"¿Has hecho lo que algunas mujeres suelen hacer, has fabricado algún aparato o artilugio a modo de miembro viril a tu medida, lo has atado con algunas ligaduras en tus partes pudendas o en las de una compañera y has fornicado con otras mujerzuelas u otras contigo, con el mismo instrumento o con otro?
Si lo has hecho, cumplirás penitencia todas las fiestas de guardar durante cinco años."
Si lo has hecho, cumplirás penitencia todas las fiestas de guardar durante cinco años."
- Penitencial de Burchard de Worms, S.XI
Uno de los objetivos fundamentales de este blog es brindar toda la información posible sobre el sexo y el erotismo a lo largo de la historia, y con ello, ya de paso, derribar unos cuantos clichés y tópicos, que existen sobre el sexo y la sexualidad en determinadas épocas.
En este blog, ya hablamos sobre uno de los (supuestos) iconos más representativos de la sexualidad en la Edad Media... los cinturones de castidad. Hoy nos acercamos a otro de estos objetos polémicos... los penitenciales altomedievales.
Y es cómo veremos, estos penitenciales serán uno de los documentos medievales donde de forma más clara y detallista se nos habla de sexo, con unas descripciones tan detalladas que a veces rozan lo lascivo; pero al mismo tiempo se han utilizado para fijar la moral sexual de una época, la Edad Media, que abarca casi mil años y múltiples y muy variadas regiones.
Grabado sobre la lujuria, Peter Bruegel, el viejo. |
¿Que son los penitenciales?
Estos penitenciales eran manuales donde se catalogaban todos los pecados imaginables que un sacerdote podía llegar a escuchar en confesión privada (sodomía, bestialismo, fantasías sexuales, lesbianismo... ) y donde también se asignaban las penitencias correspondiente por cada acto, normalmente ayuno y mucha plegaria, lógicamente aquellos que no querían pasar penurias espirituales podían conmutar la penitencia pagando una suma de dinero. Es decir, el perdón era cuantificado según la gravedad del pecado cometido.
Estos penitenciales nos transmiten una idea de una moral sexual bastante férrea, imponiendo un código moral basado exclusivamente en el sexo dentro del matrimonio y sólo con fines reproductivos, todo lo que se aleje de este fin era considerado vicio, pecado o lujuria.
Aunque paradójicamente, lo más lujurioso de toda esta historia son las descripciones recogidas en los propios penitenciales donde se recoge de manera minuciosa y detallada infinidad de prácticas sexuales.
Absolución tras la confesión, de un Libro de Horas francés, finales del siglo XV. Egerton MS 2019, f. 135 |
Origen
Los primeros penitenciales surgieron alrededor del siglo VI en Irlanda, región recien cristianizada, por lo que no nos debe extrañar que surgan en estas lejanas tierras célticas, ya que la falta de formación y preparación de su clero fue suplida a través de estos libros que sirvieron de base doctrinal para buena parte de ellos.
Posteriormente fueron llevados al resto del continente por sus monjes, cuando la práctica de la confesión privada comenzó a reemplazar las confesiones públicas de los pecados, extendiéndose al mismo tiempo la imposición de las penitencias.
Estas prácticas se siguieron publicando hasta bien entrado el siglo XII aunque oficialmente fueron condenados a la hoguera por la Iglesia Católica durante el Consejo de París en el 829.
En palabras del gran medievalista G. Duby el éxito de estos penitenicales fue porque "ayudaban a los jefes de la Iglesia a cumplir una de sus principales funciones: juzgar, definir las infracciones, fundándose en la autoridad de sus predecesores, con el fin de reprimirlas y, por este camino, asentar poco a poco y con solidez las reglas de una moral".
A esto hay que sumar que las autoridades seculares reconocieron este tipo de legislación eclesiástica, lográndose una cierta unificación entre ambas legislaciones, logrando la Iglesia avanzar en su tarea de cristianización y extendiendo su influencia en la sociedad.
Características
Los pecados recogidos en estos penitenciales eran de todo tipo desde el asesinato hasta la fornicación. Aunque parece ser que los pecados relacionados con el sexo fueron los que más interesaron a las autoridades eclesiásticas, ya que encontramos numerosas descripciones de los más variados actos sexuales, y donde no faltan todo tipo de detalles escabrosos.
Detalle de 'El jardín de las delicias' , El Bosco, 1500 |
Por otro lado, estos penitenciales nos permiten observar el tipo de moral sexual que queria imponer la Iglesia al resto de la sociedad: una visión del sexo negativa y restrictiva. Restringiendo todo tipo de prácticas y posturas, incluso imponiendo las fechas adecuadas para realizar el acto sexual.
