strophion), normalmente de color rojo o verde, incluso cuando se desnudaban completamente, para mantener los pechos turgentes y elevados.  En cuanto a su cabello, solían tenerlo teñido de rubio o llevaban exageradas pelucas. También se distinguían por su abundante maquillaje, afeites y coloretes, ojos agrandados con carboncillo, pezones de purpurina dorada y la superficie genital pintada de rojo bermellón, muchas de ellas depiladas. Para el mal aliento solían masticar pastillas de mirto y lentisco.

Un ejemplo del excesivo maquillaje y postizos que podían llevar una prostituta nos lo ofrece Marcial (IX, 37): “Aunque sin salir de tu casa, Gala, te hagas engalanar en plena Subura y te hagan los cabellos que te faltan; aunque por la noche te quites los dientes como te quitas el vestido de seda transparente, aunque te acuestes disimulada debajo de mil cremas y no duerma contigo tu propio rostro, me provocas con las cejas que sacas por la mañana de una caja y no tienes ningún respeto por tu coño ya canoso. Me prometes, a pesar de todo, mil maravillas. Pero mo polla se hace la sorda, y aunque sea tuerta, te ve, sin embargo, perfectamente.

Lugares
Imagen cómic "Las Águilas de Roma".
En las ciudades existían numerosos lugares donde se ejercía la prostitución, por un lado estaban los barrios más marginales donde la prostitución se ejercía al aire libre en rincones cubiertos por soportales o arcadas como circos, teatros o termas, conocidos como fornices. 
También estaban los locales con licencia municipal empleados como burdeles, los conocido como lupanaria o prostibulum, éstos eran fácilmente identificables ya que solían tener un falo de piedra pintado de rojo bermellón sobre la puerta. También se ejercía la prostitución en lugares como hosterías y bares  (tabernae cauponae) donde habilitaban la trastienda (cellae meretriciae o meritorium) para este tipo de servicios. También se conocen pequeños cuchitriles adosados al exterior de algún edificio, conocidos como pergolae. La prostitución también se ejercía en otro lugares extraurbanos como cementerios, arboledas . Los ciudadanos más pudientes, para evitar entremezclarse con la plebe, utilizaban su propia domus para estos fines, incluso utilizando sus propios esclavos.

Las licencias municipales permitían dos tipos de locales según quién los regentase:
      - Casas propiedad de un proxoneta (leno o lena) . Eran los prostíbulos de mayor lujo, donde el propietario tenía un secretario (villicus puellarum)  que se encargaba del funcionamiento del prostíbulo, ya que éste era también un oficio despreciable (tampoco tenía derechos civiles), por lo que hacía las tareas de testaferro seguramente de algún señor más importante. Y es que el negocio de la prostitución era un negocio muy rentable.
      - Locales donde el proxoneta  simplemente se encargaba del alquiler de las habitaciones, de atender a los clientes y vigilar el local.

Muchos de estos locales tenían graffitis en sus paredes que anunciaban sus servicios:
Eutique, griega, dos ases. De deliciosas habilidades”.
Esperanza, de deliciosas habilidades. Nueve ases”.
Soy tuya por dos ases de bronce
Pitane saluda a la clientela. Tres ases de bronce
Yo, Ilide, puedo contentar a tres hombres simultáneamente. Uno con mi boca, otro con el coño y el tercero por el culo

Habitación de una prostíbulo de Pompeya.


Los prostíbulos en Roma y Pompeya:
No nos vamos a extender en este apartado, ya que tenemos un post donde se explica con detalle como eran los prostíbulos romanos.  Sólo decir que los burdeles de Roma se han descrito como lugares sucios, de escasa ventilación, llenos de malos olores y caracterizados por la falta de higiene y la acumulación de hollín y gases de las numerosas lámparas.

Por otro lado, estaban los locales más lujosos, perfectamente preparados y con todo lujos de detalles, donde trabajaban una gran variedad de personas: los scrupelae, encargados de recibir en la entrada a los clientes, los bacarii que rellenaban las jarras o también denominados aquarioli, si servían comida y bebidas. También podían contar con los servicios de las ornatrices, esclavas encargadas del embellecimiento de las prostitutas

En el siglo I d.c. el censo de Roma de prostituas era de 32.000, a las que hay que sumar todas aquellas que no se hubiesen dado de alto ante los ediles. Otro dato que nos indica la proliferación de este oficio es que en el siglo IV d.C en la ciudad de Roma estaban registrados oficialmente más de 50 locales de prostitución.
En la ciudad de Pompeya destaca el alto número de casas privadas que disponen de cubicula eróticas, estancias reservadas para satisfacer sus deseos sexuales con esclavas o prostitutas de alta clase.


