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sábado, 25 de febrero de 2017

La sala secreta del Museo del Prado

Las 'Salas Secretas' de los Museos:
1.- Gabinete de Objetos Obscenos de Nápoles
2.- British Secretum, el armario 55
3.- Salas secretas y pinacotecas eróticas en la España Moderna
3.1.- La Sala Secreta del Museo del Prado
3.2.- Los gabinetes reservados de los nobles
4.- El Infierno de la Biblioteca Nacional Francesa
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La Sala Secreta del Museo del Prado

Hoy en día cuando paseamos por los pasillos de un museo miramos casi con indiferencia las imágenes de desnudos que se despliegan ante nosotros, sin apenas ser conscientes del efecto turbador que causaron esas mismas imágenes a nuestros antepasados...

Por lo que nunca está de más recordar que la contemplación de un cuerpo desnudo en su totalidad es un fenómeno contemporáneo, ya que ni siquiera en la intimidad del lecho conyugal se solía ver el cuerpo desnudo de la mujer (incluso las más descaradas meretrices solían tapar sus partes más íntimas).

No nos puede sorprender que estas imágenes de desnudos fueran consideradas tan escandalosas que solo los personajes más poderosos se atrevían a custodiarlas en sus colecciones privadas.


Normalmente guardadas en salas reservadas o escondidas tras gruesas cortinas, incluso sabemos que desnudos de grandes artistas fueron pasto de la moral y el fuego de la Inquisición.

'Dánae' de Tiziano, una de las obras más sensuales (y polémicas) de todos los tiempos.

Por ello os invitamos a poneros en la piel de uno de estos poderosos personajes y sentir por un momento la emoción que embriagaría sus sentidos al entrar en una de esas salas reservadas y contemplar la belleza de esos cuerpos desnudos destinados sólo para sus ojos. O el temblor que sacudiría todo su ser cada que vez que descorría la cortina que ocultaba alguno de sus más preciados tesoros.

Unos desnudos que sugerían mucho más que el mero placer estético de un cuerpo desnudo, sino que contendrían todo un simbolismo erótico y sensual que convertía estas obras en auténticas afrentas contra la moral imperante. De ahí que gran parte de ellas hayan pasado la mayor parte de su existencia escondidas en salas reservadas.

Y cómo no podía ser de otra manera nuestro Museo del Prado también albergó una Sala Reservada con más de 70 lienzos de desnudos. Una sala que apenas estuvo vigente 10 años, entre 1827 y 1838, y es que el efecto de concentrar todas estas obras sensuales en una sola habitación despertaba aún más las fantasías eróticas de sus posibles visitantes que el integrarlas entre el resto de colecciones del Museo.

Un viaje de 500 años...


Pero este viaje hay que iniciarlo varios siglos atrás, ya que se puede decir que fue Carlos V quién inició esta colección de obras eróticas.

Cuadros y lienzos que se fueron acumulando en las colecciones reales, adaptándose a los gustos y pasiones de nuestros monarcas, pero también a sus fobias y prohibiciones, sufriendo numerosos episodios de censura y confinamiento en salas reservadas.


Adán y Eva, Alberto Durero (1507).
Óleo sobre tabla. Museo del Prado.
Los dos grandes impulsores de esta colección de desnudos, probablemente la mejor de toda la Europa Moderna, se la debemos a dos reyes fundamentalmente, que aunque de carácter totalmente dispar, sí que compartieron ese gusto por esta pintura "sensual"... Estamos hablando del "prudente y muy católico" rey Felipe II, y sus encargos a Tiziano, y el mucho más libertino Felipe IV quién no dudó en utilizar el pincel del mejor pintor de su tiempo, Velázquez, para satisfacer sus gustos "artísticos"

Pero muy pronto la mojigatería de los reyes Carlos III y Carlos IV provocó que purgasen las colecciones reales de tan "inmorales" pinturas, y aunque algún rey tuvo la tentación de arrojarlas directamente al fuego, por suerte para nosotros, algún asesor le sugirió que era mejor conservarlas, aunque recluidas en una sala, por lo que durante años estos lienzos fueron "escondidos" en una habitación de la Real Academia de Bellas Artes, una sala a la que sólo tendrían acceso artistas de intachable moral y reputación que solicitaban su acceso por motivos artísticos o de estudio anatómico.

Finalmente y tras nuevos vaivenes entre su exposición pública y su reclusión en salas especiales estas grandes obras de arte "censuradas" fueron reubicadas en el Museo del Prado, donde hoy en día las podemos contemplar sin ser conscientes de que más de una vez estuvieron a punto de ser destruidas para siempre por la férrea moral sexual impuesta por la religión en esta España nuestra.