De esta forma cualquier acto sexual no destinado a la procreación era considerado pecado, por lo que tanto el sexo oral como el sexo anal eran considerados pecaminosos, ya que su único fin era la obtención del placer sexual. Esta visión del sexo era tan restrictiva que hasta las caricias y los tocamientos (contactus partium corporis) eran considerados como faltas, ya que aportaban una dosis de placer no necesaria para la procreación.
Pero la Iglesia no sólo condenaba los actos en sí, los hechos, sino también los pensamientos, por lo que tanto el hombre como la mujer debían reprimir cualquier sentimiento relacionado con el deseo erótico (voluptas) o las fantasías sexuales (delectio fornicationis).
Es decir, la única postura permitida, no pecaminosa, era la considerada natural, es decir, el misionero, de frente, el hombre arriba y la mujer debajo. Todo un símbolo de como concebía la Iglesia el papel de la mujer en el sexo: pasiva y sumisa. Y es que no es casualidad que esta postura sea una de las que menos placer otorga a la mujer en la cama, ya que el pene, con esta postura, entra en contacto con la parte de la vagina más alejada del clítoris, intentando evitar así que la mujer obtenga placer de sus relaciones.
Como vemos, la regulación de la sexualidad por parte de la Iglesia era total, incluso en el cuándo se podía realizar el acto sexual, considerando falta o pecado practicar el coito durante los días sagrados, en festividades religiosas, o cuando la mujer tenía la menstruación.
Salterio Lutrell, c. 1325-1335, fraile franciscano escuchando la confesión de una monja. Additional MS 42130, f. 74 |
Fin de los penitenciales
El principal motivo para su prohibición fue que estos penitenciales ofrecían un código sexual diferente a la postura oficial de los padres de la Iglesia. La gravedad de los pecados y sus condenas variaban enormemente de un penitencial a otro, muchas veces contradiciendo la postura oficial de la Iglesia. Así por ejemplo, el castigo por cometer algunos pecados, como pueden ser el sexo por placer o el uso de anticonceptivos, podía variar enormemente de un libro a otro, y lo que era peor, contradecir la opinión que ofrecían los ideólogos y obispos de la Iglesia.
Es decir, estos libros una vez que cumplieron su primera misión (ayudar a instalar la moral católica en tierras paganas) fueron considerados peligrosos, ya que no sólo contribuían a la confusión moral del creyente sino que podían dar lugar a la aparición de fuerzas disidentes dentro de la misma Iglesia.
Pero a pesar de que estos penitenciales estuvieron proscritos desde el siglo IX se siguieron utilizando hasta bien entrado el XII, ya que fueron obras evidentemente prácticas, incluso se redactaron nuevos ejemplares. Sólamente con la aparición de los confesionales, obras cuyo texto había sido redactado por la Iglesia oficial, se logró ir desterrando el uso de estos penitenciales.
Otro de los motivos de la progresiva desaparición de estos manuales fueron los cambios producidos en el acto de la confesión, ya que se instruye a los confesores a no preguntar directamente sobre los distintos pecados posibles. El motivo de ello era evitar dar nuevas ideas pecaminosas al feligrés, ya que al preguntarle si había cometido tal o cual pecado, o si había realizado una determinada postura pecaminosa, en realidad estaba fomentando la imaginación lasciva del confesante.
Y es que este fragmento de un penitencial, más parece un fragmento de literatura erótica que un manual para evitar pecar:
"¿Has hecho lo que algunas mujeres suelen hacer, que, cuando quieren
apagar el deseo que las atormenta, se juntan como si pudieran y debieran
unirse, y juntan ambas sus sexos y frotándose así la una con la otra
desean apagar su ardor? Si lo has hecho, debes cumplir penitencia todas
las fiestas de guardar durante cuatro meses."
- Penitencial de Burchard de Worms, S.XI
Con el fin del uso de los penitenciales la Iglesia dió otro paso en la difícil unificación de la moral (sexual) cristiana, recordar que algunas viejas tradiciones, como la esclavitud o la poligamia, fueron muy difíciles de extirpar de las sociedades medievales, especialmente en el norte de Europa, donde la renovación carolingia supuso un paso fundamental para cimentar el cuerpo doctrinal de la Iglesia.
Principales penitenciales medievales:
Como ya vimos los primeros penitenciales surgieron en las lejanas tierras célticas (Irlanda, Escocia), por lo que los más antiguos fueron redactados por monjes irlandeses:
- Penitencial de Vinnian (550 d.C.), principal libro penitencial del siglo VI.
- Penitencial de Cummean o 'Comianus' (650 d.C.), atribuido a un abad irlandés del mismo nombre. Fue uno de los primero penitenciales medievales teniendo una amplia circulación por Europa. La preocupación de los penitenciales por los pecados sexuales se hace evidente desde estos primeros libros, contando ya con un capítulo dedicado a la fornicación.
