sábado, 23 de abril de 2016

Historia de los azotes: El vicio inglés

Historias de los Azotes:
- Historia de los azotes I: Los azotes en la historia
- Historia de los azotes II: Los usos médicos de los azotes
- Historia de los azotes III: El vicio inglés

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Como ya dijimos en nuestra primera parte de Historia de los Azotes, se conoce por 'vicio inglés' a la práctica de los azotes y las flagelaciones, y es que si hubo un país y una época donde este tipo de castigos se aplicaron sobremanera ese fue la Inglaterra victoriana. Esta práctica estaba tan extendida por todas las capas de la sociedad que incluso sus libertinos y abiertos vecinos franceses no dudaron en denominar así a este tipo de prácticas.

Retomamos las palabras de Ian Gibson, que resumen espléndidamente el fenómeno del azote en la sociedad inglesa en su libro 'El vicio inglés':

"A mi juicio, ninguna discusión sobre la sexualidad británica es posible sin tener en cuenta el sistema de azotes que, originándose en las public schools, se extendió a todas partes. Impotentes sin recurrir a los azotes, real o imaginariamente, las innumerables víctimas del sistema no sólo se vieron abocadas a una vida de deseos avergonzados e inconfesables, que hacía difícil, si no imposible, una relación matrimonial satisfactoria, sino que su condición dio origen a un auténtico océano de pornografía en la cual se recreaban ad-infinitum las añoradas escenas juveniles y sus ramificaciones".
- Ian Gibson, El vicio inglés

La letra con sangre entra, de Francisco de Goya
Y aunque normalmente se relaciona este tipo de castigos con la época Victoriana (1830-1900), la pasión por la fusta y el látigo en Inglaterra se remonta con anterioridad, ya que numerosos escritores románticos como Taylor Coleridge, Charles Lamb o el poeta Thomas Gray ya nos hablaron de la afición de los maestros por azotar con la vara, relatando en sus escritos vivencias personales de este tipo.

El azote como castigo

En una sociedad donde el castigo físico estaba justificado bajo la premisa que éste venía recogido en la Santa Biblia se llegó a un nivel tal de flagelomanía que se extendió por todas las capas de la sociedad: desde las clases aristocráticas a los bajos fondos, aplicándose como castigo habitual en reformatorios, instituciones educativas, sistema carcelario, ejército, marina.

La extensión de este tipo de castigo provocó una retroalimentación del fenómeno del spanking, y es como bien advirtieron algunos estudios de la época, los azotes en el culo eran una potente causa de excitación sexual entre los jóvenes.

Así respetados médicos como William Acton ("Las funciones y desórdenes de los órganos reproductivos", 1857) o Michael Ryan ("La prostitución en Londres, comparada con la de París y Nueva York, 1839) recomendaban fervientemente la abolición de esta práctica, ya que “la flagelación y la desnudez son inseparables, y a menudo excitan la erección hasta en niños”. Así mismo, el doctor Ryan había observado que la flagelación erótica estaba mucho más extendida en los burdeles londinenses que en el resto de burdeles europeos, por lo que llegó a la conclusión que esto era debido a los azotes que recibían gran parte de los jóvenes ingleses.


Los azotes en el sistema de enseñanza

A todo ello hay que sumar que la ejecución de estos castigos en las escuelas británicas no sólo recaía en manos de los profesores sino que muchas veces eran los alumnos de más edad, los prefectos, los que azotaban a sus compañeros de menor edad delante del resto de la clase, lo que sumaba a la escena su dosis de voyerismo.

Además los instrumentos utilizados para azotar a los alumnos podían ser dos: la vara de bambú, "cane" más robusta y dura, por lo que podía ser aplicada sobre la ropa. Y la vara de abedul, "birch", formada por pequeñas ramitas de abedul, más flexibles pero menos duras y que por lo tanto se aplicaba sobre la carne desnuda, por lo que al castigo había que sumar la humillación de tenerse que bajarse los pantalones delante de todos sus compañeros.

Caricatura de George Cruikshank. 1839

Cultura del azote

Como es de suponer, este sistema de castigos era un círculo vicioso que producía más y más sadomasoquistas, generando toda una subcultura del spanking, que aunque oculta a los ojos de la moralista sociedad victoriana, se extendió por doquier: anuncios en periódicos, prostíbulos especializados en flagelaciones, revistas, hasta se publicaban anuncios para la ventas de látigos y fustas.