Los inicios de la Colección


Aunque Carlos I ya empieza a coleccionar obras pictóricas de desnudos es su hijo, Felipe II, quien a pesar de la férrea moral católica que trató de implantar en todos los territorios de la Corona no dudó en coleccionar para su disfrute personal toda una serie de pinturas de desnudos, entre las que destaca la que para algunos ha sido una de las obras más escandalosas y polémicas de todos los tiempos...

Estamos hablando de las "Poesías" que Felipe II encargó a Tiziano para decorar su sala privada de descanso en el Alcázar Real, donde destaca sobremanera por su sensualidad y erotismo desenfrenado 'Dánae'.

Dánae, 1551-1553, The Wellington Collection, Apsley House.
La estrecha relación entre el pintor y el rey se ve plasmada en una carta donde Tiziano le informa a Felipe II del envío de una nueva poesía para su camerino personal:

"Y porque la Dánae, que ya mandé a V. M., se veía por la parte de delante, he querido en esta otra poesía variar, y hacerle mostrar la contraria parte, para que resulte el camerino, donde había de estar, más agradable a la vista. Pronto os mandaré la poesía de Perseo y Andrómeda, que tendrá una vista diferente a éstas".

Venus y Adonis (después de la restauración) Tiziano
Óleo sobre lienzo, 186 x 207 cm
Madrid, Museo Nacional del Prado
Por lo que aunque la historia nos ha transmitido una imagen de un Felipe II religioso y puritano, su afición por el arte, y por estas pinturas repletas de erotismo y pasión, nos hablaría de un hombre de un carácter mucho más humanista y refinado de lo que nos podemos imaginar.

Por contra, nos encontraremos con un buen número de reyes de carácter mucho más puritano, desde su hijo Felipe III que ordenó a su guardajoyas que retirase esas pinturas que ofendían "la modestia y la virtud" de quién las contemplaba, pasando por los primeros Borbones, como Felipe V, que vendió gran parte de estas pinturas, por no hablar de la beatería de Carlos III.


La sala íntima de Felipe IV


El otro rey aficionado al coleccionismo de lienzos eróticos fue Felipe IV, lo cual no nos debe extrañar, ya que si por algo destacó la faceta privada de este monarca fue por su adicción al sexo. Y aunque este rasgo de su personalidad lo analizamos en el post donde explicamos la adicción al sexo de Felipe IV, esta afición desmedida al sexo y al erotismo tuvo su mejor reflejo en el aumento constante de su colección de desnudos.

Y para ello no dudó en utilizar todos los medios a su disposición, desde usar su poderosa influencia para obtener apreciadísimo regalos, como el 'Adán y Eva' de Durero que fue un obsequio de la reina Cristina de Suecia, comprando directamente las obras de arte (envió a Velázquez a Italia para que adquiriese numerosos lienzos), e incluso realizando encargos personales a los mejores artistas del momento como "El juicio de Paris" que encargó a Rubens.

De esta forma Felipe IV reubicó la colección heredada de su abuelo Felipe II en una recóndita sala del Cuarto Bajo de Verano en la zona norte del Alcázar madrileño, curiosamente el lugar «en que S.M. se retira después de comer». La elección de esta sala no fue casual, ya que era una de las habitaciones más íntimas y recónditas de todo el palacio, alejada de miradas furtivas y habladurías indiscretas.

Conocemos la impresionante colección de pinturas que allí se albergaba gracias a la detallada descripción que hizo el erudito romano Casiano dal Pozzo, quien comenta que las poesías de Tiziano se hacían cubrir, por pudor, cuando la reina anunciaba su presencia.

Esta sala íntima debería suponer todo un canto al erotismo, la sensualidad y la voluptuosidad, ya que entre sus paredes destacaban no sólo las "poesías de Tiziano, sino también destacaban 'Adán y Eva', 'Venus con el amor y la música', 'Tarquino y Lucrecia'.


Años después, y debido al incremento constante de la colección pictórica real se trasladaron las pinturas de carácter más sensual a una nueva zona del palacio, conocida como las "bóvedas de Tiziano", donde junto a las numerosas obras de Tiziano se podían contemplar cuadros de Tintoretto, Veronés, Durero, Jordaens, Cambiaso y otro de esos grandes cuadros repletos de erotismo, 'Las tres Gracias' de Rubens.

Venus recreándose en la música, Tiziano. Óleo sobre lienzo (148 x 217 cm.). 1547.
Museo del Prado. Madrid.


Los cuadros condenados al fuego por Carlos III


Pero no todos los reyes iban a compartir esta afición por los cuadros eróticos. Se sabe que Carlos III en 1762 hizo una selección de las pinturas más escandalosas de su colección para, nada más y nada menos, que ¡quemarlas!

Auténticas obras universales de la pintura estuvieron a punto de ser pasto de las llamas, en una hoguera avivada por la mojigatería y la nueva política moral impulsada por el despotismo ilustrado de Carlos III.