Tipos de prostitutas:
Existía un amplio abanico de tipos de prostitutas, pasando por todo el espectro social: aunque normalmente la ejercían esclavas y libertas, también se conocen casos de mujeres libres que ejercían la prostitución voluntariamente.
Incluso desde muy pequeñas su destino podía ser la prostitución, ya que las hijas de esclavas o las niñas abandonadas podían ser recogidas para utilizarlas en un futuro con ese fin. Otros factores que podían llevar a la prostitución eran la pobreza, principal factor desde los inicios de los tiempos. También existen casos de mujeres libres condenadas por adulterio que ejercieron la prostitución  al estar incluidas por la ley en la categoría de probosae. Destacar también los casos de mujeres que se iniciaron a la prostitución “por vicio” como los famosos casos de Mesalina (esposa de Claudio) o Julia (hija de Augusto). 

 Tipos de prostitutas según su nomenclatura:
     Delicatae: Prostitutas de alto standing. Intentaban imitar el estilo de las meretrices griegas, utilizaban nombres exóticos, y decían ser expertas en otras artes: danza, literatura, música. Aunque los textos nos dicen que el refinamiento y elegancia de estas damas era más fachada que realidad. Solían trabajar por cuenta propia y sólo de noche y se solían alquilar por horas, por noche, incluso por temporadas.
      Prosedae: Putas callejeras, que esperaban a sus clientes sentadas en una silla.
      Lupae: Denominadas lobas, ya que atraían a sus clientes con un aullido de lobo. Éstas se situaban en parques y jardines  por la noche.
     Bustuariae: Eran las que ejercían la prostitución junto a los monumentos fúnebres en los cementerios. Su nombre proviene de Bustum que es donde se incinera un cadáver.
     Diobolaiae: Denominadas así por su bajo precio, dos óbolos, por lo que seguramente serían mujeres de bastante edad.
     Blitidae:  Las que ejercían la prostitución en las tabernae, recibían este nombre del blitum, una popular bebida.
     Forarie: Las que se situaban a las afueras de la ciudad o en sus entradas.
     Vaga puella o circulatrix: Se denominaban así a las que ejercían la prostitución buscando clientes deambulando por la calle.
     Tibicinae: Chicas flautitas que podían ejercer también la prostitución.
     Fornicariae: Denominadas así a las que ejercían la prostitución bajo las arcadas (fornices) de los grandes edificios abovedados.
     Cularae: Las que practican el sexo anal.
     Fellatrices: Las que practican sexo oral, que solían ser las de mayor edad.
     Putae: Proveniente de puteus, pozo. Eran las que trabajaban en torno a cuarteles, arsenales, escuela de gladiadores, etc.

Otros nombres genéricos eran:
    Paelex o pellex: que significaba concubina.
    Meretrix: Que deriva de merere, la que merece el dinero.
    Prostibilis o prostituere: Que significa exhibirse para la venta.
    Scortum: Que significa pellejo.

El precio:
El precio de los meretrices romanas eran tan variado como el tipo de prostitutas existentes: ya hemos visto que las más baratas recibían su nombre de su precio: diobolaiae, dos óbolos  y las quadrantariae, un quadrans, que eran precios muy miserables. Las fuentes literarias y los graffiti pompeyanos nos hablan de unos precios medios entre 2 y 16 ases.

Plauto nos describe de manera muy gráfica a las más desgraciadas entre todas las prostitutas, las que sus ganancias son dos paupérrimos óbolos: “¿Quieres mezclarte con estas miserables prostitutas que esperan al cliente, estas amantes de los mozos de panadería, estos desechos que sólo sirven para criados cubiertos de harina, estas desgraciadas famélicas, empapadas de perfume barato, placeres repulsivos que huelen a burdel y cerrado solo para el esclavo? Lo único que saben es permanecer en sus taburetes durante horas, a las que un hombre libre no toca ni lleva a su casa ¡Cuantas pieles viejas! Los esclavos más hediondos las comprar por dos óbolos”

6 óbolos= 1 denario=16 ases / 1 cuadrans= un cuarto de as.
Recordar que el pago de media jornada de un trabajador era de alrededor de 2 ases, por lo que ganaban mucho más dinero que cualquier otra mujer en otra ocupación.

Lógicamente ser prostituta no era un negocio muy rentable, los mayores beneficiarios eran los dueños de los prostíbulos, tabernas y locales donde se ejerciese la prostitución, así como los proxonetas (leno). Además después tenían que asumir una serie de gastos fijos:, el alquiler, maquillaje, vestimenta e incluso los impuestos estatales, mencionar el vectigal ex capturis, gravamen diario que solía costar el precio de un servicio.

Hablando de monedas, es necesario recordar la existencia de las famosas spintriae, las monedas romanas del sexo, que ya vimos en un post anterior.

Spintriae.


