Año 195 a.C., Roma ha superado una de sus etapas más críticas de su historia, Cartago ha claudicado y Roma sobrevive al pulso de la historia; la agricultura y el comercio se reactivan y la riqueza vuelve a florecer entre los ciudadanos romanos.
Dos tribunos de la plebe piden al senado que se abrogen varias leyes destinadas a la austeridad y a la carestía, ya que Roma vuelve a ser la nación más poderosas del Mediterráneo.
El fogoso debate en el senado se ve interrumpido por una algabaría que está ocurriendo en el exterior, los senadores alarmados se dirigen a la plaza del foro y lo que contemplan sus ojos les llena de estupor... nunca en la historia de Roma se había visto algo igual.
Una multitud de mujeres se agolpan frente al senado, exigiendo la derogación de la ley que estaba siendo debatida, el rumor se extiende por las calles de Roma, y poco a poco, grupos de mujeres de toda clase y condición, van colapsando los accesos al Foro. Las mujeres de más alta alcurnia son las que encabezan la manifestación, presionando a sus maridos para que voten a favor de la derogación de la ley.
Los maridos más severos recriminan a sus mujeres su presencia, ordenándolas que vuelvan a casa, pero ninguna mujer se mueve de allí, los gritos y las burlas contra los senadores que se mantienen a favor de la ley se extienden por toda la plaza pública.
La noche cae en las calles de Roma y el debate se aplaza para la próxima jornada.
Reconstrucción de el Foro romano. |
Pero para sorpresa de los senadores, al día siguiente la situación es exactamente la misma, a la hora de iniciar el debate, las mujeres se van agrupando en torno al foro, incluso los rumores de los hechos acecidos en la jornada anterior, se han extendido a las ciudades más próximas, por lo que grupos de mujeres de las aldeas vecinas vienen a sumarse a la manifestación.
Un magistrado pide calma a la masa que se agolpa en la escalinata del senado, el severo Marco Pocio Catón, máximo defensor de mantener la ley, alza su voz e inicia un discurso arremetiendo ferozmente contra la actitud emprendida por las mujeres, fustigando a los maridos que han tolerado tal actitud y exponiendo los peligros de aumentar el lujo y de ceder ante las presiones de una multitud enarbecida.
¿Quién se saldrá con la suya? ¿Lograrán las mujeres romanas imponer su voluntad frente a una sociedad tan machista y patriarcal? o ¿los senadores avergonzados ante las palabras de Catón votarán en contra de la derogación?
Acompáñanos en este viaje a la Roma del siglo III a.C. y descubre por qué empezó y cómo acabó la primera manifestación de mujeres documentada en la historia
Parte I: Roma al borde del colapso ¿por qué se promulga la Ley Oppia?
Todo comenzó en el año 215 a.C., Roma estaba en plena lucha por su supervivencia contra la poderosa Cartago de los Barca. La II Guerra Púnica parece estar a punto de decantarse a favor de Cartago, un año antes en el 216 a.C., Roma había sufrido una de sus derrotas más humillantes en Cannas, y los ejércitos de Aníbal campan a sus anchas por suelo itálico, mientras numerosas ciudades itálicas, antiguas alidas de Roma, cambian de bando. La orgullosa Roma se tambalea, a punto de perecer contra su ancestral enemigo.
La crisis económica se apodera de la ciudad, la disminución del comercio y el estado de guerra permanente hace que la producción agrícola disminuya alarmantemente. La plebe urbana nerviosa, amenaza con sublevarse. Y es que mientras el hambre y la miseria se extendía entre las clases populares, los grandes aristócratas seguían ostentado su poder y riqueza por las calles de Roma.
Retrato mujer romana Al-Fayum |
Todo parece indicar que la promulgación de esta ley fue aceptada por la mayoría de las familias patricias romanas, además su incumplimiento suponía la confiscación por parte del Estado de aquellos bienes exhibidos. Además, a esta ley se le sumó en el año 210 a.C. una propuesta del cónsul Valerio Levino, aconsejando a los senadores donar al Tesoro del Estado algunas de las joyas y anillos de oro de esposas e hijas, ya que la misma supervivencia de Roma estaba en juego
Parte II: La victoria de Roma ¿por qué se quiere derogar la ley?