Por suerte para nosotros, la intervención del artista Mengs así como del Marqués de Esquilache evitaron tal tragedia y lograron convencer al monarca de conservar estas pinturas no sólo por su valor artístico, sino también, por su interés académico, por lo que finalmente estos lascivos cuadros fueron encerrados en la llamada "Casa de Rebeque", una estancia vinculada al pintor de Cámara de su majestad.

Gracias a esta intervención se salvaron obras cumbres de la pintura universal como Dánae y algunas de las más bellas Venus de Tiziano, grandes obras de Rubens como Andrómeda liberada por Perseo, Las tres Gracias, Diana y Calisto o El juicio de Paris u otras obras únicas como El tocador de Venus, de Franceso Albani; y Hipomenes y Atalanta de Guido Reni.

Aunque el precio a pagar por su salvación fue encerrarlas durante años. Con Carlos III permanecieron ocultas en discretas salas del Palacio, y posteriormente con Carlos IV muchas de ellas fueron enviadas a la Academia de San Fernando (en 1792 y 1796) bajo fines académicos, y aunque la Academia trató de dar cierta visibilidad a estas obras, Carlos IV se negó en redondo, por lo que estas pinturas siguieron encerradas en una sala reservada de acceso restringido.

Francesco Furini. Lot y sus hijas. Óleo sobre lienzo (123 x 120 cm). 1640.
Museo del Prado. Madrid.


Nuevos aires de libertad...


Con la llegada de José Bonaparte al trono se intentó airear las viejas y rancias instituciones españolas, mediante un soplido de modernidad y libertad proveniente de tierras francesas. 


Por lo que se empezaron a cambiar algunos paradigmas relacionados con la moral sexual. De esta forma, durante un breve período de tiempo, estas obras fueron sacadas de su clandestinidad y expuestas públicamente para que sirvieran "de estudio a los discípulos de la Academia, de examen e imitación a los profesores y de complacencia a los amantes de las Bellas Artes".

Es más, el propio José Bonaparte también muy aficionado a la vida disoluta no dudó en quedarse tres de estas grandes obras para su disfrute personal en su residencia de la Casa de Campo.

Aunque el triunfo del Absolutismo y la derrota de los afrancesados supuso de nuevo el confinamiento de estas obras en la Academia de Bellas Artes, hasta que en 1827, a la luz de los nuevos conceptos museográficos y en plena expansión del Museo Real, se decidió trasladar de nuevo estas obras al Museo del Prado.

Nacía la Sala Reservada del Prado, ya que estas obras fueron expuestas en una sala especial situada en el extremo suroriental del piso bajo del Museo especificándose que "es la soberana voluntad de Su Majestad que de ningún modo se coloquen a la vista del pueblo aquellos que por razón de la poca decencia de sus objetos y demás circunstancias que reúnan merezcan ponerse en sitio reservado".

Por lo que el acceso a esta sala estuvo restringido durante muchos años y "que sólo se enseña a las personas portadores de un billete especial (…), pues contiene todas las desnudeces que hubieran podido asustar a las damas” señalaba en 1831 el francés Prosper Mérimée en su crónica de su visita al Museo del Prado

Finalmente esta sala fue desmantelada en 1838, ya que los responsables del museo eran conscientes del efecto provocador que causaba la existencia de esta sala, además de ser una división artística completamente anacrónica.


Y es como bien se señala en la propia página del Museo del Prado "era más un exponente del Antiguo Régimen que del mundo contemporáneo, y no extraña que su existencia coincidiera con los últimos años de la vida de Fernando VII, un monarca absoluto con una mentalidad más cercana a la de sus colegas de siglos pasados que a la de los más destacados gobernantes europeos de su época."

Pero aun así el peso de la censura siguió vigente, ya que la obra más erótica de todas, la 'Dánae' siguió oculta a la vista del público general durante varios años más, exponiéndose en el "gabinete de descanso" del Museo, una sala con unas magníficas vistas al Jardín Botánico y que servía de descanso para cuando acudían las más altas dignidades a visitar el Museo.


Conclusión


La existencia de estos gabinetes privados son un claro reflejo de la moral imperante durante gran parte de la historia de España, ya que desde el Renacimiento fueron muchas las voces que se alzaban contra la presencia de cualquier tipo de desnudo en las obras de arte, por lo que las obras con los desnudos más explícitos y sensuales siempre estuvieron bajo sospecha, recluidas en estancias apartadas y discretas.

Pero a pesar de ello, o precisamente por ese motivo, fueron considerados objetos de lujo y de gran valor económico e incluso político. 


Por eso no nos puede sorprender que estas salas reservadas fuesen de gran importancia para algunos de sus dueños, ya que no sólo eran estancias para recrearse visualmente o estéticamente, sino que eran todo un símbolo de poder y de estatus social.