Así se sabe que el poeta Algernon Charles Swinburne colaboró con una revista especializada en flagelaciones denominada "The Whippinhan Papers".

Incluso en publicaciones de carácter familiar o destinadas al público femenino se daban consejos sobre cómo azotar correctamente a los hijos, pudiendo leer cartas de amas de casa escritas a la redacción pidiendo consejos e instrucciones sobre cómo azotar.

De esta forma no nos puede extrañar que a lo largo del siglo XIX surgiesen una cantidad ingente de libros dedicados a estos temas, aunque el primer "bestseller" sobre flagelación aparece en una fecha tan temprana como 1718, bajo el nombre "Tratado sobre el uso de la flagelación". Algunas novelas destacadas son "El ama de la escuela de Venus" (1857) o 'El romance del castigo' (1866)

Prostíbulos especializados 

 A mediados del siglo XIX se produjo un auge de este tipo de burdeles especializados en flagelaciones y sadomasoquismo, por lo que no era nada extraño encontrar en estos locales a los caballeros ingleses más distinguidos y snobs de la época, dispuestos a pagar por recibir unos cuantos azotes.

Uno de los prostíbulos más famosos fue el regentado por Teresa Berkley, situado en 28 Charlotte Street de Londres, que dirigía un local especializado en sadomasoquismo. Su habilidad con todo tipo de instrumentos de tortura (fustas, varas, látigos,...) y su discreción hizo que su local adquiriese pronto fama nacional, acudiendo a él, lo más granado de la sociedad británica.
Dibujo del 'Berkley Horse'

Incluso ideó un potro de castigo para azotar a caballeros, al que se le dio su nombre "Berkley Horse". Un caballete ligeramente inclinado donde se ataba al hombre y que contaba con varias aberturas en sus zonas genitales para poder darle placer al mismo tiempo que se le estaba fustigando.

Según el escritor y coleccionista de literatura erótica Henry Spencer Ashbee: "Sus instrumentos de tortura eran más numerosos que los de cualquier otra institutriz (...) Para aquellos cuyo placer era azotar a una mujer, ella contaba con un plantel de señoritas dispuestas a recibir cualquier número de castigos, siempre que el precio fuese justo. Entre ellas se destacaban Miss Ring, Hannah Jones, Sally Taylor, One-eyed Peg, y una niña negra, llamada Ebony Bet".


Conclusión

Pero como venimos diciendo esta práctica no sólo es característica de la época victoriana, ya que gran parte de los británicos nacidos antes de los años 90 seguramente hayan sentido en sus carnes el escozor y la vergüenza de ser azotados públicamente en un aula.

Caricatura sobre el vicio inglés
En una especie de círculo vicioso, donde la idealización del castigo físico, como arma para forjar auténticos caballeros ingleses, hacía que esos niños una vez convertidos en padres aceptasen que el sistema continuase con tan denigrante práctica sobre sus propios hijos.


Por lo que no fue hasta 1986 cuando el Parlamento Británico, presionado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, comenzase a legislar, en medio de una fuerte controversia, sobre la supresión (o más bien restricción) de los castigos físicos en los centros de enseñanza, sobre todo en los de carácter público, ya que en las famosas y prestigiosas escuelas privadas británicas aún se siguen tolerando ciertos tipos de castigos físicos.

Y es que la flagelomanía sigue siendo considerado un rasgo de cierto esnobismo aristocrático, por lo que no sería de extrañar que los políticos, jueces o economistas que forman la élite dirigente británica se crucen, alguna que otra vez, en algunos de los locales sadomasoquistas más exclusivos y reservados que aún perviven, con bastante éxito, en la ciudad del Támesis.


Bibliografía

Gibson, Ian; El vicio Inglés, Editorial Planeta, 1980.