Leno:
El leno era un proxoneta, la figura del "chulo" de hoy en día, que se encargaba de la seguridad de las prostitutas pero también las explotaban y se quedaba con la mayor parte de sus ganancias. Los lenos estaban socialmente muy mal vistos, también eran personajes sin derechos. Por todo ello, el leno tenía que ser una persona bastante violenta , peligrosa y sin escrúpulos,  ya que siempre estaba lidiando con camorristas y borrachos, ya que es él el que negocia el precio con los clientes, pudiéndoles negar el paso si no tenían dinero.


Además solían reclutar nuevas prostitutas recogiendo niñas abandonas haciéndolas criar para después meterlas a putas, o comprando directamente a nuevas esclavas.
Plauto los describió así: “la casta de los lenos no vale más que las moscas, mosquitos, piojos y pulgas; son odiosos malhechores, dañinos e inútiles” El leno no puede tener orgullo porque “cuando uno se mete en este oficio tiene que tragarse sin rechistar todos los insultos de los jovencitos

Fiestas:
Flora en la "Primavera" de Boticelli.
Recogiendo la tradición griega de las aphrodisiae, las prostitutas contaban con algunas festividades cada año, celebrando culto a la diosa Venus para que les propiciase éxito y seguridad. Entre ellas destacan la de la Venus Ericina, diosa del amor pasional, cuyo culto se celebraba el 23 de Abril. Dos días después, los hombres prostitutos también celebraban su festividad.
Otra fiesta donde las meretrices tenían gran presencia era en los juegos florares, dedicados a Flora, (28 Abril al 3 de Mayo), donde se realizaban espectáculos nocturnos donde las prostitutas desnudas excitaban a los espectadores con danzas y bailes, mientras publicitaban sus servicios.

Bibliografía:

Eslava Galan, J., La Vida amorosa en Roma, Temas de Hoy, 1996.

Herreros González, C., Las meretrices romanas: mujeres libres sin derechos, Iberia: Revista de la Antigüedad, Nº 4, 2001 , págs. 111-118.

Poveda Navarro, A.M., Negotium sexual: la prostitución en la cultura romana, Sexo y erotismo: Roma en Hispania, [catálogo de la exposición] / coord. por Antonio Manuel Poveda Navarro, Francisco José Navarro Suárez; Ana María Vázquez Hoys (col.), José Miguel Noguera Celdrán (col.), 2009, págs. 97-117.

Robert, J.N., Los placeres en Roma, Madrid, Editorial Edaf, 1992.

Robert, J.N.,  Eros romano: sexo y moral en la antigua Roma, Complutense, 1999.
Violaine Vayoneke, La prostitución en Grecia y Roma, Editorial Edaf, 1991.


jueves, 1 de mayo de 2014

Pinturas Eróticas Romanas

Uno de los elementos más significativos, sobre la concepción de la sexualidad en el mundo romano, son las pinturas eróticas en forma de pequeños cuadritos con escenas eróticas explícitas. 

Estos cuadritos tuvieron gran éxito, sobretodo en época Imperial, y Pompeya, es un magnífico ejemplo de este éxito, aunque no sabemos si estará relacionado con que Pompeya fuese la ciudad del amor, consagrada a la diosa Venus.

Pintura de las Termas Suburbanas de Pompeya
Durante las siguientes líneas intentaremos descifrar su significado y sus posibles usos, porque la concepción de estas pinturas varía según donde estén ubicadas, ya que las encontramos en prostíbulos, locales comerciales, casas particulares, incluso en algunos edificios de gran tránsito como las termas suburbanas. 

En estos cuadros aparecen distintas posiciones amorosas, cuyos modelos parecen repetirse en la mayoría de los casos; por lo que imaginamos que los artistas se inspirarían en los manuales de modelos eróticos, que tuvieron que circular por los talleres romanos bajo nombres de prostitutas famosas como Elefántide o el de Filénidas de Samos, de los que tenemos constancia de su existencia, aunque desgraciadamente no hemos conservado ninguno, y que seguramente inspiraron a Ovidio en su Ars Amandi.

Cunnilingus en Pintura pompeyana.
Su proliferación indica claramente que estas pinturas se convirtieron en un objeto de consumo y coleccionismo a principios de la era imperial entre las clases altas. Incluso un emperador como Augustó, que intentó recuperar la vieja y sobria moral republicana, coleccionó estos cuadritos preciosistas. Suetonio (Tiberio, XLIV, 2) también nos relata que Tiberio poseía un cuadro pintado por Parrasio representando a Atalanta realizando una felación a Meleao. Aunque esta moda no escapó de las críticas y reproches de los más rancios moralistas.

Es importante señalar que muchas de estas escenas contenían un tono de parodia e ironía,  lo que matizaba la carga sexual, permitiendo su pública exhibición, aunque fuese en contra de las leyes morales impuestas por los diferentes emperadores.

