Índice de Capítulos:
I.-
La prostitución en la cultura romana.
II.-
La prostitutas en el Derecho Romano.
III.-
Viaje a un prostíbulo del siglo I.
IV.-
La prostitución masculina en la Antigüedad clásica.
Fuentes:
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Pintura mural romana. |
Para conocer y aproximarnos a la realidad histórica del
ambiente y desarrollo de la prostitución en la cultura romana tenemos la suerte
de contar con diferentes fuentes y puntos de vista muy diversos. La mayor parte
de la información proviene de textos históricos y literarios, aunque se limita
a la propia Roma. Otro tipo de fuente, abundante y de gran interés, es la
legislación romana que regula la prostitución. También contamos con información
epigráfica, de especial interés por ofrecernos una visión del pueblo llano, son
los graffiti y los textos pintados en murales pictóricos de Pompeya. El último
tipo de fuente que nos aporta información sobre el mundo de la prostitución son
algunos papiros procedentes de Egipto.
El sexo en la
sociedad romana:
La civilización romana contemplaba la prostitución como algo
habitual y cotidiano. El sexo por placer, el sexo social, estaba reglado y
permitido, incluso difundido y aceptado como una necesidad en el seno de la
comunidad. La sociedad romana toleraba unas conductas y éticas bastante
promiscua y liberal, donde las relaciones extramatrimoniales eran totalmente normales. La única exigencia
era mantenerse dentro de los límites de la normativa legal y social. La edad
media en la que un hombre debía iniciarse en el sexo era a los 17 años, y si no
disponía de una esclava a su alcance se iba a un prostíbulo.
Así Horacio en una de sus sátiras nos habla de las bondades de la prostitución para el bienestar de la sociedad ¿El
cuerpo de una princesa es acaso más hermoso, más deseable, que el de una
cortesana? ¿Por qué arriesgarse a recibir un terrible castigo atacando a
matronas cuyos encantos están siempre ocultos por un traje largo?...Resulta más
satisfactorio y menos peligroso para el patrimonio y para el honor ir a buscar
fortuna en los callejones donde una belleza poco huraña ofrece a todo el que
llega sus encantos”
La búsqueda de placer era
primordial y se imponía sobre todo lo demás. Esta forma de vida,
caracterizada por dejarse llevar por las pasiones y los placeres, era de clara
influencia griega, por lo que numerosos autores
utilizaron términos despectivos, como
graeculus , para referirse a
este modo de vida a la griega. La mayoría de los datos proceden de la época imperial,
momento donde Augusto impulsó un nuevo cambio de moralidad ante la falta de
interés por el matrimonio de los jóvenes romanos.
Un claro ejemplo de esta moralidad la encontramos en una anécdota de Catón el
Viejo que vio salir al hijo de un amigo suyo de un prostíbulo, éste avergonzado
retiró la mirada, aunque Catón le espetó “lo que haces está bien, así cuando el
deseo te hinche las venas no abusarás de las mujeres decentes”. Pero al día
siguientes volvió a cruzarse con el joven que salía otra vez del prostíbulo y
esta vez le recriminó diciéndole “Muchacho,
te dije que estaba bien que visitaras ese lugar, no que vivieras en él”.
Por otro lado, como bien nos señala Plauto, la prostitución era entendida como un bien para apagar la fogosidad de la juventud, por eso estaba mal visto que los viejos recurriesen a este tipo de servicios.
“Será
preciso que a tu edad te abstuvieras de esta clase de desorden... Como cada
estación, cada edad tiene sus ocupaciones. Si se permite a los viejos perseguir
a las muchachas… ¡donde irá el Estado! ¡Son los jóvenes los que deben
entregarse a los placeres!”.
Como decíamos la prostitución era vista como necesaria para la sociedad, ya que permitía a los jóvenes
desfogarse, evitando que molestasen a las mujeres casadas y de vida íntegra.