Perseo liberando a Andrómeda.
1640. Óleo sobre lienzo.
267 x 162 cm.
Aunque este largo camino entre arte, moral y censura siempre tuvo un carácter sinuoso, variando la moral sexual de la sociedad con el transcurrir de los siglos, y ¡ojo! no siempre a mejor...

Uno de mejores ejemplos de esto lo representa el cuadro de 'Perseo liberando a Andrómeda', un lienzo que se expuso sin ningún tipo de reparo durante el siglo XVII en una de las habitaciones de mayor importancia dentro del real Alcázar de Madrid, el Salón de los Espejos, destinado a recibir importantes visitas protocolarias.

Pues en pleno siglo XVIII este cuadro fue apartado de este lugar público por ser considerado demasiado indecente y pasó a engrosar la lista de cuadros censurados, ya que con el paso de los años el trasfondo político de este lienzo, la representación del buen gobierno, se fue diluyendo. Y por contra, fue aumentando la simple visión estética del cuadro, por lo que el desnudo de la mujer tomaba mucho mayor protagonismo.

Otro hecho curioso en este camino de moral y censura es que con la llegada del despotismo ilustrado, aunque pueda parecer contradictorio la moral sexual de nuestros monarcas se volvió mucho más conservadora. Y es que como buen representante del despotismo ilustrado su ideal era ser reflejo para sus súbditos de una moral intachable, por lo que acabaron desterrando cualquier conducta u objeto que pudiese ser tildado de inmoral. A todo ello, seguramente, también contribuyó los siniestros personajes religiosos que siempre rodearon, y lo que es peor, influyeron, a nuestros soberanos, inculcándoles visiones de lo más retrógradas relativas a la sexualidad.




BIBLIOGRAFÍA:

-GEORGE, B.: “Las lágrimas de Eros”. Tusquets. Barcelona, 1977.
-KENNETH, C.: “El desnudo. Un estudio de la forma ideal”. Alianza Ed. Madrid, 1981.
- PORTÚS, J.: “La Sala Reservada del Museo del Prado y el coleccionismo de pintura de desnudo en la Corte española, 1554-1838”. Museo del Prado. Madrid, 1998.
- VV.AA.: “El desnudo en el Museo del Prado”. Fundación de Amigos del Museo del Prado y Círculo de Lectores”. Madrid y Bacelona, 1998.

[En Internet]

https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/sala-reservada/91593a25-dd47-40c5-95b6-6a2f709155d2

http://artetorreherberos.blogspot.com/2011/09/las-obras-secretas-del-museo-del-prado.html LAS OBRAS SECRETAS DEL MUSEO DEL PRADO . ARTE TORREHERBEROS







 http://www.gabitos.com/elalmacendelconocimiento/template.php?nm=1355680048

sábado, 2 de julio de 2016

Salas secretas y pinacotecas eróticas en la España Moderna

Las 'Salas Secretas' de los Museos:
1.- Gabinete de Objetos Obscenos de Nápoles
2.- British Secretum, el armario 55
3.- Salas secretas y pinacotecas eróticas en la España Moderna
3.1.- La Sala Secreta del Museo del Prado
3.2.- Los gabinetes reservados de los nobles  
4.- El Infierno de la Biblioteca Nacional Francesa

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  Salas secretas y pinacotecas eróticas en la España Moderna:

Para facilitar la lectura de este tema y no hacer una entrada demasiado extensa hemos decidido dividirla en varios capítulos:
- Este primer capítulo se puede considerar como una gran introducción general, donde a grandes rasgos veremos la conformación de las distintas salas reservadas.
- En una segunda parte explicaremos con más detalle el surgimiento y las vicisitudes de la gran pinacoteca de carácter erótico que mantuvo la Monarquía Hispánica, y que a la postre fue el germen fundacional de la Sala Secreta del Museo del Prado.
- Por último, en el tercer capítulo cerraremos este tema analizando los principales gabinetes reservados de la aristocracia española, unas colecciones que aunque de carácter privado, no tuvieron nada que envidiar a la de la casa real, ya que albergaron grandes obras de la pintura universal como 'La Venus del espejo' de Velázquez, o las 'Las Majas' de Francisco de Goya.

Introducción

Ya hemos visto en este blog como, a lo largo de la historia, los mayores consumidores de obras eróticas o pornográficas han sido precisamente aquellos representantes del pueblo a los que se les estimaba una más alta consideración moral, ya fuese por su dignitas o por su condición social.

Es decir, normalmente han sido los personajes más ricos y poderosos de la sociedad los que se han podido permitir atesorar obras y colecciones de lo más atrevidas. Ya vimos como en la Antigua Roma ricos patricios romanos decoraban sus lujosas villas con todo tipo de frescos o esculturas de carácter erótico, y es bien sabido el carácter lascivo de muchos de los emperadores romanos que no dudaron en crear auténticos palacios de la perversión y el vicio.

Venus del Espejo, Diego Velázquez.
National Gallery, Londres.