Ruben Solís, K.; La cultura de Eros: Antologia Ilustrada Del Libertinaje, Robinbook, 2008

[En Internet]

El educativo acto de ser convenientemente azotado en http://elpais.com/diario/1985/03/24/sociedad/480466801_850215.html

El vicio inglés en http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/vicio-ingles_153670.html

El vicio inglés en http://ramirofeijoo.com/gabinete-de-curiosidades/?p=178




sábado, 16 de abril de 2016

Hermafroditismo, Transexualidad y cambios de sexo en la Edad Moderna


Antes de iniciar esta entrada queremos curarnos en salud ante posibles errores que podamos cometer en la terminología utilizada , y es que, a lo largo de este post mezclaremos una serie de conceptos que hoy en día son claramente identificables, como transexualismo, hermafroditismo, lesbianismo e incluso travestismo, pero que en época moderna muchos de estos casos fueron englobados bajo un mismo concepto, ya que al tener una concepción hipocrático-galénica de la sexualidad humana se otorgaba un mismo diagnóstico a muy diferentes casos.

¿Qué queremos decir con eso de una concepción hipocrático-galénica de la sexualidad? Pues desde la Antigüedad hasta prácticamente la Ilustración se pensaba que desde un punto de vista biológico sólo existía un único sexo: el masculino.

Pero... ¿y las mujeres preguntaréis? las mujeres eran hombres imperfectos, y me explico.... según esta concepción biológica todos los seres humanos eran concebidos siendo hombres, pero una serie de factores como la posición durante el coito, la diferencia de temperatura o los humores internos de la mujer,... modificaban el resultado final del sexo.

Es decir, los órganos sexuales de la mujer eran iguales que los del hombre diferenciándose únicamente en su posición (interna/externa). Por lo que existían distintos grados de perfección en este único sexo: el sexo masculino era el sexo más perfecto, y por contra el femenino era el resultado de un proceso de gestación imperfecto.

Desde esta visión, entre medias quedaban abierta una serie de posibilidades intermedias que explicaban ciertos casos de hermafroditismo, e incluso cambio de sexo espontáneos, siendo muy extendida la teoría que algunas mujeres debido a grandes esfuerzos físicos podían "completarse" sexualmente y desarrollar órganos sexuales masculinos.


Su reflejo en las ciencias y en las letras

Por todo ello, no nos puede extrañar que el hermafroditismo y la transmutación sexual fuese un tema central en numerosos tratados médicos de la época, recogiéndose múltiples casos en todo tipo de escritos, especialmente en los tratados médicos y en las relaciones de sucesos.

La literatura renacentista y del Siglo de Oro no fue ajena a este fenómeno, por lo que muchas grandes obras de nuestra literatura presentan casos de hermafroditismo, transexualismo o travestismo.

Y es como bien señala Gil Fernández en 'La cultura española en la Edad Moderna': "durante el Barroco, se saboreó con gusto lo terrible y lo monstruoso. (...) esa complacencia en lo truculento, profundamente asentada en el imaginario colectivo, favoreció la difusión de historias y escritos donde se detallaban malformaciones, bicefalismos, hermafroditismos o híbridos de humano y animal. Las cortes españolas estuvieron pobladas de enanos, gigantes y monstruos."
La mujer barbuda,
Francisco de Rivera

Sólo hay que asomarse a nuestro Quijote para comprobar que está repleto de personajes que se travisten, y es que el genio cervantino logra con su humor desentrañar la causa principal que se esconde bajo la mayor parte de estos casos: la búsqueda de la libertad! Las mujeres se travisten para alcanzar mayor grado de independencia: como Dorotea que se pone un hábito para escapar !sola! a Sierra Morena, o la hija de Diego de Llana que se viste de hombre para escapar de la casa y ver el pueblo, o Ana Féliz que se embarca vestida de hombre desde las Américas para recoger la fortuna de su padre.

Pero como veremos a continuación estos casos no fueron simples invenciones literarias, sino que existieron casos reales y muy conocidos sobre mujeres que se travistieron para gozar de una libertad que la sociedad les vetaba.

Hermafroditismo

Bajo estos principios, no nos puede extrañar que tanto el derecho civil como el canónico reconociesen desde tiempos medievales la coexistencia de ambos sexos en una misma persona. De esta forma las Partidas de Alfonso X el Sabio ya recogían la forma de proceder en estos casos, procedimientos que se mantuvieron durante los siglo XVI y XVII, a saber, la identificación sexual del individuo por medio de expertos, ya fuesen doctores o comadronas, que tenían que decidir cuál era el sexo dominante.