Incluso autores como Catón el Viejo o San Agustín vieron en la prostitución
como necesaria para el bienestar de la sociedad. Así Catón el Viejo decía: “los jóvenes dominados por la lujuria vayan a
los burdeles en lugar de molestar a las esposas de otros hombres”. La prostitución
estaba tan enraizada que formaba parte del listado de oficios que se
registraban ante los ediles, por lo que a mediados del siglo I d.C. se empezó a cobrar una tasa de impuestos por ejercer.
Con la consolidación del cristianismo como religión oficial
en Roma se fue prohibiendo la homosexualidad y la práctica de la prostitución
masculina y femenina, ya que para el cristianismo la única razón para el sexo
es la procreación, cualquier otro tipo de sexualidad era vista como algo
negativo y punible.
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Imagen del cómic Murena. |
Legislación y
prostitución: (para ampliar el tema pulsa aquí)
La legislación romana se centró en defender la integridad de
la mujer libre, a ella se prohíbe ejercer la prostitución, reservada a esclavas
y libertas. En el caso de que una mujer libre de familia de orden ecuestre o
patricia practicase esa actividad, perdería gran parte de sus derechos como
ciudadana libre. Y es que los cambios de las normativas, nos indican que cada
vez más mujeres de la alta sociedad se inscribían como prostitutas ante los
ediles de la ciudad. Estas mujeres perdían sus símbolos de rango, como el
vestido, la stola, por una toga
femenina o amiculum, más propia de
siervas y rameras.
También debía cambiar su peinado de trenzas recogido en un
moño, por peinados propios de plebeyas y libertas, es decir, cabellos cortos y
sin cintas, o largos y sueltos o anudados al cuello. Además tenían prohibido el uso del velo, así como llevar
calzado, aunque existen testimonios de uso de calzados con el grabado en su
huella de “sequere me”, sígueme. Otras prohibiciones en tiempo de Domiciano fueron la
prohibición del uso de literas y el derecho de recibir herencias y legados. Es
decir, a lo largo del tiempo van surgiendo numerosos textos legales que van
limitando los derechos sociales y políticos de las prostitutas.
En resumen, y como veremos en el siguiente post, la categoría jurídica de las prostitutas era de las más bajas, junto la de los gladiadores
o actores. Las leyes dejaban bastante
desamparadas a las prostitutas, ya que no podían votar, ni casarse, ni recibir
herencias ni donaciones, ni testar, y lo que es peor en caso de sufrir algún
abuso tampoco podían reclamar por robo o violación.
Vestimenta:
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Afrodita ajustándose strophion. Museo del Louvre. |
La mujer romana solía ir vestida con una
stola blanca, su uso les estaba
vetado
a prostitutas y adúlteras, que
estaban obligadas a vestir en la vía pública una
túnica corta y de color pardusco, para diferenciarlas de
la sobria matrona romana. Aunque dentro de los prostíbulos, las
meretrices podían llevar todo tipo de vestidos lujosos que indicasen su
refinamiento y su posible precio.
Señalar que el uso de esta vestimenta diferenciado en la vía pública
también suponía un peligro para las prostitutas, ya que al ser mujeres sin
derechos, se podía abusar de ellas sin temor a ninguna represalia, por lo que
su uso se tuvo que limitar a la propia Roma y no al resto de ciudades de provincia.
Así con el paso del tiempo, las meretrices fueron vistiendo
trajes cada vez más lujosos y sensuales, con colores de todo tipo, por lo que
las mujeres romanas, cansadas de su aburrido estilo de vestir, copiaron e
imitaron la forma de vestir de las prostitutas.
Las prostitutas se dejaban una banda pectoral (strophion), normalmente de color rojo o
verde, incluso cuando se desnudaban completamente, para mantener los pechos
turgentes y elevados. En cuanto a su
cabello, solían tenerlo teñido de rubio o llevaban exageradas pelucas. También
se distinguían por su abundante maquillaje, afeites y coloretes, ojos
agrandados con carboncillo, pezones de purpurina dorada y la superficie genital
pintada de rojo bermellón, muchas de ellas depiladas. Para el mal aliento
solían masticar pastillas de mirto y lentisco.