Un vicio muy real....

Pero esta moda no sólo fue cosa de los depravados romanos, en esta entrada veremos como en la muy cristiana y devota España de la Contrarreforma, algunos de sus principales personajes, precisamente aquellos encargados de velar por la integridad moral de sus súbditos y lacayos, también cultivaron ciertos placeres ocultos.

Encabezaron esta moda los grandes monarcas de la cristiandad, que crearon salas íntimas de descanso, donde guardaban algunas de sus más preciadas pinturas. Posteriormente, cuando las colecciones reales empezaron a mostrarse al público, estas mismas obras se custodiaron en salas reservadas sólo aptas para ciertos estudiosos o personas de moral íntegra.

Por lo que casi todos nuestros reyes, a excepción de Carlos III, que quiso quemar gran parte de los desnudos eróticos de la colección real, fueron grandes coleccionistas de arte erótico... Empezando por el muy devoto Felipe II, o el promiscuo Felipe IV, que engrandeció la colección real con las pinturas más sensuales de Rubens, hasta llegar a nuestra Edad Contemporánea con el también lascivo Fernando VII.

Así es bien sabido que la primera gran colección de obras de arte de marcado carácter erótico fue creada por el piadoso y católico Felipe II, quién no dudó en encargar al maestro del erotismo, Tiziano, sus famosas "poesías": Un conjunto de obras mitológicas (Danea, Venus y Adonis, Perseo y Andrómeda, Diana y Acteón, Diana y Calisto y El Rapto de Europa) realizadas para ser vistas en conjunto, casi desde la perspectiva de un voyeur, y que formaron una de las más formidable colección de desnudos de la época.

Danae recibiendo la lluvia de oro, Tiziano.
Museo del Prado.
Por lo que suponemos que los rumores sobre la existencia de esta privada colección real despertó la admiración y la envidia del resto de nobles y burócratas reales, queriendo ellos mismo emular estos gustos reales y decorar sus propios palacios con las últimas modas llegadas de los muy humanistas y refinados estados italianos.

Así que desde muy pronto algunos miembros de las más altas casas nobiliarias, cuyas fortunas y posición social les permitían saltarse ciertos escollos morales (y legales), también crearon sus propios gabinetes secretos, iniciándose una tradición de pinacotecas eróticas que podemos rastrear desde la segunda mitad del siglo XVI hasta prácticamente nuestros días.


Las pinacotecas eróticas de los nobles.
La escuela del amor, Correggio.
National Gallery (Londres).

A pesar del férreo control que quiso imponer la Iglesia Católica sobre la creación y posesión de obras de arte de carácter erótico, es evidente que muchos nobles, ya fuese por un placer personal, por cierto esnobismo, o por emular ciertas modas de las grandes monarquías europeas, atesoraron un gran número de obras pictóricas, donde los desnudos, a pesar de su supuesto trasfondo bíblico o mitológico, podían ser considerados bastante atrevidos para la época, ya que realmente el desnudo era el gran protagonista de la obra.

Y es que como venimos insinuando desde el inicio de esta entrada, la posesión de ciertas obras de carácter erótico, va más allá del mero placer personal y hedonista, es una forma de mostrar y exhibir cierto poder social, ya que sólo los personajes más poderosos pueden saltarse ciertas convenciones sociales y transgredir unas normas impuestas al resto de la sociedad. Por lo que la creación de estos gabinetes secretos son una muestra más de cómo, desde siempre, han existido diferentes normas morales según la posición social del individuo.

Así pues, las colecciones de temas mitológicos, donde los desnudos ocupaban un lugar central, fueron muy habituales entre las familias aristocráticas, especialmente entre aquellos nobles que habían estado en contacto con las culturas flamencas o italianas, territorios mucho más abiertos y permisivos en todo lo relativo a la moral, por lo que la moda de los desnudos pictóricos pronto se expandió entre las principales familias nobiliarias, despertando el fuerte rechazo de algunos de los principales moralistas de la época.

Iglesia y censura

A pesar de todo lo descrito hasta ahora, no hay que olvidar que estamos en la España de la Contrarreforma, Europa se desangra en guerras de religión, por lo que el poder y la influencia de la Iglesia crece de manera exponencial justamente en estas centurias, creándose su temible y poderoso brazo armado... la Inquisición. 

Por lo que la presencia de la sombra de la Inquisición estuvo siempre muy presente, especialmente en todo lo relativo a las artes, y especialmente sobre el mundo de la pintura, ya que al ser una de las artes con más "libertad expresiva" fue vigilada estrechamente.
Lot embriago por sus hijas, Francesco Furinni.
Museo Nacional del Prado.
Y es que en el siglo XVI, los desnudos aún eran una rara avis en el mundo del arte, por lo que estos primeros desnudos fueron duramente criticados tanto desde el ámbito artístico como desde posiciones teológicas y moralistas.