Aunque esta elección también podía recaer en los padres o en el mismo individuo una vez llegaba a la adolescencia. Por lo que una vez aceptados estos casos por la ciencia médica de la época,  la única imposición de la sociedad era obligar al individuo a mantenerse fiel a esta elección el resto de su vida.

Mujer Hermafrodita.

Transmutación Sexual

Escultura de Hermafrodito.
Al igual que el hermafroditismo, las transmutaciones sexuales eran admitidas sin grandes problemas por el pensamiento de la época. Numerosos autores así lo afirmaban, Antonio de Torquemada en su 'Jardín de Flores curiosas' decía: “No es cosa fabulosa tornarse las mugeres, hombres”, en otro texto de esa misma época también se podía leer: “No  puede  negarse,  el  que la  muger  pueda  mudar  sexo,  y  convertirse  en hombre”.

Normalmente estos cambios de sexo solamente se producían en determinadas ocasiones, como ya dijimos anteriormente, la mayor parte de estos "milagros" acaecían cuando las mujeres se sometían a esfuerzos terribles, como el parto, donde los genitales masculinos era expulsados al exterior.

Otros casos también están asociados a la primera menstruación, como recoge Amato Lusitano sobre una pescadora portuguesa, llamada María Pacheco, "a quien viniendo a la edad en que le había de bajar su costumbre, en lugar de ella le nació, o salió de dentro si estaba escondido, el miembro viril, llamándose entonces Manuel Pacheco", extraordinario hecho del que se hacen eco otros autores como Torquemada o Martín del Río:

 "...en la portuguesa ciudad de Ezqueira, a nueve leguas de Coimbra, vivía un noble que tenía una hija llamada María Pacheco. Llegada a la pubertad, en vez de flujo menstrual le brotó un miembro viril, que no se sabe bien si lo llevaba allí escondido, o si le nació de alguna otra manera. De esta suerte, la muchacha cobró aspecto de mancebo adolescente. Como cuadraba a su sexo, se vistió de hombre y se empezó a llamar Manuel Pacheco. Embarcándose pasó a las Indias, donde por sus hazañas cobró fama de valiente soldado, y también hizo fortuna. De vuelta a su patria, casó con ricahembra. Amado nada dice de que tuviesen descendencia, pero sí que fue siempre imberbe, y de rasgos un tanto afeminados: indicios estos de virilidad imperfecta". 
                                                                         - Martín del Río, Disquisitionum magicarum libri VI, Lyon,   Horacio Cardon, 1612, liber II, quaestio (...)

Incluso existen testimonios sobre transmutaciones sexuales provocadas por el hecho de bailar frenéticamente, como el caso que explica Miguel Montano: " [...] hubo en Vitriaco una joven llamada María. En cierta ocasión, mientras bailaba con frenesí, le brotaron de pronto órganos viriles y se convirtió en varón. Al recibir el sacramento de la confirmación de manos del Obispo de Soissons le cambiaron el nombre por el de Germán. Más tarde le nació barba, y vivió hasta una edad muy avanzada. Sin embargo, nunca se casó."

Aunque curiosamente todos estos casos de transmutación sexual siempre van en una misma dirección, es decir, son las mujeres las que se transforman en hombre, y nunca al revés. Este dato también tenía su "lógica explicación científica" y es que la evolución de ese único sexo sólo podía darse en sentido ascendente, es decir, podía pasarse de un sexo inferior a uno superior, pero no al revés.

¿Intervención Divina?

Otro dato curioso es que gran parte de esos casos se dieron entre un determinado grupo de mujeres... ¿adivinan? las monjas, y es que esa vida de rosarios, oraciones y clausura provocó sin duda a más de una mujer, una transmutación, un "milagro", que las hacía libre de abandonar el claustro.

Aunque en estos casos, estas transmutaciones sexuales solían ser consideradas auténticos milagros, donde la intervención divina era directamente responsable de estos hechos, así algunas santas como Santa Paula de Ávila y Santa Liberata desarrollaron órganos masculinos para salvaguardar su vida, su honra y por lo tanto su santidad.