Roma, gracias a su sacrificio y a su capacidad de reponer tropas, es capaz de vencer a Cartago, quedando como única potencia hegemónica en el Mediterráneo. A partir de ese momento crucial, Roma se transformará en el centro cultural, político y económico del mundo. Los soldados victoriosos regresan a sus hogares con un cuantioso botín, las riquezas de los vencidos fluyen hacia Roma y el comercio mundial gira en torno a la ciudad del Lazio, los años de penurias y carestía han quedado atrás y ante la ciudad de Roma se alza un futuro próspero.
Por lo que en el año 195 a.C., dos tribunos de la plebe Marco Fundanio y Lucio Valerio decidieron solicitar la derogación de la lex Oppia; ya que creían que un nación vencedora tenía derecho a exhibir orgullosa la riqueza de sus conquistas.
La propuesta fue llevada al Senado, donde muy pronto se radicalizaron las posturas, produciéndose un enfrentamiento entre los dos bandos: el bando encabezado por los dos tribunos que exigían la derogación de la ley y el bando más tradicionalista, que defendía mantener los valores romanos de austeridad y sobriedad, a cuyo frente se puso Catón.
Parte III: La rebelión de las mujeres
Retrato de Al-Fayum |
Esta actitud provocó la indignación entre el sector más tradicionalista del senado, ya que consideraban que este comportamiento suponía una profanación de los espacio de la vida pública reservados a los hombres.
Aunque el día de la votación definitiva se produjo un hecho aún más insólito...
El día anterior a la votación había circulado el rumor que los tribunos Marco y Publio Bruto iban a imponer su veto para impedir que la propuesta de derogación prosperase. Por lo que a la mañana siguiente, cuando éstos iban a salir de sus casas en dirección al Foro, se encontraron con un "escrache" en todo regla a las puertas de sus domus, una multitud de mujeres impidieron que ambos tribunos llegasen al Foro, atropellándoles mediante preguntas y exigencias.
Así el día de la votación, mujeres de todo tipo y condición (a pesar que la ley perjudicaba sólo a las mujeres de las clases más alta) se lanzaron a las calles de Roma, en número aún más numeroso que las concentradas en los días anteriores, llegando mujeres de pueblos y ciudades vecinas. Gracias a esta constante fuerza de presión, las mujeres consiguieron su objetivo, logrando la abrogación de la ley con la unanimidad de todas las tribus.
Parte IV: Dos discursos para la historia
Esta actitud de las mujeres pilló a todos tan por sorpresa, que su postura fue debatida en el Senado, en medio del estupor y el escándalo general. Por suerte para nosotros, el debate fue tan intenso que se han conservado dos de los discursos más famosos realizados en aquellas jornadas y recogidos por la pluma de Tito Livio: el de Marco Porcio Catón y el de Lucio Valerio.
Aunque éstas no son las únicas referencias a la Lex Oppia en la literatura romana. Existen bastantes textos que recogen este episodio, aunque la mayoría de ellos, encierran un discurso bastante misógino, tildando a las mujeres de caprichosas, presumidas, irresponsables...
Catón el Viejo realizando un discurso en la plaza del Foro. |
Antes de analizar los discursos recogidos por Tito Livio hay que apuntar, que bajo esta lucha de las mujeres, se esconde un enfrentamiento entre dos posturas políticas contrapuestas, por lo que la elección de los personajes que realizan dichos discursos no es casual:
Por un lado tenemos a Marco Porcio Catón 'el Viejo' máximo defensor de las tradiciones republicanas, representadas en valores como la austeridad, la sobriedad y la disciplina. Con un discurso bastante misógino sobre el papel de la mujer en la sociedad romana.
Por el otro lado, tenemos al tribuno Lucio Valerio, que representaría las nuevas corrientes de pensamiento más hedonistas, con clara influencia de los nuevos valores griegos que empiezan a penetrar en la sociedad romana.
Así Catón en su discurso, con una fuerte carga misógina, ataca primero a las mujeres por atraverse a salir de sus casas a inmiscuirse en asuntos de exclusividad masculina, ya que las mujeres deben permanecer bajo la tutela del paterfamilias y no se las debe permitir participar en la vida pública. Además las acusa de que esta manifestación es por un simple asunto de vanidad, ya que según él, no soportan ir vestidas igual que las mujeres de clase inferior.
En la segunda parte de su discurso reprocha a los senadores no haber sabido controlar a sus mujeres y les advierte del peligro de que las mujeres obtengan más derechos, pasando el pueblo romano a ser un pueblo gobernado por mujeres.