Para que nos hagamos una idea señalar que la mayor parte de los artistas, para realizar pinturas de cuerpos femeninos, tenían que recurrir a copias de esculturas romanas, ya que la visión de un cuerpo real femenino para su plasmación en un lienzo podía acarrear funestas consecuencias tanto para el artista como para la modelo.

Y es que la Iglesia consideraba estas obras auténticos pecados mortales. Incluso se escucharon voces, como la de Bernardino de Villegas que denunciaba expresamente que algunos se permitieran «las indecencias de pinturas profanas […] por adorno de sus galerías y recreo de sus sentidos». Más allá iba el poeta fray Hortensio Félix Paravicino que proponía la destrucción de todas aquellas obras pictóricas con representaciones de desnudos.
Y como apuntamos en la introducción tenemos suerte de conservar algunas de estas grandes joyas universales, ya que en 1762, el muy ilustrado Carlos III por influencia de su confesor el padre Eleta estuvo a punto de condenar a la hoguera muchas de las obras de su colección real, ya que estos lascivos cuadros sólo servían para excitar las mentes y eran contrarios a la moral pública. Sólo la intervención del pintor Meng y el Marqués de Esquilache lograron evitar tal desastre, ya que aludiendo valores artísticos, lograron convencer al monarca de salvar las obras.

Así vemos como la relación entre el desnudo y la censura era objeto de continúas polémicas, por lo que una de las formas de sortear la censura era encargar las obras a artistas extranjeros, ya que podían trabajar en sus estudios, sin temer una inoportuna visita de los inquisidores. Por todo ello, estos cuadros sólo se exponían en aquellas salas y salones de carácter más reservado de palacios y villas, lejos de inoportunas e indiscretas miradas de visitantes o empleados de menor confianza. Ya que a pesar de pertenecer a familias nobles y poderosas, cualquier sospecha o rumor podía ser utilizado para hacer caer en desgracia a rivales políticos incómodos.

Como mero apunte del prolongado poder de la Iglesia y la Inquisición, señalar que en fechas tan tardías como principios del siglo XIX, cuando en Europa aún retumbaban los ecos de la Revolución Francesa, en  España, la Inquisición fue la encargada de confiscar los desnudos que, el ahora caído en desgracia, Godoy acopiaba en su fabulosa pinacoteca.

Venus dormida, de Giorgone y Tiziano. 1510.
Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos, Dresde (Alemania)


Conclusión

Todo ello no impidió que los mayores artistas de la época, bajo el amparo de monarcas y nobles, pusieran sus pinceles al servicio del erotismo y la sensualidad. Tiziano, Velázquez, Correggio, Rubens,... todos retrataron algunos de los más hermosos y sensuales desnudos de la historia del arte.

Así sabemos, por ejemplo, que Velázquez pintó hasta tres cuadros de este temática, aunque desgraciadamente el único que se ha conservado es la famosísima  'Venus del espejo', cuadro que decoró villas y palacios de los nobles más ilustres de nuestra sociedad. En 1651 fue inventariada entre los bienes de Gaspar de Haro y Guzmán, hijo de un ministro de Felipe IV, pasó después a la casa de Alba, para terminar decorando una de las pinacotecas nobiliarias más importantes de todos los tiempos, la del 'Príncipe de la Paz', Manuel Godoy.

Otra obra que ha pasado a la posteridad por su elevada sensualidad es la 'Danae' de Tiziano, una obra que desprende tanto erotismo que ha pasado su existencia siendo encerrada de una habitación a otra, y alberga el dudoso honor de ser la última obra que salió de la Sala secreta del Museo del Prado para su exhibición pública.

Por todo ello podemos deducir que durante la Edad Moderna el hombre redescubrió la sensualidad y el erotismo en las artes, por lo que la alta aristocracia cortesana no dudó en encargar obras de evidente carácter erótico para su disfrute personal, lienzos que sin duda ayudaron a canalizar los estímulos sexuales de sus propietarios, convirtiéndose en auténticas liberadoras de la pasión sexual.


¡Os esperamos en los próximos capítulos!






BIBLIOGRAFÍA

GARCÍA CUETO, D.; La pintura erótica en las colecciones aristocráticas madrileñas de la segunda mitad del siglo XVII, Visiones de pasión y perversidad / coord. por Víctor Manuel Mínguez Cornelles, Inmaculada Rodríguez Moya, 2014, págs. 40-57

PORTUS, J.; Los cuadros secretos del Prado, Revista Katharsis, Nº 2. Abril 2004/Revista Electrónica Cuatrimestral. en  http://www.revistakatharsis.com/rev_abr_04_sm_pint_02.html

GEORGE, B., Las lágrimas de Eros, Barcelona, Tusquets, 1997.
EDWARD, L., Sexuality in Western Art, Londres, Thames and Hudson, 1991.
MORÁN, M. y CHECA, F., El coleccionismo en España, Madrid, Cátedra, 1985.
PORTÚS, J. La Sala Reservada del Museo del Prado y el coleccionismo de pintura de desnudo en la Corte española, 1554-1838, Madrid, Museo del Prado, 1998.
VV. AA., El desnudo en el Museo del Prado, Madrid y Barcelona, Fundación Amigos del Museo del Prado y Círculo de Lectores, 1998.