En su estudio sobre 'Hermafroditas y cambios de sexos en la España Moderna' Antonio Moreno Mengibar y Francisco Vázquez García recogen varios de estos casos donde las monjas son las protagonistas:

- El narrador Juan Fragoso nos habla de una monja del convento de Santo Domingo de Madrid que <<alçando un gran peso se convirtió en hombre y se llamó Rodrigo Montes, y recibió órdenes sacros, y fue después fraile>>

- La religiosa de Alcalá de Henares a la que le sucedió algo similar según narra el padre Nieremberg.

- Uno de los casos más famosos es el de la monja dominica de Úbeda, Magdalena Muñoz, a la que se ha catalogado como hermafrodita, ya que tras ingresar en un convento fue expulsa años después por tratarse realmente de un varón ya que...  “Que  ocho,  o  nueve  días  antes  avian  traido  al  Convento  una  partida  de  cien fanegas  de  trigo,  lo  avia  metido,  y  traspasado  todo  en  una  tarde,  de  el  qual  exercicio sintió  un  gran  dolor  entre las  dos  ingles,  y  que  se  avia  hinchado,  y  entendiendo  se  avia quebrado con la fuerça, se afligió mucho, y no se atrevió a decirlo. [...] y al cabo de tres días se avia resuelto la hinchazón, y le avia salido naturaleza de hombre”. Lo cierto es que esta mujer de fuerte complexión física resultó ser finalmente un hombre, por lo que acabó tomando el nombre de Gaspar y enrolándose en los tercios de Flandes donde se pierde su pista.


Transexualismo social

En una época donde la sociedad estaba tan claramente estratificada, pertenecer a uno u otro sexo suponía un cambio radical a la hora de afrontar la vida, por lo que todos estos cambios de sexo suponían todo un cambio social en sus protagonistas.

Por lo que no todos los casos acaecidos son fruto del hermafroditismo o del milagro de la transmutación sexual, cabe pensar que en la mayoría de estos sucesos no existe cambio de sexo biológico, es decir, esconden casos de lesbianismo o transexualismo social, mujeres que no se identificaron con su género, por lo que decidieron adoptar ropajes de hombres y vivir como tales.



Así en otro caso expuesto por Torquemada podemos apreciar esta situación: “en  un  lugar  no  muy  lexos  de  donde  agora  vivimos,  estava  una  muger  casada con  un  hombre  labrador  no  muy  rico,  y  como  esta  muger  no  tuviese  hijos,  el  marido  y ella  estavan  mal  avenidos,  y  ansi  se  dava  tan  aspera  vida,  fuese  de  celos,  o  por  otra causa,  que  la  muger  una  noche  hurtando  los  vestidos  de  un  moço  que  en  casa  estava, vestida con ellos se fue y anduvo por algunas partes fingiendo ser hombre, y asi sirvió y ganaba para sustentarse, y estando asi, o que la naturaleza obrasse enella pujante virtud que bastase para ello [...] ella se convertio en varon, y se caso con otra muger...



Dos casos para la historia: Elena de Céspedes y Catalina de Erauso, la monja alférez

Pero sin duda, si hablamos de transexualismo y hermafroditismo en la Edad Moderna hay que destacar el nombre de estas dos extraordinarias mujeres, que aunque les dedicaremos un post aparte, creo que es necesario realizar una pequeña reseña sobre su vida.


Elena/o de Céspedes

El caso de esta mujer se debate entre el hermafroditismo y la transexualidad, ya que aunque nació mujer, después de un parto dijo haber sufrido una transmutación sexual, viviendo su vida a partir de aquel momento como hombre. Se dedicó profesionalmente a la medicina como cirujano (siendo la primera "mujer" titulada como cirujana en toda Europa), incluso contrajo matrimonio con otra mujer, hecho que la llevó a ser juzgada por la Inquisición.

Las dudas sobre su caso parten de que fue capaz de superar varias exploraciones realizadas por importantes médicos del reino que no dudaron en afirmar su masculinidad, aunque hay algunos que piensan que esta extraordinaria mujer, de origen esclavo y morisco, aprovechó sus importantes conocimientos sobre cirugía y las creencias médicas de la época sobre el dimorfismo sexual para engañar a todos aquellos que la rodeaban y así poder vivir la vida que le dictaba su corazón y no su cuerpo.