Posteriormente, con la difusión de estos penitenciales por tierras europeas, surgieron nuevos penitenciales mucho más elaborados con una carga ideológico mucho más definida:
Penitencial de Teodoro. |
- Penitencial de Reginón de Prüm (siglo IX), incluído en la obra titulada 'De Ecclesiasticis disciplinis et Religione Christiana', donde entre las preguntas recogidas hay 22 dedicadas a asuntos de índole sexual. Lo llamativo de este penitencial es que las preguntas no van dirigidas a la persona directamente, sino están realizadas a hombres selectos de la comunidad para que contesten sobre los pecados de los otros.
- Penitencial de Burcardo de Wörms (siglo XI), es uno de los penitenciales más influyenes de la Alta Edad Media y uno de los más famosos por el detallado cuestionario relativo a las transgresiones morales, abarcando más de 200 preguntas. Este penitencial también es conocido como 'Corrector et Medicus', ya que como el mismo libro dice en su introducción: "contiene las correciones de los cuerpos y las medicinas de las almas, y enseña a cualquier sacerdote, incluso al sencillo, cómo ha de ayudar a cada individuo".
- Penitencial de Alano de Lille (siglo XII), denominado 'Liber Poenitencialis', un breve penitencial que se diferencia de sus antecesores porque se aleja de la visión de las penitencias tarifadas, tan características de los siglos anteriores.
Para finalizar, nada mejor que leer un extracto de uno de estos penitenciales para hacernos una idea del tipo de preguntas que se gastaban en estos textos... Aquí os dejamos con un extracto del famoso penitencial de Burcardo de Worms:
PENITENCIAL DE BURCARDO de WÖRMS
41-. ¿Has cometido adulterio con la esposa del otro, sin estar casado? 40 días a pan y agua, y 7 años de penitencia.
42-. Si, casado, has cometido adulterio con la mujer del otro, cuando
tenías con qué satisfacer tu deseo, 2 ayunos con 14 años de penitencia.
46-. ¿Has fornicado con una monja, es decir, con una desposada de
Cristo? Si es así, 40 días a pan y agua y 7 años de penitencia; y
durante toda la vida los viernes tomarás sólo pan y agua.
52-. ¿Te has acoplado con tu mujer, o con cualquier otra, por detrás,
como los perros? Si es así, 10 días de penitencia a pan y agua.
53-. ¿Te has unido a tu esposa durante su menstruación? Si es así, 10 días de penitencia a pan y agua.
120-. ¿Has fornicado, como lo hacen los sodomitas, introduciendo tu
verga en la parte trasera de un hombre? Si estás casado y lo has hecho
una o dos veces, 10 años de penitencia en los días oficiales, uno de
ellos a pan y agua. Si es una costumbre, 12 años. Si lo hicieste con tu
hermano de sangre, 15 años.
123-. ¿Has fornicado solo, es decir, has tomado tu miembro viril en la
mano y, tirando del prepucio, lo has agitado hasta el punto de expulsar
tu semilla por placer? Si es así, 10 días.
126-. ¿Has cometido sodomía o bestialidad con hombres o animales, a
saber, con una vaca, una burra o cualquier otro animal? Si lo has hecho
una o dos veces y no tenías esposa para aplacar tu lubricidad, ayunarás
40 días a pan y agua y harás siempre penitencia. Si estabas casado,
ayunarás 10 años en días fijados. Si tenías la costumbre de cometer ese
crimen, ayunarás 15 años. Si cometiste el acto en cuestión en tu
juventud, ayunarás 100 días a pan y agua.
Conclusión
Como bien apunta C. Vogel en su obra 'La penitencia en la Edad Media': No es exagerado decir que la penitencia tarifada produjo una ruptura radical con la antigüedad y con la manera de concebir, en la vida cotidiana, las relaciones entre Dios y el pecador, entre el pecador y la Iglesia. El nuevo sistema constribuyó por ello mucho a forjar unna espiritualidad nueva, que sobrevive en nuestros días".
Es decir, estos penitenciales son un claro reflejo de la lucha de la Iglesia por imponer sus dogmas de control y dominación sobre una inmensa población, situada en el norte de Europa, aún no cristianizada. Sirvieron, entre otras cosas, para instaurar una visión eclesiástica del matrimonio, y especialmente para controlar todos los aspectos de la sexualidad humana.
Incluso la misma evolución de los diferentes penitenciales reflejan los cambios de la mentalidad o de prioridades en el seno de la Iglesia. Poco a poco, la Iglesia, con el apoyo de los poderes laicos, irá estrechando el cerco para el control de la moral y de la conducta de sus feligreses hasta lograr imponer su visión hasta en los más íntimos detalles de la sexualidad humana.
Bibliografía
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Verdon, Jean. El amor en la Edad Media: la carne, el sexo y el sentimiento. Barcelona: Paidós, 2008.
Vogel C.; La penitencia en la Edad Media, Editorial CPL, Barcelona, 1999.
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[En Internet]
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http://www.revistahistorik.com/loprohibidolopracticado.html