[En Internet]

La colección de arte de Godoy en
https://art-y-cultura.blogspot.co.uk/2015/06/la-coleccion-de-arte-de-godoy-digna-de.html


sábado, 11 de abril de 2015

Salas secretas en los Museos: entre el erotismo y la pornografía

Las 'Salas Secretas' de los Museos:
1.- Gabinete de Objetos Obscenos de Nápoles
2.- British Secretum, el armario 55
3.- Salas secretas y pinacotecas eróticas en la España Moderna
3.1.- La Sala Secreta del Museo del Prado
3.2.- Los gabinetes reservados de los nobles
5.- El Infierno de la Biblioteca Nacional Francesa
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Almuerzo sobre la hierba, Manet, 1863.

Arte, Arqueología y Censura: entre el erotismo y la pornografía.

 
Con esta entrada queremos realizar una pequeña reflexión sobre uno de los aspectos más polémicos del mundo del arte y de la arqueología, la línea divisoria entre arte, erotismo y pornografía; y su repercusión en la formación de 'salas secretas' en las principales colecciones de arte del mundo. Una línea divisoria que ha estado en constante movimiento desde los inicios del arte, avanzando y retrocediendo ante las imposiciones morales y/o estéticas de las diferentes culturas o ideologías imperantes.

Así a lo largo de la historia hemos visto como esta censura moral ha afectado especialmente al mundo del arte, incluyendo entre las obras afectadas algunas obras cumbres de la historia del arte universal: desde las pinturas de la Capilla Sixtina, pasado por las amputaciones de penes a todo tipo de esculturas clásicas, finalizando con la destrucción de obras de arte por ser consideradas impías u obscenas. Pero esta censura, que nos puede parecer propia del pasado, se sigue ejerciendo en instituciones tan universales y respetables como el British Museum o tan modernas e innovadoras como el Museo de Arte Moderno de París.

Sería innumerable hacer aquí una lista de obras de arte universales que se han visto afectadas por esta censura, a raíz de lo cual han pasado muchos años ocultas en salas secretas o envueltas en constantes polémicas sobre su exhibición pública: 'Danae y Zeus' de Tiziano, 'La Venus del espejo' de Velázquez, 'La maja desnuda' de Goya, 'El sueño' y 'El origen del mundo' de Gustave Courbet, 'El almuerzo sobre la hierba' de Manet, ...

Adán y Eva expulsados del Paraíso Terrenal (1425-1428), de Masaccio.
Capilla Brancacci de Florencia (Italia). 
En 1987, la recuperación de los atributos masculinos de Adán tras la restauración del fresco
provocó un pequeño escándalo. A la izquierda, antes; a la derecha, después.

Pero esta censura, no sólo se ha limitado al mundo del arte, el mundo de la arqueología, a pesar de ser una ciencia reciente, también ha estado sometida a una estricta censura en todo lo relativo a la sexualidad humana.

Así aunque los primeros estudios sobre piezas de carácter erótico albergaban ciertos rasgos de incomodidad o extrañeza, no los tachaban de obscenos, sino más bien como un rasgo singular de civilizaciones antiguas. Pero muy pronto, esta concepción "abierta" derivó hacia una concepción mucho más restringida, propia de la moral de la época, pasando a ser considerados como objetos 'impropios', incluso 'obscenos'.

Por lo que los investigadores y estudiosos de este tipo de objetos fueron duramente criticados, al considerar la comunidad científica que abordar estos temas relacionados con la sexualidad era un tema menor y sin ningún interés científico, por lo que algunas obras científicas sólo pudieron ser publicadas en editoriales dedicadas a la pornografía.

Bajo este panorama, las piezas de claro componente erótico/sexual que finalmente acababan en los museos fueron arriconándose y ocultándose en armarios o salas secretas, catalogándose bajo una nueva clasificación tipológica: objetos obscenos. Las publicaciones donde se describían estos objetos también eran de acceso restringido, incluso muchas veces sus descripciones se realizaban en latín, para mantener estas obras sólo al alcance de personas 'intelectual y moralmente' bien formadas.

     'La Venus del Espejo, Velázquez.
National Gallery de Londres.