Intentó llevar una vida libre e independiente, liberada de las rígidas normas de comportamiento que la sociedad imponía a las mujeres. Aunque finalmente, tras repetidos y exhaustivos exámenes médicos fue considerada mujer, y por lo tanto condenada por lesbianismo y sodomía, y forzada a vivir como mujer.

Aunque como indican las diversas operaciones que se autorealizó para disimular su naturaleza femenina, Elena nunca se sintió una mujer, pudiéndola considerar como un transexual masculino.


Catalina de Erauso, la Monja Alférez

Catalina de Erauso.jpg
Catalina de Erauso.
Este caso es algo diferente, ya que sobre ella no hay ninguna sospecha de hermafroditismo, ni de transmutación sexual, simplemente fue una mujer que eligió vivir su vida como un hombre. Esta mujer, condenada a vivir el resto de su existencia en un convento, decidió escapar de él y vivir desde ese momento una vida de aventuras como hombre.

Se ha especulado mucho sobre su identidad y su orientación sexual, ya que nunca sabremos si ella realmente se sintió un hombre y por eso eligió esa vida o simplemente aprovechó su disfraz de hombre para poder vivir su sexualidad de lesbiana sin ser condenada por ello.

Sea como fuera Catalina vivió una vida apasionante, que relató en sus propias memorias, combatiendo como soldado en las Américas. Su valor y bravura le valieron el ascenso a alférez, aunque su fuerte carácter también le costó su carrera militar y le acarreó graves problemas con la ley.

Finalmente atrapada por la Justicia decidió revelar su verdadera naturaleza a su confesor, hecho que la convirtió rápidamente en toda una celebridad en su época, su historia saltó rápidamente a Europa, donde muy pronto adquirió una fama inusitada, siendo recibida por reyes y papas.

Aunque hastiada de todo y de todos, decidió regresar a América y vivir sus últimos años como lo que siempre había sido... un hombre.


Bibliografía

Franco Rubio, G.; Metamorfosis femeninas y desafíos al patriarcado. El caso de Elena/Eleno Céspedes, Impulsando la historia desde la historia de las mujeres.: La estela de Cristina Segura / Pilar Díaz Sánchez (ed. lit.), Gloria A. Franco (ed. lit.), María Jesús Fuente Pérez (ed. lit.), 2012, págs. 417-428 en  https://www.ucm.es/data/cont/docs/995-2015-01-09-Gloria%20Franco%20Metamorfosis%20femeninas.pdf

Moreno Mengíbar, A. y Vázquez, F.: "Hermafroditas y cambios de sexos en la España Moderna", Monstruos y seres imaginarios en la Biblioteca Nacional, Madrid, Algete, 2000.

Richard Cleminson, F.V.; El destierro de lo maravilloso. Hermafroditas y mutantes sexuales en la España de la Ilustración, Asclepio, Vol 63, No 1 (2011)

VV.AA.; Elena de Céspedes. La azarosa vida de una cirujana del siglo XVI, Gaceta médica de México, Vol. 151, Nº. 4, 2015, págs. 538-542 en http://www.anmm.org.mx/GMM/2015/n4/GMM_151_2015_4_538-542.pdf

Zamora Calvo, M.J.; "In virum mutata est"transexualidad en la Europa de los siglos XVI y XVII, Bulletin hispanique, ISSN 0007-4640, Vol. 110, Nº 2, 2008, págs. 431-447

Flores de la Flor, M.A.; Los Monstruos en la Edad Moderna en el Mundo Hispánico



http://elcuadernodelahistoriadora.blogspot.com.es/2014/07/el-cambio-de-sexo-en-la-edad-moderna.html

domingo, 3 de abril de 2016

Catalina la Grande

Sexo y Corona: Los escándalos sexuales de las monarquías europeas

Monarquía Hispánica:
Alfonso XIII: El rey del porno (1886-1941)
Isabel II: Un reinado repleto de escándalos (1830-1904)
Fernando VII: El gran sable (1784-1833)
Felipe IV: El rey adicto al sexo (1605-1665)

Monarquías Europeas:
Catalina la Grande (1729-1796)

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Antes de adentrarnos en la vida de esta extraordinaria mujer, y de todos los rumores sobre su gran apetito sexual,  nos gustaría realizar un pequeño apunte, y es que precisamente, casi todas las mujeres que han gobernado de manera firme y sin la compañía de un hombre a su lado han estado inmersas en todo tipo de leyendas sobre su sexualidad, casi siempre presentándolas como insaciables en cuanto a sus apetitos sexuales y a su gran número de amantes, desde Cleopatra a nuestra reina Isabel II.