Un ejemplo del excesivo maquillaje y postizos que podían
llevar una prostituta nos lo ofrece Marcial (IX, 37): “Aunque sin salir de
tu casa, Gala, te hagas engalanar en plena Subura y te hagan los cabellos que
te faltan; aunque por la noche te quites los dientes como te quitas el vestido
de seda transparente, aunque te acuestes disimulada debajo de mil cremas y no
duerma contigo tu propio rostro, me provocas con las cejas que sacas por la
mañana de una caja y no tienes ningún respeto por tu coño ya canoso. Me
prometes, a pesar de todo, mil maravillas. Pero mo polla se hace la sorda, y
aunque sea tuerta, te ve, sin embargo, perfectamente. “
Lugares
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Imagen cómic "Las Águilas de Roma". |
En las ciudades existían numerosos lugares donde se ejercía
la prostitución, por un lado estaban los barrios más marginales donde la
prostitución se ejercía al aire libre
en
rincones cubiertos por soportales o arcadas como circos, teatros o termas,
conocidos como fornices.
También estaban los locales con licencia municipal empleados
como
burdeles, los conocido como
lupanaria
o
prostibulum, éstos eran fácilmente
identificables ya que solían tener un falo de piedra pintado de rojo bermellón
sobre la puerta. También se ejercía la prostitución en lugares como
hosterías y
bares (
tabernae cauponae) donde
habilitaban la trastienda (
cellae
meretriciae o meritorium) para este tipo de servicios. También se conocen
pequeños cuchitriles adosados al exterior de algún edificio, conocidos como
pergolae. La prostitución también se
ejercía en otro
lugares extraurbanos como cementerios, arboledas . Los
ciudadanos más pudientes, para evitar entremezclarse con la plebe, utilizaban
su propia
domus para estos fines, incluso utilizando sus propios esclavos.
Las licencias municipales permitían dos tipos de locales
según quién los regentase:
- Casas propiedad de un proxoneta (leno o lena) . Eran los prostíbulos de mayor lujo, donde el propietario
tenía un secretario (villicus puellarum) que se encargaba del funcionamiento del
prostíbulo, ya que éste era también un oficio despreciable (tampoco tenía
derechos civiles), por lo que hacía las tareas de testaferro seguramente de
algún señor más importante. Y es que el negocio de la prostitución era un
negocio muy rentable.
- Locales donde el proxoneta simplemente se encargaba del alquiler de las
habitaciones, de atender a los clientes y vigilar el local.
Muchos de estos locales tenían graffitis en sus paredes que
anunciaban sus servicios:
“Eutique, griega, dos ases. De deliciosas habilidades”.
“Esperanza, de deliciosas habilidades. Nueve ases”.
“Soy tuya por dos ases de bronce”
“Pitane saluda a la clientela. Tres ases de bronce”
“Yo, Ilide, puedo contentar a tres hombres simultáneamente. Uno con mi boca,
otro con el coño y el tercero por el culo”
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Habitación de una prostíbulo de Pompeya. |
Los
prostíbulos en Roma y Pompeya:
No nos vamos a extender en este apartado, ya que tenemos un post donde se explica con detalle como eran los prostíbulos romanos. Sólo decir que los
burdeles de Roma se han descrito como lugares sucios, de escasa ventilación,
llenos de malos olores y caracterizados por la falta de higiene y la
acumulación de hollín y gases de las numerosas lámparas.
Por
otro lado, estaban los locales más lujosos, perfectamente preparados y con todo
lujos de detalles, donde trabajaban una gran variedad de personas: los scrupelae, encargados de recibir en la entrada a los clientes, los bacarii que rellenaban las jarras o también denominados aquarioli, si servían comida y bebidas. También podían contar con los servicios de las ornatrices, esclavas encargadas del embellecimiento de las prostitutas
En
el siglo I d.c. el censo de Roma de prostituas era de 32.000, a las que hay que
sumar todas aquellas que no se hubiesen dado de alto ante los ediles. Otro dato
que nos indica la proliferación de este oficio es que en el siglo IV d.C en la
ciudad de Roma estaban registrados oficialmente más de 50 locales de
prostitución.