Por último, cabe señalar que la finalidad de estas escenas situadas en lugares públicos tenían otro objetivo claro, captar la atención del cliente, ya que si hay algo que siempre ha atraido la atención del hombre es el sexo.

A continuación ofrecemos toda una serie de lugares donde se han documentado estas pinturas:


- Prostíbulos: Lógicamente estos cuadritos tienen un claro significado erótico,capaz de levantar el lado más lujurioso y pasional de su observador, es decir, tenían un fin claramente sexual, ya que servirían para crear un ambiente erótico e ir levantando la líbido de los clientes de los prostíbulos.

Estos cuadritos los encontramos sobre las puertas de las habitaciones de las meretrices, por lo que se ha especulado que también sirviesen para indicar la especialidad de cada prostituta.

Lupanar de Pompeya con frescos eróticos sobre las habitaciones

- Casas de particulares: los cuales han suscitado mayor controversia en cuanto a su función, según Giovanni Guzzo en algunas de estas casas también se ejercería la prostitución, donde el señor sacaría un provecho extra de algunas de sus esclavas, como se recoge epigraficamente en la Casa de los Vettii (VI, 15, 1)

- Tabernas: También podía utilizarse alguna parte de la casa como taberna. Muchas de estas tabernas se caracterizaban por ofrecer también servicios de prostitución a través de la misma camarera o alguna esclava en alguna habitación apartada.

Los cuadros como hemos dicho anteriormente también podían tener un componente irónico o humorístico, sobretodo, los expuestos en lugares públicos, como los de las tabernas. En Pompeya tenemos dos curiosos ejemplos:

Dibujo de César Famin (1827)
- Vía de Mercurio (VI, 10, 1): Una pareja de malabaristas realizan sexo mientras intentan beber y comer al mismo tiempo. Fresco actualmente desaparecido.




Nolo cum Myrtale!






- Salvius (VI, 14, 36): Donde aparecen un hombre y una mujer besándose con un letreo que dice "no quiero un beso de Myrtale", famosa felatriz de Pompeya.




Casa del Hermoso Impluvio

- Por otro lado, y alejándonos del mundo de la prostitución, también podemos incluir dentro de esta categoría cuadros eróticos con personas reales como decoración parietal, donde se trata el tema del erotismo de manera mucho más sofisticada y sensual. Por lo que esta visión del amor refinado se podía mostrar abiertamente a los invitados y familiares. Ejemplos de este tipo de pintura lo encontramos en la Casa del Hermoso Impluvio (I, 9, 1) o en la Casa de Cecilio Giocondo (V, 1, 26). Recordar que el tema del amor era muy recurrente en la decoración de los dormitorios, aunque no tuviesen tan alta connotación sexual.


- También encontramos estos cuadros en habitaciones privadas, que tienen que ser entendidas como habitaciones para el placer. Es decir, un espacio reservado por el señor de la villa para sus relaciones sexuales con sus esclavos o para sus fiestas privadas. Antonio Varone identifica varias casas con este tipo de habitaciones para juegos eróticos: Villa Carmiano, situada en Gragnano, o la Casa del Centenario (IX, 8, 6) en Pompeya.

- Para finalizar, visitamos un edificio de bastante tránsito con imágenes de sexo bastante explícito como son las Termas suburbanas. Era un edificio privado, donde hombres y mujeres compartían vestuario (apodyterium), cosa poca común, guardando sus vestimentas y sandalias en las taquillas. Sobre cada guardarropa se despliegen 16 pequeños frescos con escenas eróticas, in crescendo, cada vez más atrevidas y lascivas. Su función seguramente fuese mnemotécnica, similar a las de las spintriae, para recordar el armario donde se guardaba la ropa, aunque también se ha especulado sobre la posibilidad que fuesen los servicios ofrecidos en el interior de las termas.


Vista general de la pared con la numeración de los armarios.


¿Porqué los romanos sentían esa necesidad de representar la sexualidad en todo tipo de formato  y formas? Según en palabras de A. Varone: "La respuesta no puede ser más que una y está unida al arcano mismo de la sexualidad, fuerza mágica, en muchos aspectos, inescrutable y, en todo caso, condicionante de la vida misma de cada ser. [...] Desde el momento en que no se asocia a ninguna noción del pecado, esta acción se vuelve automáticamente más fácil [...]
Las paredes pompeyanas nos ofrecen una lección, en definitiva, de enorme y sorprendente madurez, debida a un pueblo que supo hallar el adecuado equilibrio entre el deseo sexual y la moral del comportamiento"

Fuentes:

- Varone A. (2007). Las imágenes del sexo en Roma a través de Pompeya en La imagen del sexo en la Antigüedad (pp 275-322). Barcelona. Tusquets Editores.