El ascenso hasta el trono ruso

Nuestra protagonista aunque nacida en el seno de una familia noble nunca imaginó que pudiera reinar como zarina durante más de 30 años, sólo las intrigas palaciegas urdidas por su madre, le posibilitaron contraer matrimonio, en el año de 1745, con el sobrino de la emperatriz Isabel, después eso sí, de un lavado imagen, al convertirse a la religión ortodoxa y aprender ruso, cambiando su nombre de Sofía Federica por el de Catalina, todo ello como medida de acercamiento al pueblo ruso. 

Retrato de Catalina
Su matrimonio, fue breve y no muy feliz, ya que ambos cónyuges pronto encontraron su felicidad en brazos de distintos amantes. El fracaso de este matrimonio se debió en gran parte a los problemas de impotencia que sufría su marido que le impedió consumar su matrimonio durante 12 años.

Catalina, ante la impotencia de su marido, el duque Pedro, no dudó en saciar sus apetitos sexuales con una larga lista de amantes, entre los que destacaban ya las principales figuras políticas del país, así como un nutrido grupo de opositores a las políticas filoprusiana de su marido.
Y es que Catalina, desde muy joven, demostró grandes dotes para la política, su inteligencia y su astucia, le permitieron asentarse en el siempre peligroso trono ruso. Catalina fue una mujer muy instruida, en contacto con las corrientes ilustradas europeas, manteniendo relaciones epistolares con intelectuales de la talla de Voltaire y Diderot.

El clímax de estas intrigas palaciegas se desarrolló en el verano de 1762, cuando Catalina, mediante la intervención de su amante, Grigori Orlov, jefe de la Guardia Imperial Rusa dió un golpe de Estado, deponiendo a su marido el Zar, siendo asesinado tres días después, junto con otros posibles candidatos al trono imperial.

Este ambiente refleja muy bien la astucia y habilidad de Catalina para saber mantenerse en el poder a pesar de no descender directamente de la familia real.Y es a partir de este momento cuando se empezó a forjar la leyenda sobre su desenfrenada vida sexual… joven, viuda y con el suficiente poder para poder vivir en plena libertad, no dudó en rodearse de todo tipo de amantes, a los que premiaba con puestos en la corte, incluso una vez que éstos habían saciado sus apetitos sexuales y el fragor del romance tocaba a su fin les concedía tierras y siervos como recompensa a sus servicios.

Una líbido incontrolable

Catalina supo conjugar a la perfección su inteligencia con sus armas de mujer, asegurándose la fidelidad de algunos de sus más poderosos colaboradores al permitirles entrar en las habitaciones más privadas del palacio.

Entre sus amantes destacados podemos citar a Serguei Saltykov, su primer amante y verdadero padre de su hijo Pablo, y es que como dicen los rumores todos sus hijos fueron de diferentes padres y ninguno de su marido. Otro de sus amantes de más relumbrón fue el último monarca de Polonia, el futuro rey Estanislao II Poniatowski. Aunque sin duda uno de sus amantes más poderosos fue Grigori Potiomkin, estadista, militar y político ruso que se convirtió en su hombre de confianza, una vez muerto su esposo, hombre al que muchos señalan como el único gran amor en la vida de Catalina. Otro de sus amantes fue Alexis Lanskoi, que murió envenenado a manos de Potiomkin, receloso de perder su cuota de poder ante la intrusión de este nuevo amante. También destacó por su belleza física y por su intelecto el joven Aleksandr Dmítriev-Mamónov.

Ese ardor sexual le acompañó hasta el final de sus días, ya que no dudó en buscarse amantes hasta 40 años más jóvenes que ella, cuando nuestra protagonista ya superaba los 60 años. Su último amante conocido fue el príncipe Zúbov, que se aprovechó de la pasión de la zarina por él para satisfacer sus numerosas extravagancias.