Todo esto hizo que estas piezas tuvieran un halo de exclusividad y misterio, siendo muy codiciadas en ámbientes de coleccionistas y anticuarios, algunos de ellos, especializados en este tipo de arte. Contamos con dos ejemplos muy representativos de este tipo de coleccionistas:
- El médico George Witt quién donó su gran colección de falos al British Museum, dando origen al famoso 'Secretum' contenido en el armario 55.
- El coleccionista turco Khalil Bey, embajador de Turquía en París, quién encargó y compró numerosas piezas de arte con alto contenido erótico, siendo uno de los mayores coleccionistas de pinturas 'pornográficas', teniendo en sus manos obras como 'El baño turco' de Ingres o los cuadros de Courbet 'El origen del mundo' o 'El sueño'.

Incluso, aún hoy en día, las mayores colecciones de objetos eróticos siguen estando en manos de coleccionistas privados.

El sueño, G. Courbet, 1866.
Museo del Petit-Palase, PArís.

'Pornografía' un concepto muy museístico

Ya vimos en este blog, como la introducción de la imprenta supuso toda una revolución en la difusión de imágenes consideradas obscenas, permitiendo el inicio de una democratización de la cultura erótica y pornográfica, antes reservadas para ricos personajes que pudiesen permitirse la compra o el encargo de pinturas, esculturas o incluso libros ilustrados manualmente con representaciones de carácter erótico.

Es Walter Kendrick, en su obra precisamente llamada 'The Secret Museum' quien otorga a la palabra pornografía un origen de uso moderno, muy relacionado con el mundo de la museística, ya que es durante la excavaciones de Pompeya y Herculano y debido al gran número de piezas encontradas con connotaciones sexuales y eróticas, cuando se abre el debate acerca de lo que puede y no puede ser visto públicamente.

Figuras fálicas de cerámica. Pompeya.
El asombro según avanzaban las excavaciones ante las innumerables pinturas, esculturas, mosaicos y objetos de uso cotidiano de alta carga sexual hizo que las autoridades se planteasen la creación de un sala especial donde albergar todas estas piezas. Y aunque como veremos en próximos capítulos estas salas ya existieron en palacios reales desde el siglo XVI, es ahora, con la configuración de los primeros museos de carácter moderno cuando se crea un muro oficial entre lo que las autoridades consideran artísticamente moral y lo que no.

El primero en utilizar la palabra 'pornografía' en su uso moderno fue el historiador de arte alemán C.O. Müller, que la utilizó para definir los objetos contenidos en el Gabinete de Objetos Obscenos de Nápoles. De esta forma, incluso el Diccionario inglés Webster definía en 1864 la palabra 'pornografía' como «aquellas pinturas obscenas utilizadas para decorar los muros de las habitaciones en Pompeya, cuyos ejemplos se encuentran en el Museo Secreto».
 
Así para Kendrick es con la creación de este primer 'Gabinete Secreto' oficial cuando se funda el actual concepto de pornografía en la modernidad occidental, estrechamente vinculado al control de los límites de lo aceptado moralmente así como de lo que puede ser visible públicamente. Aunque recuerda que estos cánones morales han estado férreamente controlados y dirigidos por el hombre aristocrático occidental, quienes se alzan como protectores morales de los demás sectores sociales: mujeres, niños y clases sociales menos pudientes.

Conclusión:


El Baño turco, Ingres,
Museo del Louvre, Paris.
Así como hemos visto, estas ideas restrictivas respecto a los objetos de mayor carga erótica fueron ocultados para el gran público, y lo que es más grave, los estudios científicos relacionados con este campo, siempre fueron incompletos, llenos de tapujos y complejos, incluso se excluían estas piezas de los catálogos o trabajos generales.

Este dilema se ha visto reflejado en el acceso a la cultura y en la configuración de los actuales museos, que siguen arrastrando muchas de las consecuencias de esa moralidad 'victoriana' que impregnó las instituciones científicas y académicas, con un retraso evidente en los correspondientes estudios sobre sexualidad o en la ausencia de este tipo de objetos en las colecciones expuestas en los museos.

Este debate que podemos creer superado, no lo está tanto, sólo hace falta asomarse a la hemeroteca reciente par darnos cuenta de que no es así, y que esa línea entre arte, erotismo, pornografía y moral sigue siendo muy difusa.

Con todo ello podemos decir que el arte es un arma antigua y poderosa, muchas veces utilizada a favor de los grupos más poderosos, otras veces convertida en un arma imposible de controlar, siendo el primer bastión de la libertad, removiéndose contra el sistema y abriendo camino para la conquista de nuevas libertades.

Como bien señala Roberto Rosique en su artículo "Arte y (Post)Pornografía": "El arte no corrige prejuicios ni destruye dogmas, el arte plantea las cosas desde la libertad que le da sentido a él mismo". Y es que si los museos son el reflejo de como una sociedad observa su pasado, sus colecciones y obras expuestas también nos hablan de las actitudes culturales y morales de esa sociedad.


Bibliografía:

http://lasdisidentes.com/2012/08/12/museo-basura-urbana-y-pornografia-por-beatriz-preciado/