En
la ciudad de Pompeya destaca el alto número de casas privadas que disponen de
cubicula eróticas, estancias reservadas para satisfacer sus deseos sexuales con
esclavas o prostitutas de alta clase.
Tipos de prostitutas:
Existía un amplio abanico de tipos de prostitutas, pasando
por todo el espectro social: aunque normalmente la ejercían
esclavas y
libertas, también se conocen casos de mujeres libres que ejercían la
prostitución voluntariamente.
Incluso desde muy pequeñas su destino podía ser la
prostitución, ya que las hijas de esclavas o las niñas abandonadas podían ser
recogidas para utilizarlas en un futuro con ese fin. Otros factores que podían
llevar a la prostitución eran la pobreza, principal factor desde los inicios de
los tiempos. También existen casos de mujeres libres condenadas por adulterio
que ejercieron la prostitución al estar
incluidas por la ley en la categoría de probosae.
Destacar también los casos de mujeres que se iniciaron a la prostitución “por
vicio” como los famosos casos de Mesalina (esposa de Claudio) o Julia (hija de
Augusto).
Tipos de prostitutas según su nomenclatura:
Delicatae:
Prostitutas de alto standing. Intentaban imitar el estilo de las meretrices
griegas, utilizaban nombres exóticos, y decían ser expertas en otras artes:
danza, literatura, música. Aunque los textos nos dicen que el refinamiento y
elegancia de estas damas era más fachada que realidad. Solían trabajar por
cuenta propia y sólo de noche y se solían alquilar por horas, por noche,
incluso por temporadas.
Prosedae: Putas callejeras, que esperaban a sus
clientes sentadas en una silla.
Lupae: Denominadas lobas, ya que atraían a sus
clientes con un aullido de lobo. Éstas se situaban en parques y jardines por la noche.
Bustuariae:
Eran las que ejercían la prostitución junto a los monumentos fúnebres en los
cementerios. Su nombre proviene de Bustum que es donde se incinera un cadáver.
Diobolaiae:
Denominadas así por su bajo precio, dos óbolos, por lo que seguramente serían
mujeres de bastante edad.
Blitidae: Las que ejercían la prostitución en las tabernae, recibían este nombre del blitum, una popular bebida.
Forarie:
Las que se situaban a las afueras de la ciudad o en sus entradas.
Vaga
puella o circulatrix: Se denominaban
así a las que ejercían la prostitución buscando clientes deambulando por la
calle.
Tibicinae:
Chicas flautitas que podían ejercer también la prostitución.
Fornicariae:
Denominadas así a las que ejercían la prostitución bajo las arcadas (fornices) de los grandes edificios
abovedados.
Cularae:
Las que practican el sexo anal.
Fellatrices:
Las que practican sexo oral, que solían ser las de mayor edad.
Putae:
Proveniente de puteus, pozo. Eran las
que trabajaban en torno a cuarteles, arsenales, escuela de gladiadores, etc.
Otros nombres genéricos eran:
Paelex
o pellex: que significaba concubina.
Meretrix:
Que deriva de merere, la que merece
el dinero.
Prostibilis
o prostituere: Que significa
exhibirse para la venta.
Scortum:
Que significa pellejo.
El precio:
El precio de los meretrices romanas eran tan variado como el
tipo de prostitutas existentes: ya hemos visto que las más baratas recibían su
nombre de su precio: diobolaiae, dos
óbolos y las quadrantariae, un quadrans, que eran precios muy miserables. Las fuentes literarias y los graffiti pompeyanos nos hablan
de unos precios medios entre 2 y 16 ases.