Algunos historiadores han llegado a cifrar en más de 80 los amantes que pasaban cada año por la alcoba real, otras fuentes nos hablan que la zarina tenía a su disposición hasta un total de 20 amantes al mismo tiempo, que se iban alternando en su lecho, según los caprichos de la zarina, y es que según cuenta la rumorología Catalina exigía a sus amantes cumplir hasta 6 veces por día, ya que nunca quedaba saciada del todo.


Abridor de Cartas de Catalina la Grande


La increíble habitación erótica de Catalina la Grande

Silla decorada con elementos eróticos.
Pero si algo ha engrandecido la leyenda de mujer lujuriosa e insaciable de Catalina la Grande fue el descubrimiento de una fabulosa habitación erótica situada en su palacio de Tsárskoye Seló. La habitación estaba decorada con todo tipo de cuadros y esculturas que representaban escenas eróticas y pornográficas.

Además su mobiliario también era todo un derroche de imaginación erótica, ya que todos sus muebles estaban profusamente decorados con falos, vulvas, escenas de felaciones,...

La habitación aunque destruída por el ejército alemán durante la II Guerra Mundial fue fotografiada anteriormente por unos estupefactos soldados soviéticos que no daban crédito a lo que acababan de descubrir en esa enigmática habitación secreta.

Y es que la habitación era todo un museo de objetos eróticos, según los testigos todo el mobiliario de la habitación, desde las sillas hasta la cama, pasando por el escritorio, estaba decorado con imágenes pornográficas. Y donde no faltaba una enorme colección de juguetes eróticos, con consoladores de toda forma y tamaño, tallados por uno de los mejores artesanos del Imperio.

Y aunque actualmente sólo se han conservado dichas fotografías, ya que el fuego de la guerra destruyó todo, su autenticidad no se pone en duda ya que hay constancia de que una colección de arte erótico perteneciente a la familia Romanov fue catalogada en 1930 por el personal del museo Hermitage.

Reproducción de una mesa realizada por el ebanista francés D. Roitel.


La mayor infamia sobre Catalina... muerta al ser penetrada por un caballo.

Caricatura de la supuesta relación zoofílica.
Pero sin duda, el rumor más exagerado sobre el desmedido apetito sexual de Catalina la Grande son los infundados testimonios sobre ciertas aficiones zoofílicas de la zarina.

Cuenta la leyenda que Catalina dándose un paseo por las cuadras reales (buscando nuevos amantes entre los miembros de la caballería real) quedó impresionada ante la visión de un semental montando a una yegua, al ver su enorme falo y la potencia vigorosa empleada por el animal, la zarina no podía dejar de fantasear en ser tomada por tan portentosa bestia.

Las supuestas pruebas que vendrían a confirmar esta leyenda urbana son una carta obscena que la propia Catalina envió a su amigo Voltaire y un hermoso mueble de caoba fabricado expresamente para facilitar la cópula entre Catalina y el semental.

La carta, que bien podría tratarse de un simple juego de fantasía erótica, rezaba:  "Yo lo espero como a un amante, dándole la cara y la ternura de mis ojos. El acerca a mi pecho su enorme cabeza de animal noble". El rumor sobre esta relación zoofílica fue acrecentándose con el paso del tiempo llegando a convertirse en una mentira histórica habitual afirmar que la lujuriosa Catalina murió de un ataque al corazón mientras era penetrada por un caballo.

No hace falta decir que este y otros muchos rumores sobre su vida sexual son completamente falsos, ya que a su muerte, sus numerosos enemigos se encargaron de difundir rápidamente toda clase de insidias sobre su persona. Bulos y mentiras que calaron en el imaginario colectivo gracias a su fama de mujer promiscua y sexualmente libre.


Conclusión

Catalina que realmente murió de un ataque de apoplejía a los 67 años fue una gran gobernanta, haciendo una incomiable labor en la modernización y expansión del Imperio Ruso. Su reinado, con más luces que sombras, estuvo marcado por su inteligente labor política y por un despotismo ilustrado que conjugó ciertos aires de libertad, igualdad y tolerancia religiosa, con otros rasgos de carácter autoritario, como la censura o el encarcelamiento de sus opositores políticos.