miércoles, 14 de mayo de 2014

Las Prostitutas en el Derecho Romano


Índice de Capítulos:

 I.- La prostitución en la cultura romana.

II.- La prostitutas en el Derecho Romano.

III.- Viaje a un prostíbulo del siglo I.

IV.- La prostitución masculina en la Antigüedad clásica.



Retrato pompeyano.
Las prostitutas romanas es una de las figuras más controvertidas de la sociedad romana; cuando nos acercamos al estudio de las prostitución romana hay que alejarse de la imagen glamurosa o lúdica que nos ha transmitido el cine o la televisión,  y acercarse más a la realidad de la mayoría de ellas, un mundo sórdido, sucio y maloliente, de prostíbulos oscuros y tabernas de mala muerte.

Necesarias pero repudiadas; libres pero sin derechos; aceptadas socialmente pero rechazadas moralmente. Fueron víctimas de una sociedad machista y patriarcal cuya doble moral condenó a las prostitutas al rango inferior de derecho romano. 

Antes de adentrarnos en el estudio de jurídico de la figura de la prostituta hay que recordar que la sociedad romana era una sociedad libre de prejuicios respecto al sexo y donde la búsqueda del placer no estuvo mal vista hasta la llegada del estoicismo primero y del cristianismo después.

Incluso su mitología está estrechamente vinculada con el sexo y la sexualidad. Tenemos el mito fundacional de Roma, cuyos orígenes están relacionados con una loba, la lupa, uno de los muchos nombres que recibían las prostitutas romanas. Por otro lado, sus dioses también eran dioses sexualmente muy activos, con una diosa del placer abiertamente sexual como Venus.

Análisis jurídico

Mujer romana.
Lo primero que hay que destacar para ver su tratamiento jurídico es que las prostitutas son mujeres. Es decir, ya nacían sin derechos, y sólo podía adquirir algunos derechos bajo la cesión de su tutor legal, ya fuese su marido o su padre, o cualquier otro figura masculina. Y esto sólo sucedía entre las élites ciudadanas, ya que la mayoría de mujeres carecían de cualquier derecho: extranjeras, libertas, esclavas, campesinas, etc.

A lo largo de la historia del derecho romano, nunca se legisló ninguna ley sobre la prostitución, como a día de hoy, era un oficio admitido y tolerado, la prostitución en sí misma, no era ilegal, incluso se consideraba que tenía un fin social. Es más, la prostitución era un oficio incluido en el registro civil y también las meretrices tenían que pagar sus impuestos al edil de turno como cualquier otro trabajador, por lo que de cierta manera su actividad estaba bastante regulada por el estado. Es decir, se acepta el oficio pero no a quién lo ejerce; se acepta la prostitución pero se repudia a la prostituta.

Incluso las esclavas que ejercían la prostitución tenían una mejor consideración social que las prostitutas libres. Ya que en el momento en que son libres se convierten en "personas torpes", sin derechos, por lo que ingresan en la categoría social más baja de las personas libres. Se podría decir que hasta una esclava tiene más “derechos”, ya que aunque a ambos carecen de derechos o privilegios, al menos, la figura jurídica del esclavo está reconocida por la ley, mientras que la de la prostituta no.

En resumen, a pesar de que la figura de la prostituta carecía de cualquier derecho y protección legal: testamento, herencia, matrimonio, votación, incluso tampoco podían denunciar ante la ley por robo o violación, etc, podemos decir que su presencia en la sociedad romana era altamente aceptable, incluso algunas de ellas, lograron amasar pequeñas fortunas.

Bibliografía:


Eslava Galan, J., La Vida amorosa en Roma, Temas de Hoy, 1996.

Herreros González, C., Las meretrices romanas: mujeres libres sin derechos, Iberia: Revista de la Antigüedad, Nº 4, 2001 , págs. 111-118.

Poveda Navarro, A.M., Negotium sexual: la prostitución en la cultura romana, Sexo y erotismo: Roma en Hispania, [catálogo de la exposición] / coord. por Antonio Manuel Poveda Navarro, Francisco José Navarro Suárez; Ana María Vázquez Hoys (col.), José Miguel Noguera Celdrán (col.), 2009, págs. 97-117.

Robert, J.N., Los placeres en Roma, Madrid, 1992.

No hay comentarios:

Publicar un comentario