Plauto nos describe de manera muy gráfica a las más desgraciadas entre todas las prostitutas, las que sus ganancias son dos paupérrimos óbolos: “¿Quieres mezclarte con estas miserables prostitutas que
esperan al cliente, estas amantes de los mozos de panadería, estos desechos que
sólo sirven para criados cubiertos de harina, estas desgraciadas famélicas,
empapadas de perfume barato, placeres repulsivos que huelen a burdel y cerrado
solo para el esclavo? Lo único que saben es permanecer en sus taburetes durante
horas, a las que un hombre libre no toca ni lleva a su casa ¡Cuantas pieles
viejas! Los esclavos más hediondos las comprar por dos óbolos”
6 óbolos= 1 denario=16 ases / 1 cuadrans= un cuarto de as.
Recordar que el pago de media jornada de un trabajador era de alrededor de 2 ases, por lo que ganaban mucho más dinero que cualquier otra mujer en otra ocupación.
Lógicamente ser prostituta no era un negocio muy rentable,
los mayores beneficiarios eran los dueños de los prostíbulos, tabernas y
locales donde se ejerciese la prostitución, así como los proxonetas (leno). Además después tenían que asumir una serie de gastos fijos:,
el alquiler, maquillaje, vestimenta e incluso los impuestos estatales,
mencionar el vectigal ex capturis, gravamen diario que solía costar el precio
de un servicio.
Hablando de monedas, es necesario recordar la existencia de las famosas
spintriae,
las monedas romanas del sexo, que ya vimos en un post anterior.
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Spintriae. |
Leno:
El leno era un proxoneta, la figura del "chulo" de hoy en día, que se encargaba de la seguridad de las prostitutas pero también las explotaban y se quedaba con la mayor parte de sus ganancias. Los lenos estaban socialmente muy mal vistos, también eran
personajes sin derechos. Por todo ello, el leno tenía que ser una persona bastante
violenta , peligrosa y sin escrúpulos,
ya que siempre estaba lidiando con camorristas y borrachos, ya que es él el que negocia el precio con los clientes, pudiéndoles negar el paso si no tenían dinero.
Además solían reclutar nuevas prostitutas
recogiendo niñas abandonas haciéndolas criar para después meterlas a putas, o
comprando directamente a nuevas esclavas.
Plauto los describió así: “la casta de los lenos no vale más que las moscas, mosquitos, piojos y
pulgas; son odiosos malhechores, dañinos e inútiles” El leno no puede tener
orgullo porque “cuando uno se mete en
este oficio tiene que tragarse sin rechistar todos los insultos de los
jovencitos”
Fiestas:
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Flora en la "Primavera" de Boticelli. |
Recogiendo la tradición griega de las aphrodisiae, las
prostitutas contaban con algunas festividades cada año, celebrando culto a la
diosa Venus para que les propiciase éxito y seguridad. Entre ellas destacan la
de la Venus Ericina, diosa del amor pasional, cuyo culto se celebraba el 23 de
Abril. Dos días después, los hombres prostitutos también celebraban su
festividad.
Otra fiesta donde las meretrices tenían gran presencia era
en los juegos florares, dedicados a Flora, (28 Abril al 3 de Mayo), donde se
realizaban espectáculos nocturnos donde las prostitutas desnudas excitaban a
los espectadores con danzas y bailes, mientras publicitaban sus servicios.
Bibliografía:
Eslava Galan, J., La Vida amorosa en Roma, Temas de Hoy, 1996.
Herreros González, C., Las meretrices romanas: mujeres libres sin derechos, Iberia: Revista de la Antigüedad, Nº 4, 2001 , págs. 111-118.
Poveda Navarro, A.M., Negotium sexual: la prostitución en la cultura romana, Sexo y erotismo: Roma en Hispania,
[catálogo de la exposición] / coord. por Antonio Manuel Poveda Navarro,
Francisco José Navarro Suárez; Ana María Vázquez Hoys (col.), José
Miguel Noguera Celdrán (col.), 2009, págs. 97-117.
Robert, J.N., Los placeres en Roma, Madrid, Editorial Edaf, 1992.
Robert, J.N., Eros romano:
sexo y moral en la antigua Roma, Complutense, 1999.
Violaine Vayoneke, La
prostitución en Grecia y Roma, Editorial Edaf, 1991.