La réplica corresponde a Lucio Valerio, que defiende el derecho de las mujeres a exhibir las riquezas que tanta sangre le había costado al pueblo romano obtener, ya que ellas también habían sufrido las privaciones de la guerra. Por lo que las mujeres de los generales podian lucir con orgullo las prevendas que las disntiguían del resto de las clases sociales.
Retrato de Catón el Viejo |
“¿Qué forma es ésta de precipitaros fuera de vuestras casas, bloquear las calles e interpelar a unos hombres que no conocéis? Cada una de vosotras podría haber formulado esta demanda en su casa, ante su marido. ¿Es vuestro poder de seducción más grande ante unos desconocidos que ante vuestro esposo? ¿Corresponde a una mujer saber si una ley es buena o no?
Nuestros antepasados han querido que ninguna mujer, incluso en un asunto de carácter privado, pueda intervenir sin un fiador, que estén protegidas por la tutela de sus padres, de sus hermanos, de sus maridos, ¡y nosotros las dejamos entrar en la vida del Estado, ocupar el Foro y participar en las asambleas! ¿Qué no intentarán luego si consiguen esa victoria?
¿Y por qué esta revuelta? ¿Acaso para suplicar que rescaten a sus padres, maridos o hijos, prisioneros en Cartago? No, es para brillar con oro y púrpura y para pasear en sus carros; para que no haya límite a nuestros gastos ni a la profusión de lujo”.
Nuestros antepasados han querido que ninguna mujer, incluso en un asunto de carácter privado, pueda intervenir sin un fiador, que estén protegidas por la tutela de sus padres, de sus hermanos, de sus maridos, ¡y nosotros las dejamos entrar en la vida del Estado, ocupar el Foro y participar en las asambleas! ¿Qué no intentarán luego si consiguen esa victoria?
¿Y por qué esta revuelta? ¿Acaso para suplicar que rescaten a sus padres, maridos o hijos, prisioneros en Cartago? No, es para brillar con oro y púrpura y para pasear en sus carros; para que no haya límite a nuestros gastos ni a la profusión de lujo”.
"Si cada uno de nosotros, señores, hubiese mantenido la autoridad y los derechos del marido en el interior de su propia casa, no hubiéramos llegado a este punto. Ahora, henos aquí: la prepotencia femenina, tras haber anulado nuestra libertad de acción en familia, nos la está destruyendo también en el Foro. Recordad lo que nos costaba sujetar a las mujeres y frenar sus licencias cuando las leyes nos permitían hacerlo. E imaginad qué sucederá de ahora en adelante, si esas leyes son revocadas y las mujeres quedan puestas, hasta legalmente, en pie de igualdad con nosotros. Vosotros conocéis a las mujeres: hacedlas vuestros iguales. Al final veremos esto: los hombres de todo el mundo, que en todo el mundo gobiernan a las mujeres, están gobernados por los únicos hombres que se dejan gobernar por las mujeres: los romanos."
- Intervención en el Senado de Marco Porcio Catón, recogida por
Tito Livio Indro Montanelli. Historia de Roma. Plaza & Janés.
Barcelona, 1961
Bibliografía
Kühne, V.; La "lex oppia sumptuaria" y el control sobre las mujeres, Mulier: algunas historias e instituciones de derecho romano / coord. por Rosalía Rodríguez López, María José Bravo Bosch, 2013, págs. 37-52
http://arraonaromana.blogspot.com.es/2013/11/rebelion-de-las-mujeres-en-la-antigua_10.html
http://revistadehistoria.es/lex-oppia-las-protestas-de-las-mujeres-romanas/
Si hubiese escuchado a este gran orador, no tendríamos a las mujeres de hoy posesionadas de la tribunas y derogando o aprobando leyes, sino mas bien al cuidado de sus hijos, fieles amantes del aseo y manutención, jefas de los deberes culinarios y no con la libertad que les hemos otorgado hoy y las consecuencias que esto nos ha traído.
ResponderEliminarExactamente que consecuencias.
EliminarHombre, no solo ganó Roma las II Guerras Púnicas por su "sacrificio y capacidad de reponer tropas". Hay que nombrar aquí la labor del General Publio Cornelio Escipión, el Africano, que reconquistó Hispania y llegó a Zama tras arrasar con las inmediaciones de la Cartago de los Barca. Posiblemente sin esta figura la historia habría sido distinta.
ResponderEliminar¡¡Valiente gesto el de las patricias romanas!!
INTERESANTE
ResponderEliminar